jueves, 20 de septiembre de 2012

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E.T. El extraterrestre: 5 Razones para no sentir nostalgia por E.T.

“E.T. El extraterrestre
Título Original: “E.T.: The Extra-Terrestrial”
Director: Steven Spielberg
EEUU
1982

Sinopsis (Oficial):

Una nave extraterrestre abandona precipitadamente un bosque californiano, pero uno de los extraños seres que llegaron a ella se queda por error en la Tierra, en un medio que no es el suyo y lejos de su hogar. Tras vagar por el bosque llega a una granja, donde vive una joven madre con sus hijos. El desvalido alienígena establece un estrecho vínculo con el jovencito Elliot, al que comunica sus deseos de volver a su planeta. Elliot y sus amigos le ayudan a escapar de unos insensibles científicos. Un clásico inolvidable de Steven Spielberg.

Crítica Bastarda: 

1.- Es un plagio.

Sí, es un plagio. En “Supersonic Saucer” (1956) de S. G. Ferguson unos niños tienen que proteger a un bondadoso alienígena de los adultos y de una banda de criminales que quiere secuestrarle… Aparte de que Satyajit Ray señaló que un guión suyo que no se materializó, titulado “The Alien” y escrito en 1967, era clavadito… Sin contar con que el diseño de la criatura era muy similar al del fallecido en 1986 historietista barcelonés Joaquín Blázquez Garcés. Un documental inacabado y todavía en producción y dirigido por Víctor Saràbia Miró titulado “Melvin contra E.T.” narra toda la historia… Menos mal que fue un año antes que “Los bicivoladores”

2.- Sólo lloro en las bodas.

¿Por qué llorar por ‘un tortugo’ Gusiluz con periscopio más perdido que un uruk-hai en un cuarto de baño? Un tortugo llorón, chillón y que no sabe ni hablar. ¿Analfabeto? ¿Pero no era una inteligencia superior que tunea un walki-talkie en una playstation? Aunque todo tiene explicación: realmente E.T. y su familia son los gitanos del espacio y en vez de saquear alicatados, bañeras y tazas del váter… se dedicar a ‘levantarse’ plantas por los planetas donde alunizan. E.T. es el pequeño de la familia y, como podemos observar (que no oler), un guarro que no se lava. Bueno, en la versión extendida le lavan pero por las quejas que hubo, que conste. ¿Y qué hacen unos gitanos alienígenas en la Tierra? ¿Es que van abrir un Verdecora en Júpiter o qué? ¿¡Y después de robarnos y darse a la fuga… encima tengo que llorar!? ¡Zoi uno ladrone!


3.- Sus hijos bastardos.

Por culpa de “E.T., el extraterrestre” tuvimos dos versiones-plagio turcas, otras dos filipinas, una de los Hermanos Calatrava e incluso una porno… Pero lo peor es que inspiró una de las diez peores películas de la historia: “Mi amigo Mac”, que a su vez inspiró el estilismo de Justin Bieber. ¡Y toda la culpa la tiene Steven Spielberg!

4.- Vomitón mola más. 

En la mítica serie “Búscate la vida” Chris Peterson conoció en “Vomitón y yo” la belleza de una visita cósmica. El mundo no fue igual desde entonces… y “E.T., el extraterrestre” quedó a la cola (bueno, a la ‘colilla’) de Vomitón.


5.- Yo no hice cola.

Estudios fiables han señalado que el secreto del éxito de “E.T., el extraterrestre” fue la cola. No, no se equivoquen… No nos queremos imaginar la cola de E.T. ni cómo se reproduce… Bueno, todos sabemos que su raza lo hace con el dedo… porque ver a dos bichos de esos montándoselo debe producir más arcadas que un documental de una tribu caníbal. Vuelvo a la otra cola: los millones de personas que hicieron cola para ver la nostálgica película de Spielberg simplemente sufrieron el Síndrome de ETocolmo. Esa larga espera y dolor de encontrarse en la antesala de algo que han definido otros como acontecimiento es muy complicado y afecta al cerebro. Esos cuerpos que estuvieron tanto tiempo de pie… cuando por fin encontraron un asiento para su culo, provocó una falta constante en el riego sanguíneo del cerebro ya que la sangre no pasaba de las posaderas. Realmente los espectadores no lloraron por la película sino porque se sintieron, como E.T. y sus padres gitanos, liberados y salieron corriendo (y con el peluco de Elliot y la cubertería de plata de su mamá).

Muchas familias pensaron en adoptar tortugas por falta de alienígenas y porque seamos sinceros: los peluches y el merchandising de E.T. eran una mierda. Eso explica que durante los 80 todo el mundo tuviera una tortuga y ahora comprar una sea más difícil que adquirir un caimán albino. Es un hecho constatado que la gente que llora al ver de nuevo “E.T., el extraterrestre” es porque se acuerda de su tortuga y los momentos que pasaron juntos durante su infancia y adolescencia, no por la película.

La gente que no hizo cola, se coló o la vio posteriormente en VHS, televisión o DVD lloró en el 5% de las ocasiones, según ese contrastado e internacional estudio. Aunque un 45% dijo que lloró y también adoptó a una tortuga para no ser excluido socialmente. Cosas de los 80.

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