miércoles, 1 de julio de 2015

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My Mad Fat Diary (3x02) Rewind: Beetlebum


Resultaba curioso ver cómo los guionistas de “My Mad Fat Diary” iban a estructurar y plasmar en tres episodios un desenlace y epílogo marcando las credenciales habituales de la serie de Channel 4. Habitualmente Rae Earl se enfrenta a sus demonios y traumas, a esa enfermedad de la que desea desprenderse con el tratamiento y medicación que proporciona esa terapia de choque que forman su familia, su panda de amigos y, sobre todo, su terapeuta… Pero siempre cae y vuelve a caer, tropieza y da la impresión de que cada vez esas líneas negras que se cruzan en su camino, que nublan todo y lo tiñen de tinieblas, son cada vez más gruesas y profundas. ¿Podrá mirar al futuro Rae? ¿Podrá enfrentarse a múltiples problemas? ¿Podrá confrontar, en definitiva, la vida misma? «Si piensas que es tu culpa, ¿por qué lo sigues llamando ‘accidente’?», le espeta Kester a nuestra heroína en esas sesiones finales a su terapia. En realidad, el terapeuta de Rae es una pieza clave para entender el desolador final de “Rewind”, segundo capítulo y penúltimo de la tercera temporada de “My Mad Fat Diary”. 

Rae carga sobre sus espaldas el accidente que ha puesto en el hospital a Chloe y tratar de hablar con ella va a convertirse en una labor prácticamente imposible ante la oposición de sus padres, que incluso la culpan de lo ocurrido agravando todo. El futuro inmediato de Chloe se ha ido directamente la mierda y sus sueños y aspiraciones se encuentran en espera. Rae suele estancarse en la presión y, lo más peligroso de todo, tiende hacia la auto-lesión. El inminente cumpleaños de su madre da la impresión de que va a dar a todos un respiro pero sabemos que Rae va a tomar una serie de decisiones catastróficas y/o erróneas que van a llevarla de nuevo a uno de esos anticlímax habituales de “My Mad Fat Diary”. El show de Channel 4 nunca ha engañado a nadie: es un drama sobre la superación personal de su protagonista a través del diario que escribe y nos narra con el que trata de encontrarse a sí misma. La serie siempre ha encontrado un hueco en la música para hallar un punto de encuentro y comunicación, para transformar esas melodías de los 90 —y muchas veces himnos— en una forma de expresión y comunión de Rae con el mundo que la rodea (y la audiencia). Precisamente que su padre se pase por la tienda de discos sin saber que allí trabaja su hija reaviva ciertos conceptos sobre si echar todo a perder forma parte de la genética familiar. A Victor no le van bien las cosas y éste va a expresar sus sentimientos a través de la música. Un CD de Elton John lo dice todo pagado por monedas que simbolizan su actual desgracia y decadencia… Rae ve una oportunidad en su padre para poder buscar el perdón que a ella ahora mismo le es reprimido por los padres de Chloe. Al menos Victor tiene acceso a poder revelar a su ex esposa que lo siente, que todos los errores que cometió en el pasado no fueron un accidente sino culpa suya… No hay un contacto físico entre ese padre distanciado y su hija porque son demasiadas las heridas abiertas… y precisamente aparece una cierta hipocresía porque notamos que Rae es incapaz de perdonar a su padre del todo, como si fuera una causa perdida y todos sus errores y traumas se vieran reflejados en él. 


Esto es “My Mad Fat Diary” y la mecánica de la serie siempre ha sido someter a diversas presiones a su protagonista sin que sepamos si ciertas licencias (e incoherencias escasamente realistas) son producto de la imaginación de Rae o simples y efectistas recursos de los guionistas. Y es que todas las decisiones que va a tomar la protagonista son erróneas y escasamente enfocadas al éxito… y, para colmo, muchos de sus seres cercanos tampoco la ayudan aunque otros conforman parte de su tratamiento y catarsis. Rae comete un error al apartar a Finn, a ignorarlo, a imponer el discurso de una drama queen por encima de los intentos de su novio por apacigua esa tormenta interior. Pero no es culpa de Rae porque ella tiene problemas y una enfermedad mental aunque el mundo entero parezca no saberlo… todavía. Esa mecánica, desde luego, es bastante peligrosa de cara al propio espectador de “My Mad Fat Diary”. ¿Por qué todos tratan tan mal a una persona que conocen de antemano que es inestable y tiene un historial de auto-lesiones (e incluso alguna tentativa de suicidio)? El problema no es el punto de vista de Rae porque para ella un revés del destino se transforma en una auténtica y completa tragedia. Tampoco los consejos de Katie Springer ayudan demasiado… No, aquí el problema es el propio mundo que la rodea y debería apoyarla mucho más. El contacto con Chloe es fundamental para hallar un rayo de luz y esperanza y para llegar a ese punto aparece Kester y sus consejos… Y para llegar a Kester su madre ejercer como una gran heroína tras arruinar Rae su cumpleaños olvidándose (como siempre) de la tarta y provocando una visita de su padre. 


Podemos decir que en “Rewind” tenemos un gran soundtrack mencionado: Divine Comedy, DJ Shadow, Beck, The Boo Radley y sobre todo la letra de ‘Beetlebum’ de Blur para expresar los sentimientos de Rae. Incluso la actuación al piano de su embriagado padre en el 45 cumpleaños de su madre encaja en ese concepto en el que la música expresa los sentimientos y emociones de los personajes. Otro de los temas centrales de esta despedida de la serie de Channel 4 ha sido los exámenes (A-Levels) y el futuro universitario de algunos de los protagonistas… incluido evidentemente de Rae en Bristol. Las ideas de Rae para homenajear (?) a Chloe no son demasiado consecuentes (y lógicas) en el primer examen, firmando por ella y encima no prestando atención a las propias preguntas del ejercicio. Rae es un completo desastre y tampoco quiere la ayuda de otra terapeuta del centro que visita (la Dra. Allen a la que ya conocimos el pasado episodio). Su madre arregla el desastre del examen y Rae puede repetirlo pero, en esa reconciliación con todos sus seres queridos, comienza la caída hacia sus infiernos. Rae descubre que Katie se encuentra en el piso de Finn y aunque la escena no es vodevil el empujón hacia el abismo comienza. Rae acude en busca de Kester pero descubre que ya no trabaja en el centro desde meses atrás. La enfermera no se muestra demasiado cooperante… ¡con una persona con claros y evidentes trastornos mentales! No sabemos por qué Kester mintió a Rae, por qué perdió su trabajo o si ya todo es algo que ha pasado por la imaginación de nuestra heroína en su demencia. La cuestión es que esas heridas todavía abiertas en sus nudillos de la mano —y que ya no puede ocultar a sus seres queridos, incluido Finn— son la única manera de hacer frente a esa sucesión de desencuentros y ausencias. La enfermera esta vez hace su trabajo y pasa a Rae al centro para que reciba atención médica… Vemos que su mesa ha quedado vacía en ese segundo examen que se perderá… y que nos deja ante una posible resurrección para despedir la serie en el próximo capítulo. De momento, las pistas la tiene la letra del tema de Blur. ¿Qué le ocurrirá a ese pobre escarabajo?

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