Between: ‘Entre’ la defecación televisiva y el SIDA catódico

Serie de TV

“Between”

Canadá

2015

Sinopsis (Página Oficial):

“Between” es la historia de una ciudad en estado de sitio debido a una misteriosa enfermedad que ha acabado con todos, excepto con las personas que tienen 21 años de edad o menos. La serie explora la situación de anarquía que se produce cuando un gobierno ha puesto en cuarentena un área de 10 millas de diámetro y deja a sus habitantes a valerse por sí mismos.

Crítica Bastarda:

La premisa argumental de “Between”, nueva serie canadiense de City TV que en EEUU ha emitido Netflix, define prácticamente el concepto, forma y fondo: una extraña enfermedad acaba en una ciudad con todas aquellas personas que superan los 21 años, siendo dejados los jóvenes supervivientes por el gobierno de turno en una estricta cuarentena y a su suerte. Planteemos que el show recoge dos de las mayores deficiencias de la actualidad audiovisual:

1.- La defecación televisiva compuesta de un popurrí de referencias más pestilentes que el excremento y ese consecuente hedor a interminable sumatorio de clichés. 

2.- La búsqueda desesperada de ese enfermizo tono juvenil impuesto en las adaptaciones de novelas distópicas para (y por) adolescentes donde ellos se lo guisan y, después, se lo comen… y lo cagan. Volvemos al punto 1. O a ese efecto secundario del, llamémosle con cariño, SIDA cinematográfico infectando la ficción televisiva…

En resumen, “Between” se encuentra precisamente ‘entre’ esa defecación y el SIDA que afecta al mainstream, ‘entre’ las dos peores variaciones sobre las que se puede plantear un espectáculo en la actualidad. La cuestión es confirmar si el debate seriéfilo reinante debe respaldarse en destruir propuestas por sus referencias o éstas mismas se auto-inmolan al buscar en recovecos tan trillados como sumamente insultantes para esa otra (gran) porción de la audiencia; esos mismos espectadores que no van a disfrutar de un producto con la misma fragancia de una pedorreta copiada de otra pedorreta que una vez quiso ser una flatulencia con estilo. No obstante, el mérito (?) del piloto de la serie creada por Michael McGowan es que puede provocar que tanto el espectador habitual de “Los 100” como el seguidor de “La Cúpula” se sientan insultados con tan descarada copia y bofetada. Incluso el incondicional de “Wayward Pines” pudiera quedarse calvo tras arrancarse la cabellera entera al descubrir que su show fue cancelado por FOX y ese encadenado de sinsentidos, que conforman “Between”, tendrá una nueva temporada por el mero hecho de estar bajo el cobijo de Netflix. Para morirse. 

En realidad, estos seis primeros capítulos que componen la primera entrega de la serie canadiense desvelan el material soñado para esos productores que desean acaparar el mercado juvenil gracias a la ciencia ficción distópica protagonizada por (pre)adolescentes y menores de edad. Los mayores de 21 mueren, el resto sobreviven… y sobran las explicaciones porque usted está ya muerto y no forma parte del target. “Between”, además, cede a todo tipo de estereotipos, desde argumentales hasta aquellos que perfilan a sus bidimensionales personajes. El problema es que los más ‘mayores’ se nota que pasaron esa línea roja vital que dictamina si vives o sucumbes y precisamente el cerebro del espectador con un mínimo de, llamémosle con cariño, ‘experiencia’ es incapaz de resistir aquí. 

El pueblo se llama irónicamente Pretty Lake y no falta una joven embarazada, un hacker adicto a las conspiraciones y, por supuesto, una prisión que se va a ver afectada por ese caos y epidemia que asola el lugar. Las malas noticias son que ni Canadá se va a salvar de sucumbir a la anarquía distópica y revelar que esos jóvenes supervivientes se pueden convertir en lobos en lo que bien pudiera ser un experimento social. El otro, desde luego, se halla al otro lado de la pantalla, en esos espectadores que lentamente se dan cuenta de que una producción de The Asylum para SyFy Channel como “Z Nation” es una obra maestra en comparación de este producto ‘entre’ la defecación televisiva y el SIDA catódico. 

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