martes, 9 de diciembre de 2014

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Toy Story That Time Forgot: Toy Story, pesadilla después de Navidad

“Toy Story That Time Forgot”
[Especial para televisión]
Director: Steve Purcell
EEUU
2014

Sinopsis (Página Oficial):

Durante una reunión de juego después de Navidad, la pandilla de juguetes se encuentra en territorio desconocido cuando el conjunto más guay de figuras de acción se convierte en algo peligrosamente delirante. Todo depende de Trixie, el triceratops, si la banda espera regresar a la habitación de Bonnie en este “Toy Story That Time Forgot”.

Crítica Bastarda:

Después del exitoso y estupendo Toy Story ¡Terror!, Woody, Buzz Lightyear y compañía hacen sus maletas para viajar a Navidad dentro de los márgenes temáticos de sus cortos televisivos. Si Jessie tuvo que superar sus temores en Halloween —entre cientos de referencias al género—, Trixie ejerce en esta ocasión de heroína para despuntar su conflicto: no sabe si Bonnie es monguer, necesita gafas o tiene una gran imaginación. Confundida con un bebé reno, hada, maruja y otras innombrables profesiones, Trixie deberá meterse en su personaje cuando es dejada junto a Woody, Buzz Lightyear, Rex y Angel Kitty en la habitación de juegos de Mason… vecino/amigo/familiar/futuro-amante/y-qué-nos-importa de Bonnie. La Optimum X debe ser la madre de todas las consolas y en este punto “Toy Story That Time Forgot” realiza cierta crítica sobre la idiotización de los más pequeños debido al mundo de los videojuegos: deben dar rienda suelta a su imaginación antes de participar y disfrutar de la de otros. Bajo esa premisa, Bonnie y Mason son absorbidos, bajo el poder de la Optimum X, mientras el resto de la pandilla conocerá a juguetes nuevos… que el tiempo olvidó. 


Cuenta la leyenda que la primera “Toy Story” se iba a titular “You are a Toy” y en cierta medida volvemos a los traumas plastificados en esos ‘Battlesaurios’ al no darse cuenta de su condición. Trixie, como el resto de juguetes protagonistas, se mete en su papel dentro de ese viaje en el tiempo y aterrizaje forzoso en un nuevo mundo (y orden), con Reptillus Maximus como el prototipo de macho-dinosaurio-héroe y el clérigo sabio como el gran villano maléfico de la función. “Toy Story That Time Forgot” encuentra en Batallópolis un campo de cultivo para todo tipo de referencias prehistóricas aunque se echa en falta el genio mostrado en su anterior cortometraje televisivo. Hay buenos momentos pero da la sensación de ser el conjunto más mecánico que elaborado, como un episodio temático un tanto olvidable de “Los Simpson” o Community. Aquí la estrella es Trixie y es consecuente que se potencie su personaje como se vayan probando ciertas ideas antes de la llegada de “Toy Story 4”. Por ejemplo, Angel Kitty pudiera dar más juego tanto en su voz, pretendidamente infantil y esclarecedora, como en ese punto de giro final a su personaje. Es Navidad y quedaba claro que debían introducir algún tipo de referencia emotiva más allá de nieve y papel de regalo. ¿Los méritos? La canción de los Battlesaurs, los momentos del villano (y sus mini-yos), el Goliathon, la secuencia en la que Reptillus Maximus toma consciencia de su condición (y redención) y las conexiones con el clip de Imagine Dragons (Radioactive). Poco más salvo los momentos cómicos con Rex y la trompeta de Angel Kitty.


Interesa que Trixie tenga que luchar por apagar el interruptor que duerme la imaginación de los más pequeños y que reclama esa ‘marca’ y estigma a su esclavitud. Los juguetes necesitan de la fantasía de un niño para poder sobrevivir, parece contarnos como moraleja “Toy Story That Time Forgot”; quedar atados y marcados en esa eternidad y pausa en el tiempo que viven gracias a su plastificada plenitud. Evidentemente toda esa línea argumental facilita la resolución del conflicto de Trixie, ratificando que puede ser todo aquello que su dueña estime oportuno. Muchos pudieran sentirse decepcionados con el desaprovechamiento de ese mundo de gladiadores prehistóricos sumidos en un engaño y crisis de identidad como Trixie. Resumamos que “Toy Story That Time Forgot” no es todo lo bueno que pudiera ser y el guión de Steve Purcell no sorprende como en anteriores ocasiones. La idea era confeccionar algo divertido con un sabor dulce y navideño. La realidad, por el contrario, es un simple adorno bastante intrascendente en el que queda abierta una vía romántica que el propio libreto de Purcell desea retomar en su epilogo. No sabemos si el amor ‘dinosáurico’ sobrevivirá al invierno pero sí nos queda claro que hemos visto un anuncio de juguetes por encima de unos juguetes dentro de otro tipo de anuncio. ESO o “Toy Story va de muñecos bendecidos por Satán que se alimentan y absorben la imaginación de los niños para vivir eternamente. No piensen mal ya que al fin y al cabo es Navidad. Sea agradecido para sus regalos porque están a tu alrededor y, sobre todo, con una buena tarjeta de crédito. Continuará en su juguetería y centro comercial más cercano.

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