Miniserie de TV
“The Game”
Reino Unido
2014
Sinopsis (Página Oficial):
Una compleja guerra invisible se está luchando por los espías más cualificados y formados en el peligroso mundo del espionaje encubierto. En 1972, Londres, las tensiones están en una cumbre aterradora dentro de una intriga de las grandes potencias del mundo contra sus enemigos. La amenaza: un complot soviético peligroso y mortal, diseñado para provocar que Gran Bretaña se tambalee y caiga definitivamente, la llamada Operación Cristal. Aquí es donde comienza el juego —un estilizado drama de espionaje que explora la vida y las mentiras de esos personajes y soldados invisibles que luchan una guerra secreta—. Cuando un agente del MI5 es contactado por un oficial de la KGB y desertor para revelar un plan para destruir la hegemonía británica, el líder del MI5 —Daddy (Brian Cox)— reúne un comité secreto para investigar la amenaza en una frenética carrera a contrarreloj. Su misión: detener la conspiración, salvar Reino Unido y, a su vez, el mundo. “The Game”, una miniserie de suspense de seis capítulos y paseo de emoción que le dejará al borde-de-su-asiento, está creada por Toby Whithouse (“Being Human”, “Doctor Who”).
Esto no es una guerra convencional. Los objetivos, incluso los nuestros, nunca están claros y siempre varían. ¿Los soviéticos nos quieren oprimir? Sin duda. ¿Pero cómo? ¿Nos van a invadir? ¿Van a reducirnos a cenizas con un ataque nuclear? ¿O van a infiltrarse y desestabilizarnos desde dentro? No lo sabemos. Esta es una guerra de variables e incógnitas y todo lo que podemos hacer es observar, deducir y reaccionar.
He aquí un juego de variables e incógnitas que nos remite a la reciente “El topo” de Tomas Alfredson pero también al savoir faire de las producciones británicas cuando saben vestirse correctamente con una fina capa llamada incógnita y precisos personajes. Pudiéramos pensar que el truco es disfrazarse de inteligencia gracias a un buen envoltorio. El montaje, la banda sonora, los créditos, las interpretaciones, incluso los clichés… Todo se va sumando en ese juego que queda como una propuesta de época atenazada en esos personajes incapaces de escapar de ellos mismos, sus personalidades y sus propias intrigas, sin que sepamos qué les separa de la verdad o mentira. “The Game” parte de una serie de flashbacks sobre su personaje principal para ir desmigajando tanto su perfil de agente doble en esa Guerra Fría entre el KGB y el MI5 en propio suelo británico pero también, como punto de ruptura, una venganza personal dentro de su propia agenda.
Escrita por Toby Whithouse, los clichés y estereotipos se suceden pero tanto el estilo como los enigmas son capaces de centrar la atención del espectador. Sus libretos son sutiles y afilados, serpenteando a través de una gran conspiración —ideada por los soviéticos durante los 70 para desestabilizar (y conquistar) Reino Unido— llamada Operación Cristal. Los márgenes de la miniserie dan la impresión de ser más visuales que narrativos, como otra gran capa de estilo. “The Americans” de FX juega en otra liga y década y “The Game” se ciñe a su toque de serie british, a ese juego de lealtades y traiciones en la que se embarca su personaje principal. No sabemos si Joe tiene un plan mayor o simplemente quiere ir borrando las huellas de su traición supuestamente por ese amor que ahora le ha llevado a gestar una venganza. A través de un desertor soviético, Arkady (Marcel Iures), somos partícipes de las estrategias de la sección de contraespionaje del MI5 dirigida por Daddy (Brian Cox) y de que algo desde sus entrañas evita que puedan dar sentido al enigma. ¿Qué es la Operación Cristal?
El retrato de “The Game” juega a través de un telón de fondo de revelaciones y sorpresas que van destruyendo los hilos que ocultan la verdadera naturaleza de una gran conspiración. Los flashbacks del protagonista, Joe Lambe (Tom Hughes), también van desapareciendo dentro de ese juego de los servicios secretos mientras vamos conociendo la ‘otra vida’ de esos personajes que componen el MI5. La paranoia con agentes durmientes secretos en Reino Unido como parte de ese tablero se suma a esa esquematización un tanto sexy y perspicaz de la Guerra Fría. El contraste entre los interrogatorios, la articulación en esas reuniones y encuentros en oficinas y el impulso del suspense y tensión en sus operaciones encubiertas, son un reclamo que también nos hace plantearnos por qué BBC se desquitó de “The Hour” o “Hunted” cuando las credenciales como la tensión formulada sobre secretos, con una buena calidad, estaban ya alcanzadas y la propuesta de Toby Whithouse no va a superarlas. A BBC le importa la audiencia y ha decidido volcarse en otra época para que brille el espionaje y perfile con su narrativa otro tipo de atractivo show. Puede que se equivoque porque “The Game”, en realidad, no aporta nada nuevo salvo ese mencionado savoir faire.
Existen intentos de dar alguna vuelta de tuerca como en el personaje que interpreta Paul Ritter y su relación con su madre, deseando aportar otro tipo de tono junto a Wendy Straw (Chloe Pirrie). Ciertamente, en el cuarto capítulo la banda sonora se apodera y también ese juego de nombres secretos como ‘Phoenix’, señales para marcar un rumbo hacia una explosiva recta final y resolución. Con un topo dentro del MI5 y un gran villano, que pela manzanas y mantiene otra clase de juegos con el protagonista de la serie, llegamos a un desenlace notable. El final está acerca… pero el cierre no es solamente ese ‘juego’ de atar cabos sueltos, de trazar grandes revelaciones y dar sentido a toda la mitología de la Operación Cristal. No, la resolución del juego es la duda… Aquel que no dude será el ganador de una guerra tan fría y afilada con la propia paranoia interior. ¿Quién es o no un traidor cuando cualquiera podía serlo? A veces las cosas son como son… pero los personajes vivían en un mundo en el que la duda y la sombra de la sospecha se entromete en cada acción y paso. Propongamos que “The Game” es una (doble) historia de amor corrompida por la duda y que ésta es el motor e infección, el precio que todo agente debe pagar al vivir entre las paredes del MI5. Donde unos ven amor y una sala de espera en un aeropuerto para marcar la felicidad, otros acabarán divisando una habitación de interrogatorios y el drama como condena. «¿Qué te han hecho?». Da lo mismo aquello que se tenga delante porque siempre quedará la duda como letal bala a la cabeza cuando uno se atreva a participar en ese juego que, en realidad, no tiene final.
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