miércoles, 3 de diciembre de 2014

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The Flash (1x08) Flash vs. Arrow: Velocidad vs. Experiencia

A la espera de confirmar en “The Brave and the Bold” (3x08) de “Arrow” la jugada maestra de The CW, llegamos a “Flash vs. Arrow” para marcar el definitivo comienzo de “The Flash” en nuestros televisores. Pese a ciertas irregularidades —sobre todo con ese condimento femenino/romántico en la piel de Iris West— los aciertos se han sobrepuesto a la balanza emocional en la audiencia convirtiéndose en una de las series más queridas del año en los Fan Favorite Awards que organiza la revista  TV Guide Magazine. En “The Man in the Yellow Suit” (1x09) la (nueva) llegada de Flash Reverso (Profesor Zoom) a la vida de Barry Allen va a someter a la propuesta a nuevos y jugosos alicientes. Sabemos que Harrison Wells, una de las grandes incógnitas de la serie, va a tener un papel importante en todo el asunto y no sabemos si será dentro… o fuera del traje del némesis de The Flash. El presente, no obstante, está marcado por la llegada de Oliver Queen y compañía a Central City para que una investigación dé paso a ese esperado enfrentamiento concebido por la cadena. Esos vasos comunicantes de entretenimiento son el gran desafío de The CW y “Flash vs. Arrow”, octavo episodio de la primera temporada de “The Flash”, es buena prueba de ello.

Hay dos series enfrentadas pero no hablo de “Arrow” y “The Flash” sino de la propia mecánica y aspiraciones del show protagonizado por Barry Allen. Todo ese empaque juvenil lucha desesperadamente por deshacerse del condimento femenino, de ese obligado cumplimento mercantil para la cadena y, al mismo, tiempo queda atrapado en esa dictomía entre mente y corazón. La llegada de Oliver Queen a Central City —aprovechándose de ese misterioso búmeran de óxido de hierro con el que Capitán Boomerang hizo su presentación en el epílogo de Draw Back Your Bow” (3x07)— en realidad marca el contraste de ambas apuestas y su enfrentamiento sobre moldes similares: velocidad vs. experiencia, The Flash vs. Arrow. El consejo de Oliver no puede ser más directo a Barry: las mujeres no tienen cabida en gente como ellos… aunque su corazón (y productores de sus series) les impulse a lo contrario. Obviamente, no tienen nada que ver Felicity Smoak con Iris West. La primera es inteligente y querida por la audiencia, una hacker carismática que puede llevar el peso dramático y argumental de un capítulo como vimos en The Secret Origin of Felicity Smoak” (3x05) en “Arrow”. La segunda es un perchero sin sangre y con blog. Todavía no podemos entender cómo Barry se siente atraído sexualmente por ese personaje que debería actuar como hermanastra emocional… Cada vez que “The Flash” cede a ese terreno farragoso, cursi, trillado y bastante pestilente sobre celos y sentimientos encerrados a flor de piel nos topamos con un acto contractual. No se trata ciertas ínfulas ‘twilighter’ porque, ciertamente, nos encontramos ante una reescritura tanto de “Smallville” como de los shows de éxito de The CW. Es el pan, en resumen, y hay que comerlo… esté uno a dieta de hidratos de carbono o no. 


A este paso nos convertiremos en celíacos y pediremos pan… pero sin tan gluten barato y ese exceso de colorantes netamente artificiales como los créditos de la serie atravesados por esa flecha en una instantánea ‘WTF?’. En “Flash vs. Arrow”, Iris lleva el peso emocional junto a su novio Eddie Thawne, cuyos celos le hacen pedir a su jefe que The Flash es una amenaza pública que debe ser perseguida. Con un par de cojones, oigan… Un tipo que puede ‘levantarte’ la novia en un suspiro y hacer cosas que no pueden describirse (ni imaginarse) no puede ser bueno. No, no puede ser bueno. Felicity sufrirá en sus propias carnes el acto de que te ‘levante’ el hombre vivo más rápido del planeta y te ponga la pepita (y lo que no es pepita) a más de mil por hora. Felicity es una diosa y no desintegra por esas cuestiones físicas… pero su ropa no es de marca y se nota. Su fogoso regreso a S.T.A.R. Labs y striptease forman parte ya del imaginario y recopilatorio de la serie. Y no hace falta que nos perpetúe la secuencia Cisco Ramon. No hace falta. Como no hace falta que Cisco recuerde a su compañera Caitlin Snow que él pone los nombres a los meta-humanos. Le faltó un «Bitch please». “The Flash”, por lo tanto, ha decido recopilar sus aciertos y fallos y conglomerar con la ayuda de “Arrow” un compendio que desarrolle y establezca toda su capacidad de entretenimiento por encima de esa esperadísima y para nada decepcionante batalla entre los protagonistas de sendas series. 


Todo ese terreno cándido e infantil es dibujado en ese arranque donde The Flash se transforma en una ONG del ‘corasón’ para ayudar a los ciudadanos de Central City (¿el gentilicio es ‘centrenses’ o ‘centraleños’?) a dar sentido a sus ¿estúpidas? emociones. La cuestión es mojar bragas aunque en la relación de Iris y Barry ambos lleven pañales con protección extra. Toda esa sentimentalidad es aprovechada por ese ladrón de bancos que te pone los ojos ‘colorados y resplandecientes’ como los niños de “El pueblo de los malditos” y te deja más cabreado que John Cobra viendo un mitin de Pablo Iglesias. Es evidente que la llegada de Oliver a Central City y su sorpresiva aparición, salvando el culo a Barry y Joe West, va a deparar todo tipo de frentes. Tanto para Joe como el Dr. Harrison Wells, tutores legales del superhéroe lechal, ese justiciero de la aldea de al lado es una mala compañía. Hay que recordar que Flecha Verde asesinó a unas 3.596.998 millones de personas (o más) antes de convertirse en un héroe salvador que dejó de matar según su código y en memoria de su mejor amigo. El ‘boomerang’ asesino y su composición es una mera excusa y mcguffin para que Felicity, Diggle y Oliver Queen lleguen a Central City y tomen parte de la mecánica de “The Flash”. Ambos equipos pueden ayudarse y Oliver tiene que entrenar a Barry para que comprenda que ambos tienen que aprender día a día, enemigo a enemigo y su ‘profesión’ es un eterno tutorial. Roy G. Bivolo (Chroma AKA Prism AKA The Rainbow Raider) es el villano que es capaz de inducir la rabia a través del nervio ocular. Es obvio que Barry va a ser ‘hechizado’ por el meta-humano aunque sus efectos a fuego lento van a hacer explotar sus celos contra Eddie Thawne y Flecha Verde. Joe y Wells van a cambiar su opinión sobre Arrow ya que se convierte en el único tipo capaz de detener a ese rabioso The Flash desatado.

Oliver y Barry bautizaron su sociedad previamente con un apretón de manos, aunque la actuación en solitario de The Flash para dar caza a Prism se convierta en ese punto de arranque para gestar el enfrentamiento. Hay una diferencia entre tener poderes y tener precisión y el entrenamiento de Oliver sobre Barry va a desvelar que el superhéroe todavía está verde (y virgen). La disciplina es un punto de partida y los celos de Barry provocan que The Flash ataque a Eddie Thawne para ¿disgusto? de ese perchero llamado Iris. No hay quién engañe al Dr. Harrison Wells con esa máquina dispensadoras de spoilers y no importa que Felicity protagonice un curioso y divertido diálogo lleno de dobles lecturas. No, Wells dejará a todos planchados cuando pide la ayuda de Oliver Queen AKA Arrow. Tampoco hacía falta haber inventado una sala capaz de ver los periódicos que se publicarán en 20 años sino pasarse por la cafetería donde trabaja Iris. Allí estaban Felicity y Oliver Queen, famoso en el mundo entero. Blanco y en botella. Al parecer, en esa cafetería ponen el mejor chocolate de la ciudad porque solamente así podemos explicar ese encuentro fortuito entre Sandra (Anna Hopkins) y Oliver. Recordemos, Sandra es un antiguo affaire de Oliver cuyo bombo y silencio fue pagado a golpe de talonario por Moira Queen. Lo vimos enSeeing Red” (2x20) y Moira se llevó el secreto a la tumba… y nosotros no pensábamos que iban a recuperar la paternidad de Oliver tan temprano aunque se entiende que con la visita a Central City el asunto debía ser de nuevo recordado de cara al futuro. Oliver es papá y a su retoño le gusta el chocolate de Iris. Sí, suena fatal. Pasemos página y vayamos al enfrentamiento entre Arrow y The Flash, entre la cacareada experiencia y velocidad. El cerebro de Oliver se tienen que poner en marcha para sorprender a tan veloz oponente al que 2.000 miligramos de tranquilizante de caballos no pueden detener. Los chistes de Diggle son opcionales. La batalla espectacular se resuelve en empate técnico y Wells y West llegan a tiempo con la furgoneta que robó la iluminación del Pacha y Space en Ibiza para volver a dejar a Barry como estaba. Nos lo creemos y punto… después de semejante recital de acción.


Oliver pide al equipo de The Flash que mantengan el secreto de su identidad, Felicity encarga a Caitlin la tarea de descomponer completamente la muestra de ADN del asesino de ‘Canary’ y Oliver huele a azufre cuando se acerca a Wells. Más cosas. Iris considera a The Flash ahora un mal tipo y no sabemos si dedicará su blog a criticar al superhéroe de Central City o subirá fotos con su churri a Instagram. La verdad no nos importa… aunque los guionistas sigan pensando erróneamente lo contrario. Prism acaba en la prisión de contención de S.T.A.R. Labs y OIiver toma nota. Tampoco nos importa demasiado cómo le capturaron y es que “Flash vs. Arrow” es un apasionadora de todas las virtudes y defectos de la serie de The CW, elevados a un extremo de superficialidad, humor, acción, romance en pos del entretenimiento más satisfactorio. Se siente como un mediometraje en desarrollo de aquello a lo que debería aspirar esa Liga de la Justicia televisiva y a la que se sumará en breve Supergirl. Ronnie Raymond pone el fogoso epílogo final para dejar claro que Firestorm está también aquí y ha llegado para quedarse… como, en definitiva, esta serie capaz de sintetizarse satisfactoriamente con “Arrow” y viceversa. No es una estructura nueva pero la máscara le sienta muy bien al asunto y “Flash vs. Arrow” se convierte en una afilada flecha al corazón de los fans de la serie.

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1 comentario:

  1. "Oliver huele a azufre cuando se acerca a Wells" me encantan tus reviews!

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