Trospidvisión 2013

Quien se sorprenda ahora de la posición que ha conseguido El sueño de Morfeo en el Festival de Eurovisión 2013 tiene una nula perspectiva, vive en una burbuja o simplemente se ha creído las ‘mentirijillas - auto - motivadoras’ con las que la cadena pública ha ido adornando premeditadamente su anunciada participación. Como ya señalaron los iniciales pronósticos de las casas de apuestas Emmelie de Forest provocaría el triunfo de Dinamarca mientras que España lucharía por cerrar clasificación. Así fue, 8 puntos y puesto 25º. Penúltimos, tal y como las propias casas de apuestas habían vuelto a ratificar con el paso de todas las canciones finalistas tras las semifinales. Es más, antes de que comenzará su actuación había propuesto una encuesta en mi cuenta de twitter para determinar si España acabaría última, penúltima o sería apedreada por lucir pezuños y ser Raquel del Rosario anunciada como la tienda de pulseras ambulantes del festival. Ganó lo último… aunque al no producirse la segunda posibilidad fue precisamente el resultado final: el puesto 25º. ¿Si todo iba a ser tan previsible en nuestro paso por Malmö por qué no arriesgar con otra apuesta más vertiginosa… como John Cobra, Camela o Falete con piscina y trampolín? Puestos a hacer el ridículo lo podríamos hacer mejor que nadie, ¿no?

Según la ‘Guía Fotográfica Bastarda Eurotróspida 2013, el musical’, el guión se fue cumpliendo actuación a actuación y ahora es momento de repasarlo.

Comenzamos en plan destroyer: una francesa borracha que parecía Amy Winehouse poseyendo a Courtney Love; fue recompensada por 14 puntos, la 23ª posición y dos botellas de ginebra extras. Precisamente de alcohol fue gran parte del festival. Por un lado, el que se bebieron los griegos y que les hizo acabar sextos y aquel que se sopló antes, durante y después de su actuación Bonnie Tyler para ir bien embalsamada. Su 19ª posición, 23 puntos y su tema ‘Believe in J&B’ fueron tan remarcables como sus intentos de no deshacerse y descomponerse viva sobre el escenario. Por otro, el consumo de alcohol aumentó al otro lado de las pantallas para poder soportar el espectáculo (y bochorno) que pasó por Malmö. La liga (etílica) la jugaban otros y queda constatando en el gráfico de ganadores y la variación entre la posición final y la designada por las casas de apuestas.

Podemos afirmar, con todo lo anterior, que las variaciones fueron mínimas en el top 10 y que Malta y Hungría dieron la nota y sorpresa. Gianluca Bezzina y su sonrisa después de haberse fumado todas las plantaciones de marihuana de Suecia inspiraron simpatía en el público así como el look de moderna-húngara-alternativa-hipster-licenciada-en-filosofía de ByeAlex. Anouk, la balada de Marco Mengoni (la preferida de los españoles con nuestros 12 puntos) o el ska griego de Koza Mostra & Agathonas Iakovidis eran crónicas de top 10 anunciadas. Así, como ese top 5 que iban a formar la doble rusa de Sadie Saxton, al anuncio noruego de fajas con escaso control capilar, la versión de Thor ucraniana con Zlata Ognevich, la caza gigantes, y los intentos de “Spider-Man 3, el musical” por quitar el triunfo a Emmelie de Forest, confesa fan de Johnny Cash y Nirvana (Kurt Cobain)… que todavía se estarán revolviendo en sus tumbas con la simple mención/asociación a tal evento e intérprete.

¿Anécdotas? Muchas y de todos los colores. Lena se equivocó al dar los puntos desde Alemania mientras que algún look recordó a Star Trek por parte de esos presentadores que pretendían inmortalizar el momento en su medio-minuto-de-gloria. El extraño tono de piel de la presentadora Petra Mede, así como su vestuario horrendo fueron temas candentes y muy comentados durante la noche de un festival presidido por un mariposón como mascota. ¿Realmente Eurovisión tiene que ser ese desfase y diarrea churri-kitsch-pop? Pero, por obviedad, el instante condenado al recuerdo fue la actuación de El Sueño de Morfeo. El pelucón y el traje vaporoso amarillo-gafe escogido por Raquel del Rosario, animada previamente en redes sociales hasta por su ex, intentaron aportar cierta luz a la oscuridad de su voz. Nerviosa al principio, desafinada después y camuflada más tarde entre el ruido y el movimiento, ni es excusa ni tiene perdón ya que España tenía asignada su posición antes de pisar el escenario. No todo tenía que ser malo: ¡las pulseras del público fueron españolas! 

El resto fue el espectáculo eurovisivo habitual para incendiar las redes sociales más rápidamente que un tweet de Toni Cantó. El chocho electrificado moldavo así como el rostro y nariz belga más criticados subieron muchas posiciones a cambio del descenso de la muñeca pepona alemana y el beso lésbico de Krista Siegfrids. Pero el mayor descalabro fue el bondage irlandés que propuso Ryan Dolan y que acabó cerrando clasificación. Se esperaba, eso sí, algo más de Georgia y que el rumano Cezar diera la campanada. Su actuación posiblemente será lo más comentado y remarcable de la noche: un recital de vestuario, voz y sobredosis de chirriante insulto visual con condones gigantes de colorines de fondo en un show indescriptible. ¡Bravo! Digo, rabo… que es aquello a lo que realmente quería hincar el diente este vampiro rumano protagonista de la versión más gayer de ‘Drácula’ que nadie se había atrevido a perpetrar. No me resulta en absoluto entendible por qué España no le dio ni un solo punto. Un acto repudiable que simplemente me provocar gritar: TONGO-TONGO-TONGO-TONGO-TONGO-TONGO-TONGO-TONGO. Esperemos que el año que viene se recompense como se debe al Impero austro-rumano-húngaro-maltés. Al menos, con un consolador tanto para el sufrido público como para algunos de los participantes del Festival. ¡Se acabó el sufrir! Al menos, por este año.