jueves, 29 de abril de 2010

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The Romanian Incident!

No es el título de una película de Serie B pero podría serlo porque, aparte de ser mi vida ahora totalmente B y un 0,00000001% A, es precisamente al país donde acude la serie A y B hollywoodiense a rodar por economía (y no narrativa, ya que le falta ahora canti-dubi-dubi-da). Tampoco este texto va al rebufo los panfletos y manifestaciones de Badalona por el ‘incivismo’ de parte de la población rumana de allí. Que más que rumanos son romaníes o gitanos del este y que los más racistas contra esos nómadas con más expulsiones históricas mundiales que la casa de “Gran Hermano” son los propios rumanos. Imagínense que la comunidad extranjera ‘generalizase’ y pensase que todos los españoles somos como nuestros políticos: analfabetos, incultos, ladrones, chillones, barriobajeros y por supuesto incívicos. Tampoco hablaré de la obsesión de los rumanos por la sangre. Allí al parecer no hay Coca-Cola y el cubalibre es sólo con sangre. Tampoco hay leche, sólo sangre y los niños son ‘amamantados’ con A negativo generándoles cierta sed-de-mal por realizar obras incívicas que relataré más adelante.


Por azares del destino diario e inclemencias del transporte público cada día se convierte en un nuevo viaje y aventura que me recuerda a ese sketch de “Acción Mutante” en forma de anuncio de ‘cereales’: «Cada desayuno es un viaje con Tripis». Efectivamente cada viaje diario en el transporte público es un nuevo universo con capacidad fílmica y surrealista. Algo suculento para formar parte de las teorías conspiratorias, momentos y claves bastardas y eventos para no dormir (o bostezar de aburrimiento) de este blog.





Lo primero: el tren de vuelta llega pero no para donde tiene que parar. Muchos hacemos cálculos para determinar la puerta de salida/entrada más cercana a los tornos de la estación de salida final. Esta vez falló por bastantes metros, tantos que ni siquiera me planteé un cambio previo de parada: esto es un recurso del contrareloj y prueba de fuego que consiste en cambiarte de vagón cuando se para en la penúltima estación. Hay que hacerlo rápido con la velocidad de un ‘espalda mojada’ ya que muchos se quedaron en tierra de nadie y se les quedó una cara de eterno gilipollas cuando les cerraron las puertas en sus narices.

Al salir observé que una multitud de amontonaba en los tornos y vi un CD volar hasta tocar el techo de la estación y caer al suelo. No tocó a nadie. Pero observé que dos niños rumanos (niña y niño, ella de unos diez y él de unos ocho años) lo recogían y al parecer seguían jugando con el en las escaleras que descendían al paso subterráneo hacía la salida. Les adelanté en las mismas y en pasillo interior noté que el CD pasaba a diez centímetros de mi cara. Chocó contra la pared y cayó. Posiblemente ese ataque terrorista que hubiese causado un conflicto internacional en otras circunstancias lo hubiese dejado llevar pero lo consideré un acto a favor de la S.G.A.E. ya que ¡era una CD virgen! y supuestamente ¡con canón! Me giré y le increpé por su grado de locura. La mocosa rumana no tenía aspecto marginal pero por la hora debería estar en un colegio y no sola junto con otro menor lanzándo al público CD como si fuera una Pop Star. La niña me miró con esos ojitos muy utilizados por la mendicidad-rumana a lo ‘Pido un favoooooo’ y me contestó: “¿Pero acaso de te he dado?” La indignación y la rabia aumentó y la volví a increpar para que recibiese una ecuación digna y dejase de ser tan niñata.






No es que un CD pueda matarte pero ni siquiera a dos niños de la yihad islámica se les ocurriría lanzar un CD en medio de cien personas ya que sería un acto suicida: lo normal es que alguien te acabe partiéndote la cara. Ese grado de suicidio social es exasperarte y nefasto para una cultura moderna: ¿tan poco importa todo? Ese nihilismo rumano fue visto por más de cien personas como algo que no les afectaba ni les importase. Esos niños eran invisibles, meros fantasmas.

Posiblemente mi reacción, aparte de que estamos acostumbrados lamentablemente a que los niños rumanos sólo roben o te pidan dinero, también se deba a que odio los homenajes sin gracia. Y éste lo era. Parecía un
homenaje digital a “Mujeres al borde de un ataque de nervios” y yo soy fan del vinilo y de Carmen Maura. Como dice un viejo proverbio rumano: “Ven problema, pero ven solo!” ¿Se referían a lanzamientos asesinos de CD y vinilos por ventanas para dejar KO a amantes-bandidas?

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