La última temporada de “The Big Bang Theory” parece tener ciertos problemas ‘de entorno’ y ‘contenido’ debido a la superación de unas de las tensiones sexuales no resueltas de la segunda temporada. Desde que Leonard y Peny son pareja oficial han pasado a ser meras comparsas de las tramas, como ya lo eran Howard Wolowitz o Raj Koothrappali.
Todo queda en manos del inimitable y genial Sheldon Cooper y únicamente la serie funciona ahora, en mi opinión, cuando las tramas secundarias giran, cual satélites artificiales, alrededor de Sheldon. Con algún ramalazo brillante como ese Sheldon-Gollum, algún esporádico bazinga!, la madre de Leonard, recurrentes guiños al lado más oscuro friqui o la aparición de Wil Wheaton en “The Creepy Candy Coating Corollary”, conforman un temporada irregular y floja (porque es simplemente visible, aunque muy superior a la media de sitcoms que ofrecen ahora las cadenas en sus parrillas), que enlaza con el episodio que vamos a tratar “The Wheaton Recurrence”.
Parece que los guionistas escucharon mis plegarias a los dioses Nolan Bushnell y Ted Dabney para que existiese un notable punto de inflexión entre esa Belén Estebán con veinte años menos sin Andreita, pollo y marido-camarero (ella ya lo es aunque comparte con la Estebán su afición a la actuación) y ese aspirante a hobbit con cara de eterno emporrado.
Un ‘te quiero’ de Leonard es el desencadenante de la trama principal del episodio. Penny pese a estar cada vez más integrada en el lado friqui y soltar frases starwarianas no lo tiene claro. ¿Será esa cosa pequeñita con la que se acuesta cada noche el hombre de su vida, su amor? Leonard lo tiene muy claro y ella se siente presionada. Para colmo el baboso de Stuart, el dependiente y dueño de la tienda de comics, ha fichado a Wil Wheaton como compañero de su equipo de bolos. Obviamente la tensión Sheldon-Wheaton está servida aunque me esperaba algo más bestia y que Sheldon se pasase al lado oscuro para derrotarle definitivamente aunque supongo que Wheaton va a ser un personaje recurrence.
Agradecidos podemos quedar, eso sí, al indicarnos que las hormigas gigantes son inviables desde un punto de vista científico y que el escroto de los conejos se encuentra frente a su pene.
Como toda estela que deja en un mapa un satélite las tramas quedan fusionadas por las capacidades marimachiles de Penny para jugar a los bolos. Eso provoca que Sheldon intente convencer a Penny que haga las paces con Leonard a base de sobornos y maquiavélicas conspiraciones basándose en sus estudios sociológicos del cómic “Cathy”.
Es la única manera de derrotar a su archienemigo. Finalmente el némesis del Dr. Cooper utilizando su capacidad maléfica para mentir y liarla parda provoca la separación de la pareja, la retirada de Penny, la derrota del equipo de Sheldon y el ‘cobro’ de una suculenta apuesta.
Todas las dudas y tensiones sexuales serán resueltas en “The Spaghetti Catalyst”, próximo episodio. Yo espero que siguiendo ese halo de parsimonia y actitud previsible de la serie acabará con la ruptura definitiva de Leonard y Peny para iniciar la reconquista en la cuarta temporada. Efectivamente, pura recurrence
. Aunque los complementos y todo el friquísmo de la serie, pese a ser puro envoltorio, molan tanto como intentar contar los pisotones, patadas e insultos al lanzar una foto de Wesley Crusher en una convención de trekkies.
Todo queda en manos del inimitable y genial Sheldon Cooper y únicamente la serie funciona ahora, en mi opinión, cuando las tramas secundarias giran, cual satélites artificiales, alrededor de Sheldon. Con algún ramalazo brillante como ese Sheldon-Gollum, algún esporádico bazinga!, la madre de Leonard, recurrentes guiños al lado más oscuro friqui o la aparición de Wil Wheaton en “The Creepy Candy Coating Corollary”, conforman un temporada irregular y floja (porque es simplemente visible, aunque muy superior a la media de sitcoms que ofrecen ahora las cadenas en sus parrillas), que enlaza con el episodio que vamos a tratar “The Wheaton Recurrence”.
Parece que los guionistas escucharon mis plegarias a los dioses Nolan Bushnell y Ted Dabney para que existiese un notable punto de inflexión entre esa Belén Estebán con veinte años menos sin Andreita, pollo y marido-camarero (ella ya lo es aunque comparte con la Estebán su afición a la actuación) y ese aspirante a hobbit con cara de eterno emporrado.
Un ‘te quiero’ de Leonard es el desencadenante de la trama principal del episodio. Penny pese a estar cada vez más integrada en el lado friqui y soltar frases starwarianas no lo tiene claro. ¿Será esa cosa pequeñita con la que se acuesta cada noche el hombre de su vida, su amor? Leonard lo tiene muy claro y ella se siente presionada. Para colmo el baboso de Stuart, el dependiente y dueño de la tienda de comics, ha fichado a Wil Wheaton como compañero de su equipo de bolos. Obviamente la tensión Sheldon-Wheaton está servida aunque me esperaba algo más bestia y que Sheldon se pasase al lado oscuro para derrotarle definitivamente aunque supongo que Wheaton va a ser un personaje recurrence.
Agradecidos podemos quedar, eso sí, al indicarnos que las hormigas gigantes son inviables desde un punto de vista científico y que el escroto de los conejos se encuentra frente a su pene.
Como toda estela que deja en un mapa un satélite las tramas quedan fusionadas por las capacidades marimachiles de Penny para jugar a los bolos. Eso provoca que Sheldon intente convencer a Penny que haga las paces con Leonard a base de sobornos y maquiavélicas conspiraciones basándose en sus estudios sociológicos del cómic “Cathy”.
Es la única manera de derrotar a su archienemigo. Finalmente el némesis del Dr. Cooper utilizando su capacidad maléfica para mentir y liarla parda provoca la separación de la pareja, la retirada de Penny, la derrota del equipo de Sheldon y el ‘cobro’ de una suculenta apuesta.
Todas las dudas y tensiones sexuales serán resueltas en “The Spaghetti Catalyst”, próximo episodio. Yo espero que siguiendo ese halo de parsimonia y actitud previsible de la serie acabará con la ruptura definitiva de Leonard y Peny para iniciar la reconquista en la cuarta temporada. Efectivamente, pura recurrence
. Aunque los complementos y todo el friquísmo de la serie, pese a ser puro envoltorio, molan tanto como intentar contar los pisotones, patadas e insultos al lanzar una foto de Wesley Crusher en una convención de trekkies.
«Seguro que probablemente estarás harto de preguntas sobre “Star Trek”, pero, a Whoopi Goldberg, ¿te la tiraste alguna vez?»
Lo sabemos, serías más feliz si Penny se liase con Sheldon...
ResponderEliminarSheldon no podría pero en una noche de borrachera (para dar otro discurso o recoger otro premio) tendríamos un Bazinga!
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