Con cada vez menos tiempo real y con cada vez menos espacio de aire. La vida como pura asfixia y cada vez con y con menos momentos para proceder a aporrear un tecleado sin ánimo de lucro. Es difícil y muy difícil casi improvisar a cada expiración e inspiración al ritmo de un traqueteo continuo. Menos mal que existen momentos de respiro con bocanadas de aire fresco. Una de ellas se produjo el pasado jueves y previamente, el miércoles, había presenciado el último episodio de “Lost”, “Everybody Loves Hugo”, que enlazo directamente a otro momento cual relámpago del día siguiente. Después de decenas de capítulos y a la sexta y última temporada nos descubren que aquellos murmullos que salían de la frondosa jungla eran llantos de almas condenadas a una cadena perpetua o vacaciones de funcionariado. Michael era uno de ellos y aparece delante del único que puede verle, Hugo.
Es chocante que poco a poco y cada vez con menos tiempo real para completar todas las tramas de la serie (debería de haber una temporada paralela para profundizar en detalles y personajes) todo se reduzca a tipo que vigila de otro. Cuando el tipo, al parecer bueno, la palma porque el otro encuentra una rendija entre tanta burocracia alguien tiene que remplazarle. Jacob posiblemente sea el funcionario del estado más friki del planeta y una vez muerto el resto de personajes y protagonistas de las anteriores temporadas (en verrsión reducida de seis) tengan que opositar para ocupar la vacante. Semejante disparate funciona porque J.J. Abrams ha hecho los deberes durante todo el temario aunque creo que soy uno más en una mayoría de los que piensan que ninguno de los creadores de la serie de culto tenía nada en la cabeza de esas ‘cosas que ocurrieron’ y ocurrirán durante esta temporada.
El examen final para la oposición es el próximo mes y mientras hablaba con una amiga de todo aquello, esto y más allá, mientras devoraba un kebab en un mini-restaurante turco y céntrico de la capital ocurrió algo que me dejó apartado durante unos segundos de la realidad. Michael estaba delante de mí pero no era el objeto de su presencia. No era mi primer contacto con el más allá ya que suelo hablar con los fantasmas de Torrebruno y Freud pero semejante fenómeno alteró el orden que habita en mi universo.
A través de una pequeña ventana miraba desde el exterior a una pareja que se encontraba enfrente de mí. Anonadado me quedé cuando el hombre que estaba comiendo en el interior devolvió la mirada a Michael. Éste le hizo el gesto universal con la mano: ‘comer’, ‘comida’. El hombre miró su bandeja pero ya no quedaba nada y ni corto ni perezoso invitó a Michael para que pasase al interior del lugar. Le ofreció gratuitamente un kebab pese a la inicial negación del dependiente y provocó el orgasmo afectivo de un servidor y de su acompañante femenina. Michael se fue con la futura y efímera comida del día y ni me miró aunque sigo pensado que más que caballerosidad fue una autentica técnica de ligue.
Y en este mundo de conspiraciones uno ya no sabe ni qué pensar y si todo aquello formaba parte de un guión o mera improvisación del día al día.
A veces veo...
|
El examen final para la oposición es el próximo mes y mientras hablaba con una amiga de todo aquello, esto y más allá, mientras devoraba un kebab en un mini-restaurante turco y céntrico de la capital ocurrió algo que me dejó apartado durante unos segundos de la realidad. Michael estaba delante de mí pero no era el objeto de su presencia. No era mi primer contacto con el más allá ya que suelo hablar con los fantasmas de Torrebruno y Freud
Ese pelo no se lleva...
|
Y en este mundo de conspiraciones uno ya no sabe ni qué pensar y si todo aquello formaba parte de un guión o mera improvisación del día al día.
Cuando oposites comerás huevos, hijo mío.
No hay comentarios:
Publicar un comentario en la entrada (lea antes los Mandamientos de este blog)
Lea antes los Mandamientos de este blog.