“Steve Jobs”
Director: Danny Boyle
EEUU
2015
Sinopsis (Página Oficial):
Desde el lanzamiento de tres productos icónicos hasta la presentación del iMac en 1998, el largometraje nos lleva al corazón de la revolución digital para realizar un retrato intimista de su creador. “Steve Jobs” está dirigida por el oscarizado® Danny Boyle a partir de un guión de Aaron Sorkin basado en la biografía superventas del fundador de Apple escrita por Walter Isaacson. Los productores son Mark Gordon, Guymon Casady, de la productora Film 360, Scott Rudin, Danny Boyle y el oscarizado® Christian Colson. Protagonizan la película Michael Fassbender en el papel de Steve Jobs, el brillante pionero, y la oscarizada® Kate Winslet como Joanna Hoffman, la mujer que dirigió el departamento de marketing de Macintosh. Seth Rogen es Steve Wozniak, el cofundador de Apple, y Jeff Daniels es John Sculley, expresidente ejecutivo de Apple. El reparto también incluye a Katherine Waterston como Chrisann Brennan, la exnovia de Steve Jobs, y a Michael Stuhlbarg como Andy Hertzfeld, uno de los miembros fundadores del equipo de desarrollo de Apple.
●¿Y qué hará la gente con él?
—Hollywood mostraba a las computadoras como algo aterrador. ¿No te recuerda a una cara simpática, que la disquetera es como una sonrisa boba? Es amable, juguetón y tiene que decir «hola». Debe decir «hola» porque puede.
Bienvenidos al biopic entendido como un ejercicio de estilo en el que el autor (y objeto) acaba fusionándose a aquellos que condicionan la obra, sintetizados como una serpiente que se muerde la cola. El enfoque de “Steve Jobs” está claro que nos remite a la biografía de Walter Isaacson, donde el difunto de CEO de Apple quedaba representado tanto por sus logros como por ser un ser tremendamente mezquino, ególatra y manipulador. Aquel que fuera un perfecto director de orquesta tampoco salía bien parado en “jOBS” y no porque la película fuera uno de los bluffs del 2013 (amén de la nominación de Ashton Kutcher en los Razzies) sino que según el film de Joshua Michael Stern, Steve Jobs camuflaba su supuesto nulo talento en usar, triturar y exprimir a las personas con aptitud que orbitaban a su alrededor. Desconocemos hasta qué punto aquel visionario distorsionaba la realidad o, simplemente, ha sido víctima de esa contracrónica habitual de todo icono cultural cuando ya no tiene voz para poder defenderse de los ataques. La cinta, en cierto modo y siendo consecuente con el acercamiento, trata de ser una suma de talentos y creadores, como si Danny Boyle, Aaron Sorkin, Michael Fassbender y Kate Winslet tratarán de hacer suya la propia obra y estiraran el concepto artístico hacia sus propios vanidosos y personales intereses. Y en las aristas de toda esa tensión surge los instantes más brillantes del film.
Cualquier acercamiento a Jobs siempre ha generado ciertas contradicciones en su ‘personaje’, haciendo hincapié en ese vegetariano que andaba descalzo y que vivía rodeado de lujo, en esa eterna argumentación sobre dos posicionamientos contrapuestos. “Steve Jobs” nos aproxima al personaje desde su propia evolución y réplicas, desde un conflicto que va creciendo en su interior y que queda personalizado en esa hija que inicialmente repudia y, finalmente, es la pieza para que pueda seguir adelante encontrando cierta humanidad. El posicionamiento es articular una película de tres actos que, en realidad, esconde un episodio único que va replicando sobre tres presentaciones que modularon la vida del cofundador de Apple. Del Macintosh en 1984 pasamos a su salida de la compañía y la introducción de la computadora NeXT en 1988 como parte de su jugada maestra para regresar como CEO dando al mundo el iMac en 1998. El cine es la materia prima y Boyle trabaja sobre los formatos, pasando de los 16 mm a los 35 mm para finalizar en el formato digital de alta definición. Esa modulación es también utilizada por Sorkin a través de personajes recurrentes y réplicas, como si se desempeñara una misma función de obra que va madurando por el propio paso del tiempo y la elipsis. Y es ahí donde el crecimiento de Lisa marca la evolución física del concepto ante la fijación del resto de protagonistas, atrapados en los mismos cuerpos e identidades que tratan de reflejar. En ese compendio existe tanto el mencionado concepto teatral, afín a cualquier premier, y también una articulación de reiterativos conflictos entre personajes que desvelan una línea de evolución anímica y existencial en Steve Jobs y nos muestran el elemento que hizo más humano a un ser tan arrogante, esculpiendo un idóneo retrato de una entidad con doble efigie para la posteridad. Evidentemente contar con reparto volcado, con Michael Fassbender como maestro de ceremonias, permite a Boyle manipular convenientemente el cine como elipsis y a Sorkin trasladar su universo entre los bastidores de cada gran historia o personaje. Finalmente, la teatralidad que habita toda gran obra acaba siendo el propio envoltorio y carcasa del film, transformando también el cine en un objeto egocéntrico y en esa batalla que se establece entre director, guionista e intérpretes. Cada uno desea ser el absoluto protagonista, cada uno desea ser Steve Jobs.
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