Os contaré una historia. Érase una vez… un hombre al que dieron por el culo. ¿Qué os ha parecido la historia? Porque esa es la historia de la gente negra de América. ¡Mierda, todavía no sabéis que sois negros! Os pensáis que sois solo personas. Permitidme que sea el primero que os diga que sois todos negros… En el momento en que esos hijoputas holandeses vinieron, decidieron que eran blancos y vosotros erais negros y con ese nombre os iban a llamar. Dejad que os aclare un poco lo que os espera en la orilla. Vais a llegar a América, la tierra de las oportunidades, la leche y la miel… ¿pero sabéis qué? Que vais a ser todos esclavos. Os van a separar, a vender y a mataros de tanto trabajar. Algunos tendrán el domingo libre para dormir y follar y así fabricar más esclavos. ¿Y todo para qué? ¿Por el algodón? ¿El añil? ¿Por una puta camisa morada? La única buena noticia es que el tabaco que van a cultivar gratis vuestros nietos les va a provocar cáncer a un montonazo de hijoputas blancos. Y esto no ha hecho más que empezar. 100 años después seguiréis jodidos. Otros 100 más tarde… jodidos. Otros 100 años después seréis libres pero os seguirán jodiendo en el trabajo y os dispararán a la mínima, ¿me seguís?
“The Secret of Spoon”, segundo episodio de la primera temporada de “American Gods”, ha vuelto a incidir en el despliegue y festín audiovisual que ofreció previamente la creación de Bryan Fuller y Michael Green. Recapitulemos. La serie de Starz, disfrutable en España a través de Amazon Prime Video, nos presentó a nuestro héroe. Sombra, un hombre condenado a la perdición, es víctima de varios giros sin retorno en su vida desde que es liberado de prisión unos días antes de finalizar su condena debido a que su esposa ha muerto. Aunque el recuerdo de Laura Moon sigue presente en secuencias oníricas, su legado ha sido pasar a la posteridad haciendo una felación al mejor amigo de Sombra antes de que ambos perecieran trágica y repentinamente. Desde luego, el destino está mandando señales a Sombra y su tiempo no va a ser perdido sino que el Sr. Miércoles ha aparecido en su vida tal vez para aprovecharse de un hombre atrapado en una constante pesadilla. Sombra, tras el desconcertante encuentro con Technical Boy en una limusina virtual, empieza a dudar del mundo que lo rodea. Desconocemos parte del simbolismo que envuelve su existencia. ¿Ese búfalo con un ardiente fulgor que emerge de sus ojos es, por ejemplo, una conexión con las experiencias extrasensoriales que tenía Will Graham en “Hannibal”? ¿Existe otro vínculo con una deidad o es una metáfora del propio territorio estadounidense? Esa tierra de las oportunidades es el epicentro de esa batalla en ciernes entre Viejos Dioses y Nuevos Dioses y entendemos que Sombra no está en el centro ni ese fuego cruzado por simple casualidad. ¿Por qué esconde sus auténticas razones el Sr. Miércoles? ¿Desea usar a Sombra como una marioneta y, de este modo, establecer ese discurso sobre los hombres terrenales al servicio de los dioses? Por un motivo que desconocemos, tras el pacto con ese ‘demonio’ interpretado por Ian McShane, otros dioses han aparecido en la vida de Sombra. Una vida que, además, da la impresión de estar en una espiral de perdición y, sobre todo, locura. ¿Qué ha ocurrido en “The Secret of Spoon” para que temamos de nuevo por la vida de Sombra?
Es obvio que los lectores de la novela de Neil Gaiman —y fans de la mitología y las pistas corporales/circunstanciales — saben quién es en realidad el Sr. Miércoles. Es un secreto a voces pero el propio personaje y los escritores parece que no quieren centrarse en tal evidencia sino en los motivos por los que la deidad ha contratado a Sombra. Evidentemente el Sr. Miércoles desprecia toda la tecnología moderna y el road trip junto a su nuevo guardaespaldas va a llevarnos a conocer a distintos y variopintos Viejos Dioses. Algunos de ellos ya han sido presentados en ese mundo oscuro y sucio, decrépito y tenebroso. Por ejemplo, tenemos al misterioso escritor de nuestra historia y de la implícita en el suelo estadounidense. Mr. Ibis nos va a transportar a 1967 para que veamos cómo el segundo (?) dios en llegar a América fue Mr. Nancy, Anansi. En “American Gods” los dioses no salvan a los mortales que profesan su fe de un modo sencillo y simple sino que exigen ciertos sacrificios impuestos y la aparición del personaje interpretado por Orlando Jones se realiza de un modo anacrónico, como si la representación de esa deidad estuviera por encima del tiempo. La idea es que esa araña y ‘diablo salvador’ ofrezca a esos futuros esclavos su propio futuro desplegado en un brillante monólogo con el que arranca el episodio. En “The Secret of Spoon” descubriremos que ira es buena (?) porque impulsa a hacer cosas y aquello que desea Anansi es que sus ‘hijos’ acaben con esos hijos de puta que pretenden esclavizar a su pueblo envolviendo en llamas el barco que les trasporta a la tierra de las oportunidades. Al fin y al cabo, eran hombres muertos… y ese jazz que adorna toda la secuencia compendia las emociones allí reinantes.
Que Sombra sea un hombre de color en suelo estadounidense pudiera ser una nueva alegoría sobre esa implícita conexión racial que está dejando en cada episodio la serie de Bryan Fuller y Michael Green. El color de la piel es determinante en una tierra hostil con aquellos que determinaron quienes serían los negros y blancos de la historia. Vimos como Sombra iba a ser linchado pero alguien lo salvó destruyendo (en el sentido sangriento y literal) a los lacayos/drugos de Technical Boy. Aunque el Sr. Miércoles indica a nuestro héroe que no ha tenido nada que ver con su sanguinario rescate y sabemos que estamos ante un dios embaucador del que tampoco otros dioses se fían. Puede que habite sinceridad en la cruzada a la que se ha sumado Sombra o, tal vez, todo sea una planificada maniobra con una finalidad que desconocemos. Sombra va a tener el tiempo justo para coser sus heridas (en el sentido sangriento y literal) y partir a Chicago a conocer a un viejo amigo del Sr. Miércoles no sin hacer una parada técnica para presentarnos a un djinn. Czernobog (Peter Stormare) no se va a mostrar en absoluto colaborativo y va a poner un precio para sumarse a esa reunión que está orquestando el Sr. Miércoles. Es obvio que en ese juego de damas va a existir un nuevo sacrificio, como si fuera el único lenguaje que entendieran los dioses y que cada vez está asimilando Sombra y desconcertándolo hacia la perdición, condena y locura. Es un mundo extraño y aunque el Sr. Miércoles no desea mostrar encima todas su cartas está dejando que, a través de algunos encuentros, Sombra tome conciencia de la naturaleza de sus nuevos enemigos y aliados. Precisamente en “The Secret of Spoon” Media (Gillian Anderson) hará acto de presencia emulando a Lucille Ball en distintas pantallas de televisión de un centro comercial. La Nueva Diosa también está interesada en contratar a Sombra y no está de acuerdo con los métodos que empleó Technical Boy para coaccionarlo. Pese a todo (e incluso a ver las tetas de Lucille Ball), Sombra seguirá con el Sr. Miércoles dejando tan perplejo como confuso al héroe de la historia. Sombra, además, ha quedado enmarcado en su inocencia al pensar que la aventura de fallecida esposa con su mejor amigo era cosa de una noche. Y lamentablemente descubrirá que el engañó, tal y como relató la otra viuda (y cornuda), era una relación pasada y continuada.
Media ya nos ha introducido que habita en los medios de comunicación y se mueve en el cosmos de esos ‘black mirrors’ que tanto han alimentado la ficción de nuestro tiempo. Media es consciente de su escasa edad frente a esos ‘viejos’ que se encuentran al otro lado del frente de una batalla que está por desarrollarse. Media parece dirigirse también aquí a la propia audiencia al revelar su poder, influjo y omnipresencia sobre los espectadores. A fin de cuentas, la propia serie de televisión forma parte de su reino. Si algo ha vuelto a dejar claro “The Secret of Spoon” es que el críptico Sr. Miércoles está reuniendo a sus tropas y Czernobog, sintetizado como un trabajador de un matadero que ha sesgado cientos y cientos de vidas animales con su martillo, es su inminente visita. Invitados a cenar por las Zoryas, deidades de la mitología eslava, Sombra acabará sumándose a una partida de un juego de damas donde su vida (y cráneo) es el precio del vencedor. Czernobog nos habla indirectamente de su hermano Belobog y tal vez no quiera ser de nuevo el villano (y oscuridad) de la historia y atribuida leyenda. ¿Se cobrará la vida de Sombra al amanecer o todo forma parte de otro juego del Sr. Miércoles para unir a Czernobog al ejército de Viejos Dioses que está construyendo? Sea como fuera, la figura de la deidad interpretada por McShane siempre está rodeada de misterio y silencio; siempre ausente pero siempre presente. Czernobog y sus hermanas también nos plantean ese retrato de Viejos Dioses emigrando a la tierra de las oportunidades para tratar de sobrevivir en un mundo que les ha condenado al olvido, como si en sus lugares originales ya no tuvieran ninguna clase de oportunidad de perdurar. El destino de Sombra daba la impresión que estaba también sellado cuando Zorya Vechernyaya leyó su futuro y le mintió descaradamente… Sombra ha perdido la partida de damas y, por extensión su propia vida. ¿Ese símbolo en el que su futuro estaba escrito era el martillo con el que el siempre amenazante, rudo y sucio Czernobog reventará su cabeza? ¿Salvará a Sombra un deseo que ha pedido el Sr. Miércoles a ese genio de ojos fogosos y resplandecientes que conocimos en el bar restaurante de carretera? ¿Tendrá algo que ver esa partida de damas (que no de ajedrez) con aquella que desplegó Ingmar Bergman en una de sus obras maestras? ¿Dónde está aquí el séptimo sello para anunciarnos el Apocalipsis? Vayamos a distraernos a la parte orgiástica del asunto. En el episodio tendremos más dosis carnales de Bilquis y veremos cómo sigue alimentado a su voraz vagina con nuevos amantes de cualquier raza o sexo. ¿Nos sorprende esas imágenes en el interior de su infinita matriz o son el reverso místico a lo planteado por Scarlett Johansson en “Under the Skin”? Sea como fuera, Bilquis está obsesionada con ese pasado que ella misma protagonizado y esas doradas alhajas con las que vestía su desnudo y deseoso cuerpo. Hay una atracción de las mismas respecto a su cuerpo, como si fuera una nueva prueba de su rejuvenecimiento y esplendor. Tal vez la obsesión de “American Gods” respecto a la Reina de Saba sea centrarse tanto en la decadencia como en los intentos desesperados de esos dioses por retener esa gloria que ahora es simple material de museo para los mortales. No obstante, Bilquis tiene un auténtico vacío sideral en su interior que llenar con cientos de amantes que flotarán (erectos) en ese infinito espacio por toda la eternidad. La fantasía ha comenzado y nuestro viaje apenas ha sobrepasado las primeras páginas de un relato en el que esperamos nuevos intérpretes y sorpresas…
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