Miniserie de TV
“Guerra y Paz”
Título original: “War & Peace”
Título original: “War & Peace”
Reino Unido
2016
Sinopsis (Página Oficial):
En una nueva adaptación de la atemporal novela de León Tolstói, tres jóvenes experimentan la vida, el amor y la pérdida en el contexto de las épicas guerras de Rusia con Napoleón.
The Weinstein Company se ha aliado con BBC para ofrecer una nueva adaptación para la pequeña pantalla del clásico de Tolstói y ganarse tanto el beneplácito de la crítica como del público a golpe superproducción y calidad por los cuatro costados. Dirigida por Tom Harper y escrita por el guionista de “Castillo de naipes”, “Guerra y Paz” nos trasporta a las Guerras Napoleónicas y la invasión de Rusia por parte del Pequeño Cabo para ir moldeando un mosaico a través de varias familias aristócratas y distintos personajes y, de este modo, perfilar un mosaico representativo de la sociedad de la época. Es obvio que incluso dentro de los márgenes de una miniserie y producción televisiva de cerca de seis horas y media, acercarse a una novela posiblemente inabarcable sea ya una misión fallida. En realidad, es Pierre Bezukhov (Paul Dano) la perfecta guía para sentir toda esa evolución desde el idealismo implícito de Revolución Francesa al propio odio a Napoleón y, finalmente, esa esencia del discurso del autor ruso para trazar su más certera jugada. “Guerra y Paz” trata también de poder asumir su espacio en el actual reino de series de televisión, revelando una incestuosa relación sin necesidad de espacios autocensurantes o entrelineado narrativo. Del mismo modo, la miniserie se ciñe a su condición de babilónico proyecto recreando (con la ayuda de los efectos visuales actuales) la Batalla de Borodinóque con ese cuarto de millón de combatientes entre los bandos enfrentados, teñidas en violencia y espectacularidad, haciendo gala de ese halo épico.
En cierto modo, los problemas de la miniserie no son en absoluto su impecable y titánica carcasa, donde Tom Harper busca en todo momento el sentido estético, hallando en la luz el mejor filtro para modular la esencia de su existencialista discurso. La pulpa es su mejor defensa, desde una banda sonora con ciertos atributos de partituras previas de Hans Zimmer aunque sus coros rusos dan ese tono apropiado de solemnidad implícito en la propuesta. Podemos entender todo ese mimo en la puesta en escena como parte de los infinitos encantos de “Guerra y Paz”, una historia de amor acerca del destino donde se relata la imperfección humana a golpe de grandes escenarios, despliegue de vestuarios y un reparto acorde al proyecto y su relevancia. La miniserie, no obstante, es conocedora de sus evidentes carencias para poder adaptar un material inabordable, tratando de captar el citado espíritu y guiándonos a través del mismo. Y ahí volvemos a Pierre Bezukhov. Normalmente ese personaje principal se encuentra descrito desde el patetismo pero a medida que avanza la narración va encontrando su lugar en el mundo, comprobando los horrores y alegrías de esa guerra (y paz) a la que se ciñe el título de la obra. Es el campesino Platon Karatáev y su perro Saschonka aquel que en cierto modo da sentido de la adaptación al establecer un eje filosófico tanto para el protagonista para el espectador. Pierre es el baluarte del discurso vital implícito en la novela y de la propia propuesta televisiva, estableciendo esa conexión inicial como repudiado por parte de esa aristocracia que representa su adúltera esposa (y maquinaciones de su familia) y, sobre todo, la presencia de Anna Pavlovna Scherer (Gillian Anderson). Ser el hijo ilegítimo de un adinerado conde parece dotarlo de una aureola pestilente para esa clasista sociedad e incluso príncipe Vassily Kuragin (Stephen Rea) quiere privarlo de la herencia de su padre para, posteriormente, utilizar a su hija Helene para hacerse con su fortuna. La grandeza de “Guerra y Paz” es que veamos que una cadena de actos haga que ese par de hombres se encuentre prácticamente al cierre de la miniserie, estableciendo ese discurso sobre la redención e incluso el karma que consigue cada uno con sus malas/buenas acciones.
Finalmente, la idea es que la primera secuencia y la última de la propuesta nos revelen que esa aristocracia vivía en la hipocresía y lo artificial, que cedamos a un ámbito real y natural frente a la opulencia y frivolidad previa. A “Guerra y Paz” puede que le falte más existencialismo y menos dosis de romances y juego cruzado de relaciones. Puede que evidentemente Tom Harper tenga que delimitar el producto a un reclamo de diseño, utilizando ese toque aristócrata sofisticado para introducirnos en parte de los entresijos donde los escenarios y los diseños de vestuario dosifican una pulpa que bascula también la acción en su entramado belicoso. Todas esas parcelas, por el contrario, replican en su sexto y último capítulo, como si todas las penurias condujeran a un sentido final, convirtiendo sufrimientos en desgracias pero, al mismo tiempo, en parte de un camino donde interesa en el horizonte final, como si ese gran todo estuviera justificado. Ese discurso positivista y redentor da la impresión de recrearse en aquel «mientras hay vida, hay esperanza», añadiendo la felicidad a la ecuación, ofreciendo una irradiante sonrisa como despedida a su más certera mirada.
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Personalmente no me gusta demasiado tu estilo de escribir; denso, farragoso y en ocasiones considero que das demasiado poca información sobre la película que criticas, pero no cabe duda de que tus críticas (como esta) serían de mucha utilidad para los lectores.
ResponderEliminarTe lo habrán preguntado mucho, pero, ¿por qué has dejado de votar y de escribir en Filmaffinity? Hay muchas series y películas que necesitan de tu criterio.