sábado, 7 de junio de 2014

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The Normal Heart: «Todos somos bombas de tiempo andantes… esperando lo que sea para detonarnos.»

“The Normal Heart”
Director: Ryan Murphy
EEUU
2014

Sinopsis (Página Oficial):

Mark Ruffalo, Matt Bomer, Taylor Kitsch, Jim Parsons y Julia Roberts forman el elenco de “Normal Heart”, dirigida por Ryan Murphy y escrita por Larry Kramer, adaptando su innovadora y homónima obra teatral ganadora del premio Tony. El drama cuenta la historia de la crisis provocada por la aparición del VIH causante del SIDA en la ciudad de Nueva York a principios de los 80, teniendo una mirada inquebrantable a la política sexual de la nación, así como a los activistas gay y sus aliados en la comunidad médica que lucharon para exponer la verdad acerca de una creciente epidemia que tanto la ciudad como la nación negaban. Ruffalo interpreta a Ned Weeks, que es testigo de primera mano de una misteriosa enfermedad que ha comenzado a reclamar la vida de muchos en su comunidad gay e inicia la búsqueda de respuestas. Matt Bomer interpreta a Felix Turner, un periodista que se convierte en el amante de Ned. Taylor Kitsch hace lo propio con Bruce Niles, un banquero de inversión que no ha salido del armario y que se convierte en un destacado activista en la lucha contra el SIDA. Jim Parsons interpreta al activista gay Tommy Boatwright mientras que Roberts se mete en la piel de la Dra. Emma Brookner, una superviviente de la polio infantil que trata a varias de las primeras víctimas del SIDA.

Crítica bastarda:

HBO ha encontrado en la homosexualidad y en el SIDA un campo dramático para ofrecer miniseries y telefilms que han marcado los tiempos y, sobre todo, mucho reconocimiento debido a una incuestionable calidad. “The Normal Heart” da la impresión de querer apuntalar otros conceptos no explotados en “Angels in America” (2003) sobre el comienzo de una enfermedad que no era ajena en otras producciones de la cadena como “Gia” (1998) o la reciente y premiada Behind the Candelabra” (2013). No es que tampoco Hollywood haya quedado al margen de la libertad de la televisión por cable y ya la oscarizada “Philadelphia” (1993) o el cine independiente norteamericano rompieron en los 90 definitivamente el tabú; e incluso en la reciente y también aclamada Dallas Buyers Club” (2013) ha quedado claro que no todo estaba dicho acerca del impacto del SIDA en EEUU. En “The Normal Heart” vamos a centrarnos en el origen de la pandemia y cómo una enfermedad, inicialmente designada como el ‘cáncer gay’, comienza a llevarse a numerosos miembros de la comunidad homosexual sin que el gobierno de los EEUU quiera reconocer la situación de amenaza y esa propia agrupación sepa organizarse convenientemente para combatirla.


El propio dramaturgo Larry Kramer no negó que su obra de teatro se basaba en personajes y sucesos reales, dando posibilidad de enlazar perfectamente a cada uno de los protagonistas con su persona en la vida real. Pero, más que apreciación, la cuestión es que espectador respire el terror o la paranoia que desataron sus vivencias en una situación de crisis para todos ellos y florezca un discurso crítico. El héroe de la propia historia se somete a su inherente coraza desde las primeras secuencias, como si no quisiera integrarse ese mundo de cuerpos desnudos y fantasías sexuales, que incluso se desenfoca cuando se encamina hacia una orgía. Desde el comienzo, Ryan Murphy marca ese ‘paraíso’ resplandeciente establecido por la comunidad gay con una lluvia de seres desabrigados, felicidad, depilación y, evidentemente, desenfreno y libertad sexual. Esa concepción de sensualidad estilística, que el propio director imprime conscientemente en postales superficiales o recuerdos de encuentros sexuales, rápidamente se rompe y se resquebraja. Porque toda esa asertiva concepción de prólogo, a modo de una película de catástrofes, nos revela rápidamente al monstruo… invisible, como dentro de la contraposición de esos cuerpos tallados en el hedonismo y las huellas de la enfermedad y los sarcomas de Kaposi a modo de estigmas. Todo ese material y contraste le sirven a Murphy para hablar de la muerte y del sufrimiento de los que se iban como de aquellos que les amaban y seguían luchando con una plaga impalpable a ojos del resto de la sociedad. No es que el creador de American Horror Storyquiera someter esa crisis al propio marco de la comunidad gay por convicción sino que la necesidad e incluso el propio material proponen un acercamiento integral desde distintos frentes (políticos, periodísticos, sociales y evidentemente médicos) sobre esos márgenes y pasajes de pánico y homofobia en ese marco de terror psicológico.


A Murphy también le interesa entablar un diálogo con nuestro presente y posicionamiento actual con una plaga que afecta(ba) a todos por igual y también ceñirse a esa era en la que una ‘crisis’ provocó que el activismo gay tuviera que responder y unirse, de tomar incluso una conciencia política para la que no estaba preparado y que nunca encontró líderes consecuentes en ese momento. Una conciencia, en definitiva, para enfrentarse a esa burocracia dibujada aquí en encuentros con un kafkiano ‘inframundo’ e incluso esas líneas sobre los diálogos con un asesor de la Casa Blanca, interpretado por Corey Stoll, dejan formalizado todo ese discurso y debate político y social que propician “The Normal Heart”. En su momento, Larry Kramer pudiera parecer un paranoico pero tal vez el propio caos que queda en la narración someta en esas distintas parcelas a una correspondencia al otro lado de la pantalla. Como si la intención final fuera que el propio espectador se sometiera al debate y también recordara a todos aquellos que dejaron de estar en ese mundo planteándose distintas preguntas: ¿Realmente el SIDA fue un virus de laboratorio para reducir población en África y ‘castigar’ a los gays? ¿Quién se ha lucrado y beneficiado desde la aparición de una de las principales causas de muerte en el mundo? ¿O la negación gubernamental y de los medios a aceptar esa enfermedad provocó la pandemia a gran escala siendo su constatada negligencia la responsable de 36 millones de muertes y miles de infectados diarios? Ahora mismo, no quedan demasiadas alternativas y los créditos finales nos recuerdan un epílogo todavía sin escribir. Unas líneas finales que también, siguiendo la iconografía de las películas basadas en hechos reales, revelan interesantes detalles de guión, como esas tarjetas sacadas de un rodolex y su destino final dentro de un cajón a modo de tumba y engomadas lápidas. Nos quedan las lágrimas, ya sean de despedida, de esperanza o de impotencia con banda sonora de Simon & Garfunkel (‘The Only Living Boy in New York’). La cuestión, como esas grandes interpretaciones ante tan potente material, es llorar.

SPOILER FRIKI: Sheldon Cooper no consiguió probar la salchicha de Hulk. :_(

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