Serie de TV
“Louie”
EEUU
(2010-Actualidad)
Sinopsis (Página Oficial):
De la imaginación y talento de Louis C.K. llega “Louie”, que se centra en las experiencias cotidianas de C.K., su búsqueda para encontrar el amor y su búsqueda del humor. Cada episodio cuenta una historia con guión y una mezcla de la comedia stand-up, que es material original para la serie. La comedia de una sola cámara está rodada íntegramente en Nueva York y cuenta con una mezcla única de comedia stand-up de Louis C.K. y las historias con guión. La serie se estrenó en junio de 2010 y fue ampliamente aclamado por la crítica como una de las mejores nuevas series del año. Louis C.K. sirve como productor ejecutivo, escritor, director y editor de la serie.
Con la finalización de la cuarta temporada de “Louie” es momento de ponerse al día con una de las mejores comedias emitidas en la presente década y pieza fundamental para entender gran parte de la sintomatología del humor en el Siglo XXI. En el post dedicado a la review de “Basic Sandwich” (5x13), último capítulo de la quinta temporada de “Community” (y de momento series finale), separaba la gloria (“Modern Family”), de la audiencia (“The Big Bang Theory”) y del culto en la serie creada por Dan Harmon. Tres líneas diferenciadas y pilares del género televisivo actual en el primer lustro de la década presente. Aunque mencionaba a Louis C.K. (como a “Arrested Development”, Tina Fey, Larry David, Ricky Gervais) realmente habría que ubicar a la serie, que monopoliza a todos los niveles artísticos el comediante, como aquella que ganó definitivamente el corazón de la crítica. Es la preferida de la prensa especializada ya sea estadounidense o europea; aquella que no necesita ni de la gloria, la audiencia o el culto para marcar su página dentro de la historia de la televisión. “Louie”, con cuatro temporadas, ha alcanzado el perfecto equilibrio entre la ‘stand-up comedy’ y el humor basado en las propias miserias del comediante. Un comediante que sube al escenario a repasar sus vivencias, errores y percepciones del mundo que le rodea desde una perspectiva ácida e incluso transgresora. Se trata, en definitiva, de un extraño modo de evasión de la otra dura realidad que soporta alejado de los focos.
Esa simbiosis entre el cómico y su propio material biográfico aparecían ya en la segunda temporada de la serie, exactamente en “Oh Louie/Tickets” (2x07). Realmente en ese capítulo florecía el proyecto fallido para HBO planteado como una sitcom de estudio (“Lucky Louie”) y el germen de aquello que disfrutaríamos en “Louie”: un cuarentón divorciado en caída libre que únicamente sobrevive por estar obligado a ser el padre (perfecto) que necesitan sus hijas y volcarse en su profesión como catarsis ante su destino marcado como eterno loser. Louis C.K. se (auto)ridiculiza-y-degrada, tanto dentro como fuera del escenario, y se edita-produce-interpreta con ese matiz de desastre integral condenado a ‘cagarla’ o tener el destino siempre en contra para poder hallar de nuevo el amor. Esa situación le permite atravesar con comodidad cualquier clase de tabú pudiendo lidiar (humorísticamente hablando) con el 11-S, racismo, holocausto, pedofilia, homosexualidad y un largo etcétera de temas supuestamente intocables. ¿Estamos ante el ser humano con más mala suerte del planeta o ante una mascarada emocional como ciclo y sumatorio de su edad y estado civil? Tal vez, el propio Louis C.K. rompió definitivamente la mecánica de su propia serie en una excelente tercera temporada donde se perdieron tanto la introducción de los títulos de crédito como la necesidad de repartir esos monólogos sobre un escenario con la ficción.
Quebrada la comedia stand-up, que daba la impresión de establecer una simbiosis y evolución, “Louie” se libró de sus propios mecanismos. Rota la estructura, llegó un arco argumental prácticamente al cierre de su tercera entrega en el que la serie se definía y mutaba. En “Late Show - Part 1.” (3x10) asistimos a un éxito de Louie en ‘The Tonight Show’ de Jay Leno. No necesitábamos llegar al clímax en ese momento sino a comprobar el estado, propio de la depresión, de ese miserable masturbador cada mañana. «Tan siquiera tengo tiempo de hacerme una paja, por Dios bendito», respondía ante la noticia de convertirse en el vídeo viral del momento. La reunión con un directivo de CBS, para proponerle la posibilidad de presentar ‘The Late Show’ ante la inminente jubilación de David Letterman, nos brindó su futuro: «Estás dando vueltas en torno al fracaso en una órbita cada vez más inestable». Todo el arco argumental que vimos sobre la lucha de Louie para tratar de hacer un piloto de ese ‘late show’ que diera un giro completo a esa órbita vacilante, nos trajo una asociación imposible de David Lynch con Rocky Balboa como parte de las esencias de una temporada completamente temática, sobresaliente y fundamental. El éxito debía ser una catarsis propia y personal, parte de esa condena al sueño americano… aunque se despertara en una pesadilla en “New Year's Eve” (3x13) y diera la vuelta al mundo para encontrar sentido al mismo. Louis C.K. decidió parar la producción de su propia serie, dedicarse a su carrera como actor siendo secundario en “Blue Jasmine” y “La gran estafa americana” y ofrecer, un año y medio después, una nueva temporada con 14 capítulos mucho más pulida y menos espontánea… aunque la sensación precisamente sea de una completa naturalidad en conjunto. Como si cada episodio de “Louie” fuera un cortometraje con vida propia, capaz de pasar al drama o la comedia y valerse del metalenguaje del humor para convivir con Ricky Gervais, Jerry Seinfeild o Chris Rock. La cuestión es que la propia comedia nace siempre de una estructura un tanto lynchana con suplantaciones e imposibilidades. F. Murray Abraham podría ser un perfecto ejemplo al interpretar en la serie distintos personajes afines a la vida de Louie: es su tío, es su padre (de la infancia) o el marido de una atractiva burguesa que seduce al comediante para hacer un tío. En cierta medida, la inverosimilitud con esas hermanas (o hermano) que nunca vemos en los capítulos referentes a su infancia o la elección de la actriz que interpreta a su ex mujer, no deja de marcar un espacio de fantasía ilusoria del propio actor / director / montador /guionista; como si el propio Louis C.K. simplemente fuera él mismo sobre el escenario y el otro Louis C.K. una remarcada y meditada absurda ficción.
En la cuarta temporada esa dualidad sigue presente desde “Back” (4x01), dando pie a un doble juego en su título para, en cierta medida, recopilar todo lo ofrecido anteriormente en la serie: el humor absurdo como despertador, la transcripción de los chistes, la egolatría, su vocación desvivida de ser el mejor padre para sus hijas, las partidas de póquer con sus compañeros de profesión y, por supuesto, su habitual vocación hedonista hacia el placer sexual propiciada por la compra ‘dolorosa’ de un consolador. Louis C.K. envejece y su ‘back’ realmente nos presenta los problemas de su otra ‘back’. En “Model” (4x02) nos encontramos ante un gran capítulo que funciona de manera independiente y es a partir de “Killers” (4x03) donde el personaje vuelve a tratar sus problemas de incomunicación con el mundo que le rodea y su viaje directo a las manías, prejuicios y falta de sinceridad propia. Con todo aparentemente resuelto, es momento de hallar el amor y para ello tendremos seis capítulos dedicados a ese ‘ascensor’ vital como parte de esa premisa absurda que formula el destino para entablar el romance. Toda la comunicación con esa húngara llamada Amia (Eszter Balint) a través de su tía Evanka (Ellen Burstyn), van a sembrar en la propia audiencia la resplandeciente duda de encontrarnos ante un poeta. Un poeta que no necesita palabras y, evidentemente, con sus flatulencias y deseos candentes y sexuales, siempre capacitado para retratar lo más bello y armónico y lo más decadente y obsceno en el mismo plano. Aquel poeta que genera un huracán llamado Jasmine Forsythe que arrasa con todo alrededor (incluyendo a LeBron James) para alcanzar su propia cima y cenit. El amor es, en definitiva, ese silencio y tremenda tormenta capaz de elevarnos hasta la muerte o llevarse a todos para dejarnos en la completa soledad.
En esta cuarta temporada también hemos comprobado que las hijas de Louie crecen y van a ser sinónimos de problemas… Unos problemas relacionados tanto con su mal comportamiento como la dedicación de un padre siempre en apuros nos llevan a un episodio doble para lidiar con la infancia de Louie y su encuentro con la marihuana (y Jeremy Renner). Traspasado nuevamente las modulaciones de la serie —y después de la aceptación del problema—, llegamos a un capítulo doble (y el tercero dedicado a tal fin dentro de la temporada) para dejar al protagonista frente a frente con el posible amor de su vida… aunque acabe, en cierta medida, con esa ‘back’ que abría la nueva tanda de episodios. La cuestión es que Pamela (Pamela Adlon) siempre estuvo presente en la vida de Louie y su romance a base de arte contemporáneo, estrellas fugaces, comida china y fotos obscenas enviadas a través de smartphones, nos da paso a una nueva química fundamental en la propia serie. Pamela es la catarsis y evolución con la que siempre había soñado Louie, capaz de hacerle reír o replantearse su propia existencia con los conflictos que surgen y con lo que nunca (y habitualmente) podía lidiar el protagonista. Pamela atraviesa esa cuarta pared sobre la que se escondía en el escenario el personaje principal y eterno bufón, lo humaniza y retoma ese baño conjunto pendiente para que Louis C.K. se desnude tanto literalmente como metafóricamente con un haz de esperanza y futuro. En realidad, siempre he considerado que “Louie” trata de buscar y toparse con C.K., de hallar esa interconexión que una esas dos caras de una moneda. Louie da la impresión de estar condenado a ser siempre la cruz, tal y como vimos en su breve encuentro con la vicepresidenta de Paramount Pictures en “Halloween/Ellie” (2x10), parece ser el protagonista de esa idea que hizo huir (textualmente) a la directiva:
Bueno, siempre he querido hacer una película en la que la vida del tipo sea realmente mala y entonces algo pasa y hace que su vida sea peor. Pero en lugar de solucionarlo, él toma decisiones malas y entonces su vida va de peor a realmente mala… y le siguen pasando cosas y sigue haciendo tonterías, así que su vida empeora y empeora y, a peor…
Louie, gracias a Pamela, ha encontrado un resplandeciente satélite sobre el que orbitar firmemente y dejar ese círculo inestable condenado al fracaso. ¿Encontrará, por fin, Louie a Louis C.K. en la quinta temporada? ¿Habrá quinta temporada? Siempre ha dependido del propio C.K. tal decisión. De momento, Pamela ha atravesado todos sus cosmos y razonado todo ese irracional universo lynchando que rodea al protagonista, incluyendo el color de piel de su ex esposa. Todo, aunque sea un mundo caótico en el que se confunden los espectadores de las piezas de arte contemporáneo, parece tener explicación. Esperemos que Louis C.K. junto a Pamela Adlon, Louie y Pamela en la ficción, nos las vayan dando en las próximas entregas de tan sobresaliente serie o la imaginaremos como parte de un back-story que forma parte de nosotros mismos.
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