En “Room 33”, sexto episodio de “American Horror Story: Hotel”, se habla de hallar un propósito pero todavía esta temporada de la antología creada por Brad Falchuk y Ryan Murphy no ha encontrado uno, salvo una mera suma de proposiciones visuales. Al menos, un propósito que sea lo suficientemente sólido para conceptuar todo el conjunto. Flashbacks. En “Murder House” la familia (y la herencia de la sangre) se erigió como el valor más gratificante de unos fantasmas atrapados en una casa encantada y asesina. “Asylum” fue la entrega más completa hasta el momento dejando incluso un final abierto a toda clase de teorías e interpretaciones sobre esa frase ya inmortal en la actual seriefilia: «Si mira al mal a la cara, el mal te devolverá la mirada». “Coven” sobrevivió bajo el enigma de quién sería la próxima Suprema, trayéndonos a Angela Bassett y Kathy Bates a las fábulas de la antología y así conciliar la ficción con la realidad y las leyendas tenebrosas de la historia norteamericana. El mito pareció difuminarse en “Freak Show” y precisamente pudiera salvarse por sus incursiones musicales y crossover a la mejor pieza del conjunto. Y es que “Orphans” (4x10) trazó una línea para que Pepper y la Institución Mental Briarclif fueran las constantes del espectáculo. “Room 33” va a querer vincular también “Hotel” con una pasada entrega del show, un enlace ya conocido por fotos filtradas de Lady Gaga visitando la casa asesina de “Murder House” allá por 1926… ¿Con qué propósitos? Todo, en realidad, gira sobre propósitos (y proposiciones). Pero, ¿de qué quieren hablar exactamente en esta entrega del cosmos de horror y drama al servicio del terror y la meta-referencia? FX ha renovado el show por una sexta temporada y ya se hablan de nuevas ideas como la peste equina o el Área 51. E incluso que ambas entregas pudieran coincidir con la llegada de “American Crime Story”. Junto a “Scream Queens”, Murphy está ofreciendo un catálogo y recital de distintas modulaciones sobre el género de terror pero da la impresión de que AHS se está disipando tras la marcha de Jessica Lange. No es que Lady Gaga sea un horror y los propios productores (como ella misma) son conscientes de sus limitaciones interpretativas, siendo su pose y efigie vampírica aquella que retrata la eternidad a la perfección. Y precisamente el propósito y lectura más gratificante de “American Horror Story: Hotel” es entender la comunión entre fama y la inmortalidad entre una estrella y una iconizada diosa y madre de monstruos… La realidad y la ficción se confunden y “Room 33” va a incidir en esa maquinación argumental. Repasemos el capítulo y proposición con un propósito.
“Room 33” nos habla sobre la maternidad y su resolución pudiera simplificar realmente qué nos quieren contar gracias a la Condesa Elizabeth y Alex Lowe. La madre de los monstruos encuentra a otra madre que pueda salvaguardar su legado y prole bajo un conflicto común: salvar y proteger a los niños… Ciertamente la introducción del capítulo para rescatar a Charles Montgomery de ‘Murder House’ nos deja claro que hasta las vampiras se puede quedar en cinta en esta temporada. ¿Abrirá una vía para que Alex, la nueva institutriz (y doctora), también se convierta de nuevo en madre? La venganza de Ramona Royale ya también se pone en marcha aunque un improvisado traslado (y destrucción) de los ataúdes provoque que tenga que dirigir toda su ira hacia la Habitación 33. El evil baby que habita allí es bastante juguetón y escapará sin problemas del afilado cuchillo de la ex estrella del cine blaxploitation no sin rasgar su cara. Ramona ha sumado a sus filas a Iris pero ha perdido a Donovan, que sigue sin hallar un motivo tras ser arrojado a la soledad por parte de su amada Condesa. ¿Su utilidad, de momento, es dar clases de formación a los espectros del Hotel Cortez y establecerse como okupa de la suite de su ex amante y creadora? “American Horror Story: Hotel” ha establecido bastantes líneas argumentales que tampoco sabemos qué propósito tienen salvo el habitual y sobresaliente recital audiovisual y festín de referencias cinematográficas o meta-ficcionales. Puede que descubrir que Liz Taylor y Tristan Duffy viven un romance y que ambos han hallado la felicidad y el amor —con una perfecta y acertada banda sonora de Depeche Mode (‘One Cares’)— sea el complemento adecuado para despertar uno de los discursos de la temporada:
¿Qué esperabas? ¿Iba a pasar mi vida solo y llorando por tu promesa incumplida? Sé que soy tonto y solamente soy un modelo, pero te conozco. No es que te aburras y pases página. Avanzar es el objeto de todo este asunto. Ese es tu orgasmo. Nos recoges, nos creas y consigues que nos hagamos adictos a la luz de tu amor… sólo para poder arrebatárnoslo. Te alimentas de la angustia. Sabiendo que estamos por ahí, sufriendo por ti. Bueno, no yo. Fui creado para algo más que eso. Por un amor real.
Tristan Duffy disecciona a la Condesa o, al menos, esa otra parcela emocional al margen de ser la madre de sus propios monstruos. Tristan se ha convertido, como el resto de inquilinos del Hotel Cortez, en completos de usar y tirar… en simple vestuario de temporada. Elizabeth quiere utilizar al modelo para conseguir la erección de Will Drake y comenzar a succionar su fortuna en una extraña variación del ménage à trois. Ya conocíamos por la historia de Ramona Royale que a la Condesa no le gusta compartir la luz de su amor y revelará una de las virtudes de Lady Gaga: es una estatua inmortal que no se altera en absoluto antes de rebanar a su víctima el pescuezo. Habita un concepto de fatalismo cruel, dando la bendición a la pareja para segundos más tarde cortar el cuello de Tristan y hacer realidad ese discurso del modelo. El corazón de Liz Taylor está tan destrozado como presumiblemente Lars Von Trier al quedarse sin actor para su próxima película… Estamos seguros que Ramona va a encontrar en Liz un nuevo recluta afín a su venganza contra su creadora… Los hijos se rebelan contra su madre hallando un propósito y seguramente Donovan también vuelva a orbitar en esa resplandeciente e inalterable estrella inmortal adicta a la hemoglobina.
El resto de parcelas de “Room 33” se resumen en presenciar a Wes Bentley desnudo y cubierto de sangre deambulado por el Hotel Cortez tras una sesión de sexo teñido en ‘tomate’ sueco. John Lowe es un personaje muy débil y tampoco aporta nada más que ese rol de un torturado detective ex alcohólico obsesionado por un asesino en serie al mismo tiempo obcecado enfermizamente con los Diez Mandamientos. Nos encontramos ante una persona atrapada en su vacío, soledad y demencia, que cada vez se vuelve más y más loco como guiño a “El resplandor”. John Lowe cada vez pinta menos en esta temporada, el culo de Wes Bentley puede que no… Aunque un culo es un simple culo y para eso se inventaron los dobles. Los guionistas tratan de hallar un propósito con un personaje a la deriva, que ha regresado a la bebida para paliar su insaciable vacío, que ha sido despedido por parte de la policía y no encuentra un motivo para permanecer en el Hotel Cortez… salvo para protagonizar un tour de carnal y sexual ‘Fast and Furious’ a esa pareja de lascivas turistas suecas con banda sonora de Nick Cave & The Bad Seeds (‘Jack The Ripper’)… o ser engañado por su ex esposa tras encontrar esos ataúdes en el fondo de la piscina que contienen a su hijo perdido, entre otras criaturas, y a la propia Alex. El libreto simplemente encuentra una vía en su regreso al hogar para que definitivamente se separe de su hija Scarlett y que Alex halle a Bartholomew herido. El evil baby abortado de la Condesa, que se fue de polizón a casa de un policía armado, simplemente se encontraba en busca de calor maternal y un hogar. John Lowe se ha convertido, en resumen, en un simple recurso de guión en manos de los escritores… O en un simple culo que corre de un lado a otro del Hotel Cortez, atrapado en ese laberinto y sin hallar un propósito concreto. Es una proposición. En realidad, “American Horror Story: Hotel” ha desvelado en “Room 33” su propósito: la búsqueda del amor verdadero… o aquello de lo hablaba ya el conflicto que mostraba Hypodermic Sally en el comienzo de la temporada. ¿Se verá correspondido por parte de la audiencia o brotes psicóticos de un torturado y ensangrentado culo corredor han empañado el concepto de esta entrega? De momento, la rueda de hámster sigue girando… y nosotros nos sentimos como esas almas errantes atrapadas allí esperando una epifanía como Cara, siendo un cadáver podrido inmovilizado en una una bañera llena de nuestra propia sangre y expectación… yendo al encuentro de algo más que un vodevil vampírico y leitmotiv sobre la eternidad y el tiempo. “Flicker” (5x07) debería hablarnos del primer amor de esa Condesa que ha provocado que todos sus ex amantes y sirvientes se unan para destruirla… He ahí el irónico propósito del asunto y, por extensión, de la propia audiencia: la eterna AHS solamente será aniquilada por sus propios adictos y ex amantes… Preparen sus cuchillos por si acaso.
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definitivamente es un placer leer tu punto de vista respecto a esta serie! que si bien pinta un poco mejor que Freak Show...me parece que peca de repetitiva en ciertos aspectos
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