viernes, 6 de noviembre de 2015

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Kingsman. Servicio secreto: «La sociedad está muerta. Larga vida a la sociedad»

“Kingsman. Servicio secreto”
Título original: “Kingsman. The Secret Service”
Director: Matthew Vaughn
Reino Unido
2014

Sinopsis (Página Oficial):

Basada en el aclamado cómic y dirigida por Matthew Vaughn (“Kick-Ass, X-Men: Primera generación), “Kingsman: Servicio secreto” cuenta la historia de una organización súper secreta de espionaje que recluta a chico callejero sin estudios pero prometedor para el programa de formación ultracompetitivo de la agencia, mientras emerge la figura de un retorcido genio de la tecnología.

Crítica Bastarda:
El nombre de un caballero debe aparecer en el periódico sólo tres veces: cuando nace, cuando se casa y cuando se muere. Y somos, ante todo, caballeros.
Dentro del film de Matthew Vaughn, basado en la novela gráfica de Dave Gibbons y Mark Millar, existe un debate sobre el propio subgénero de espías pero también esa marca sobre la que se encuentra estigmatizada la sociedad, buscando referentes en la cinematografía para conectar sus propias vivencias y cambios. La transformación de un joven descarriado, por ejemplo, es narrada a través de cintas como “Entre pillos anda el juego”, “Nikita”, “Pretty Woman” o “My Fair Lady”. Y, por supuesto, todo ese entramado argumental se posiciona dentro de las películas clásicas de espías. «Deme una trama teatral inverosímil cualquier día». Podemos entender “Kingsman: Servicio secreto” como un homenaje contemporáneo a los viejo films de Bond y el clasicismo implícito en los caballeros espías. No falta obviamente la referencia al villano como elemento primordial, enmarcado en un megalómano pintoresco interpretado por Samuel L. Jackson que representa tanto la auto-consciencia de la propuesta como su caricatura más atrayente. Tampoco se elude incluir a un fiel y leal sirviente y arma ejecutora. Se trata de una femme fatale que ha pasado por el feminismo a unos icónicos dientes de acero y la propia materia prima de la novela gráfica, modificándolos por unas afiladas y mortales piernas para dar rienda suelta al exotismo, belleza y sofisticación de Gazelle (Sofia Boutella). En cierto modo, tenemos todos los condimentos previos a una Apocalipsis y el discurso del poder que tienen aquellos filántropos y multimillonarios que domina internet. Valentine (Jackson) ciertamente puede suponer una burla o una necesidad argumental para justificar el habitual y colosal plan de todo villano de una cinta de espías. ¿Pero hay algo más allá de la estética?


En todo ese juego de referencias existe una clara ruptura frente al clasicismo y recurrencias de esos films de espías en los que el villano siempre ideaba una retorcida vía de acabar con su antagonista —y héroe— y éste conseguía escapar por una vía absurda para desbaratar su plan. Valentine deja claro que “Kingsman: Servicio secreto” no es esa clase de película sino un relevo generacional para que un joven un tanto descaminado —y con un pasado vinculado genéticamente a esa secreta organización de caballeros espías— se ponga una nueva armadura de agente de Kingsman. La idea, no obstante, es hallar el equilibrio entre el humor, la referencia clásica y la pulpa juvenil, dejándonos claro que un Pug puede ser el elemento más revelador junto a un traje a medida y de diseño. El film de Matthew Vaughn pudiera revelar ciertos paralelismos a su “Kick-Ass: Listo para machacar” al ampararse en adaptar de nuevo el material de Mark Millar y sus líneas en común —como la construcción de un héroe poco convencional—, valiendo para solapar ese contundente estilo visual del cineasta. De los superhéroes pasamos a los espías sin obviar ese amasijo meta-referencial que oscila entre James Bond, Jason Bourne o Jack Bauer. Del mismo modo podemos conectar la obra del director, como si nos halláramos ante el eslabón perdido entre X-Men: Primera generación con la iconografía del personaje creado por Ian Fleming.


El gran interés de “Kingsman: Servicio secreto”, aparte de esa concepción de hallar una vía para plasmar la mitología de unos caballeros contemporáneos, es que pudiera ser el film anti-sistema más sardónico planteado en el presente siglo. El plan de Valentine no se separa demasiado del ofrecido por La Red en Utopiapara purgar el peligro de extinción de la propia humanidad. Precisamente coinciden en su ‘V-Day’. «La humanidad es el único virus maldecido a vivir con el horrible conocimiento de la frágil mortalidad de su huésped. El calentamiento global es la fiebre, la humanidad es el virus. Estamos poniendo a nuestro planeta enfermo. Un sacrificio es nuestra única esperanza. Si no reducimos nuestra población nosotros mismos, sólo hay dos maneras en que esto puede acabar: el huésped mata al virus o el virus mata al huésped. De cualquier modo, el resultado es el mismo: el virus se muere». Valentine revela también esa cara un tanto irónica y ácida sobre ese elección planificada del sacrificio que tienen en mente para asegurarse de que la especie humana sobreviva. Pasa por salvar a ‘los ricos’ y dejar a los ‘pobres’ ante una ola neurológica de violencia que desencadena los centros de la agresión y apaga la inhibición. Vaughn se permite, además, todo tipo de excesos para parodiar una auténtica masacre en un grupo de odio asentado en Kentucky y que conforma la Iglesia Sureña de la Misión de Glade como burla a la iglesia bautista de Westboro, ya utilizada por Kevin Smith en Red State. La banda sonora de Lynyrd Skynyrd (‘Free Bird’) añade esa dimensión audiovisual del caos bajo formas y moldes pop y digitales en cierto modo surrealista donde lo extremo encaja en esa orgía y oda a la radicalidad en la que no hay hueco para la sutileza. Esa secuencia, por lo tanto, define a la propia identidad de la obra: una farsa caricaturesca donde la violencia ha de ser tan impresionante como teatral, explosiva y extravagante. Podemos criticar que “Kingsman: Servicio secreto” se encuentre más cerca de un fruto con más pulpa que con un renovado néctar y alma interior. Pero ese cambio generacional que confeccionan Eggsy sobre Galahad también eleva la idea de ese cruce soñado entre lo nuevo y lo viejo, manteniendo siempre las credenciales de lo clásico y, digámoslo, lo ‘british’ como súmmum del género de espías. Hay una constante como eje de la esperanza para las nuevas generaciones. O, lo que es lo mismo, siempre habrá caballeros que marquen su nombre en la historia únicamente cuando nazcan, se casen y se mueran. Además todos los ricos y poderosos del mundo, que pensaban en disfrutar del espectáculo de ver a millones de ‘pobres’ masacrarse los unos a los otros, sintetizan los fuegos artificiales más anárquicos y anti-sistema visto en la gran pantalla en el presente Siglo XXI. Disfrútenlos, pues, con las palomitas y sus refrescos (que les propiciaron previamente esos ricos y poderosos del mundo). 

La moraleja es obvia: si un multimillonario y poderoso hombre de negocios en internet le ofrece una SIM gratis compatible con cualquier terminal para usar una red gratuita de telecomunicaciones para siempre… desconfíe. Por su bien y el de sus vecinos y familia. O entonce un «La sociedad está muerta. Larga vida a la sociedad».




P.D.: ¿Y, ya puestos con el modo ‘reality’, quién ganaría entre un enfrentamiento entre Gazelle y Viuda Negra (Natalia Romanoff)?

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