lunes, 14 de abril de 2014

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Juego de Tronos (4x02) The Lion and the Rose: La Boda Púrpura

Todos los elogios que podamos decir sobre “Game of Thrones” quedan condicionados a su gran y precisa capacidad para manejar el fenómeno generado a su alrededor con un par de armas: calidad y coherencia. Y es que desde que HBO decidió recrear las novelas de George R.R. Martin se estableció una simbiosis entre el autor y la adaptación y en este punto algunos podrán criticar la fidelidad o las modificaciones, pero nunca alguna incongruencia en el conjunto. Ese aspecto inquebrantable supera los cambios para que la historia avance y quede mejor compactada en los 10 capítulos por entrega. El éxito nunca ha empañado la perspectiva y con los récords, la renovación de la serie por dos temporadas más y las controversia que genera la emisión de cada nuevo episodio —ya sea doblado o en VOS— llegamos a “The Lion and the Rose”, segundo capítulo de la cuarta temporada de “Juego de Tronos”. Teníamos la invitación de la boda desde el prácticamente cierre de la segunda entrega y comienzo de la tercera, así que decir que presenciaremos la Boda Púrpura entre Joffrey Baratheon y Margaery Tyrell no debería considerarse spoiler. Eso sí, si desconoce el material literario pida que le encierren en una cueva insonorizada y sin internet hasta pueda ver este capítulo. Lo agradecerá. Para el resto, siga leyendo la presente review. 

En Two Swords” (4x01) nos quedaron asuntos pendientes como el estado de Theon Greyjoy y los preparativos de Stannis Baratheon y Melisandre antes de embarcarse en una aventura belicosa como los salvadores de Poniente. También tendríamos que saber los peligros a los que deberán enfrentarse los más jóvenes Stark con esa columna principal que enmarca la Boda Púrpura y sus consecuencias tras la Guerra de los Cinco Reyes. Nos olvidamos de Daenerys Targaryen, del Rey Más Allá del Muro y la resistencia de la Guardia de la Noche; también de las tarantinianas contingencias de Arya y Sandor Clegane, su captor. Sí nos quedamos con ese glorioso «Fuck the King!» como hilo musical aunque el capítulo va a arrancar bajo una estética de película de terror y dejarnos el poso durante el mismo, ya sea en variaciones psicológicas y contraplanos alegóricos entre esos dos torturadores que nos propone “Juego de Tronos”: Ramsey Snow y Joffrey Baratheon. Revisemos sus diferencias, el juego de poder y, evidentemente, el reconocimiento de sus ‘padres’. El melodrama e incluso el culebrón siempre han convivido dentro de esa anarquía que propicia la guerra, el sexo, la violencia y la muerte. “Game of Thrones” conoce sus armas y las enmarca en una perfecta estética del horror y la secuencia de apertura con Ramsey y su novia Miranda ‘cazando’ a una doncella ante la mirada de un tambaleante y quebrantado Theon, son los apuntes necesarios para llevarnos al carrusel de horrores y dramas que confecciona un libreto adaptado a la pantalla por el propio George R.R. Martin.


Con la belleza desgarrada y mancillada como acto de poder, pasamos a Desembarco del Rey para que Tyrion presente a Jaime el retrato de los Lannister: el enano, el lisiado y la madre de la locura. Los hermanos siguen siendo hermanos y Bronn entrenará la mano izquierda de Jamie. Es cierto que los cambios sobre el material original con Jaime en la boda de su ‘hijo’ y el entrenamiento por parte del mercenario y escolta de Tyrion pudiera alertar al más fanático. Por el contrario y de esta manera, la economía narrativa se simplifica en una agilidad para potenciar todas las líneas argumentales aunque, a veces, peque de incurrir en una (tele)novela como bien pudiera ser el caso de la trama de Shae, al ser descubierta por los ‘leones’. Sabíamos que Cersei informará a su padre Tywin de la ‘puta’ pese a que Varys ya había advertido a Tyrion del desvelamiento. Varys necesita planos ante la ausencia de Meñique (recordemos que debería estar en Nido de Águilas casándose con Lysa Arryn) y conocemos perfectamente que sus intenciones (y opciones) pasan por apoyar en el futuro el regreso de Daenerys como Reina de Poniente. Shae tendrá que abandonar Desembarco del Rey porque Tywin matará a la amante de su hijo y aquí nos topamos con el difícil punto de gestionar su separación en una única secuencia. Llegamos a ciertos parecidos forzados con un culebrón para que Shae huya humillada del lugar aunque nada es gratuito en esta serie… Que “The Lion and the Rose” remarque una y otra vez el odio de Joffrey sobre su tío Tyrion destrozando el libro (‘Vidas de cuatro reyes’) con la nueva espada de acero valyrio ofrecida por su abuelo, deja claro las líneas sobre las que la serie sigue insistiendo. 


El poder corrompe, es cierto. Aunque en el caso de un sociópata como Joffrey, esa revisión de Calígula, simplemente justifica sus actos. Otra cuestión es la búsqueda de la aprobación de Ramsey Snow sobre su padre Roose Bolton. Las acciones del bastardo sobre Theon (ahora renombrado como Reek), no convencen a su padre. Desollado y castrado, Theon no sirve como moneda de cambio pese a que todo surgiera como fruto de la negociación con Bailon Greyjoy que acabó rechazando a su propio hijo. ¿No es curioso, además, que siempre que aparece Theon en pantalla y cambios de secuencia arranque con alguien comiéndose una ‘salchicha’? Tendremos, por otro lado, una secuencia psicológica en la que Ramsey mostrará a su padre sus aptitudes para corregir y domesticar a sus enemigos. Theon afeitará con una navaja afilada al propio Ramsey y también se enterará de la muerte de Robb Stark… pero, pese a vacilar nerviosamente, nunca Theon le cortará su cuello. Este chico será un sociopata y un torturador pero, al menos, ha sabido darle una utilidad a Theon. Reek, además, contó a su nuevo amo que Bran y Rickon siguen vivos y que seguramente se encuentren en el Castillo Negro al resguardo de Jon Nieve. Tras la Boda Roja sabemos que Roose tiene Invernalia pero con los pequeños Stark vivos intuimos que aquellos que siguieron la causa de Robb seguirán Bran y Rickon. Roose enviará a Locke, aquel que cortó la manó de Jaime Lannister, a la cacería mientras que Ramsey será encomendado (junto a Reek) a tomar Foso Cailin para reconsiderar su posición y dejar de ser un Snow y convertirse en un Bolton. ¿Qué será de los Stark? Da la impresión de que Rickon no cuenta mucho (ni tiene mucho que contar) y nos centraremos en Bran y uno de sus sueños con su lobo huargo. Tanto Meera como Jojen Reed le advierten que si habita demasiado el cuerpo de un animal podría olvidar que fue una vez humano. El contacto con Invernalia se producirá con árbol idéntico al de su hogar y al tocar una corteza donde yace una cara tallada aparecerán las visiones, el recuerdo de su padre, de su espada y un «Sé dónde tenemos que ir» que da cierta impresión de que no hemos visto todos los delirios audiovisuales que presenció el Stark. Además, ¿se trataba del pasado, del futuro o de ambos? ¿Volverán los dragones a Desembarco del Rey?


Tampoco es que retomar a Stannis y Melisandre nos aporte una líneas potentes sino más una transición y punto de partida del fanatismo religioso de la hechicera roja. Con la ofrenda a los dioses de varias personas quemadas vivas, incluyendo al hermano de la reina Selyse Florent, seguiremos con Davos como único punto antagónico a la barbarie religiosa y tendremos constancia de que las despensas del reino están casi vacías. No obstante, la reina está más preocupada por su hija pecaminosa y terca y será Melisandre aquella que hablará con ella sobre la ceremonia de la playa, el sufrimiento humano, los Dioses y las mentiras que ha leído la pequeña sobre siete de ellos. Solamente hay dos y un infierno en el que viven todos ahora… No es que sea un material potente pero se entiende que “Game of Thrones” tiene que transitar por algunos terrenos antes de que Stannis encabece su batalla contra ‘la oscuridad’ como portador de La Luz. La acción de “The Lion and the Rose”, como el propio título indica, pasa por la boda de Margaery y Joffrey, los celos de Cersei o esas conversaciones económicas entre Tywin y Olenna como aquellos que mandan sobre sus casas. El gaudeamus va a ser ostentoso y Joffrey se seguirá ganando el odio de la audiencia con sus acciones despectivas y una Margaery que no puede acallar ya al monstruo. Que tengamos un cruce de miradas entre Oberyn y Loras Tyrell y también una charla entre el Caballero de las Flores y Jamie con frases que dejan claro que ninguno de los dos se casará con Cersei. Por cierto, ¿quién quiere casarse con la Reina Regente Tróspida? ¿Acabarán haciendo un reality para pagar la bancarrota que ha causado la guerra? Cersei también está en modo bitch y los celos sobre Brienne parecen disparar su odio al poder constatar el enamoramiento de la dama. Que Pycell obedezca a la nueva ‘Reina’ y no a la ‘Regente’ crea problemas para el enemigo natural de Varys, al que también veremos sufrir tanto como otros invitados. Uno de ellos es Oberyn Martell que tendrá un encuentro con Cersei y Tywin. El diálogo ácido a costa de Ellaria Sand sobre bastardos, vergüenzas, diferencias y recordando a Cersei su ‘regencia’ y que su hija se encuentra en Dorne, van a dejar también claro a Tywin de las intenciones vengativas de Oberyn.


Que “The Lion and the Rose” se centre en la Boda Púrpura es evidente pero todo funciona como amalgama de elementos: diversión, ostentación, locura y, evidentemente, tortura. Joffrey quiere torturar a todos aquellos que le rodean y una escenificación desde una gran boca de león que preside la ceremonia, hará aparecer a un montón de enanos que representarán la Guerra de los Cinco Reyes (Joffrey, Stannis, Renley, Balon, Robb Stark) entre la humillación y la horrible perversidad de una comedia que bascula entre la burla y la mueca grotesca. El show termina pero Joffrey quiere que prosiga invitando a Tyrion a luchar con los enanos y el poder de las palabras hace que Tyrion se burle imprudentemente sobre la ausencia de su presencia en el campo de batalla. Tyrion acabará con vino derramado sobre su cabeza y nada es gratuito en ese cruce de miradas y tensión que harán que Joffrey nombre pincerna a su tío y le humille nuevamente obligándole a rellenar su copa y se la sirva arrodillándose. Margaery rompe la tensión brutal informando y señalando la aparición del enorme pastel de boda. Joffrey golpea con su espada la tarta y emergen palomas volando… salvo las que murieron en su interior. Precisamente esa imagen simboliza al propio Rey: una mezcla de dulzura, muerte y sangre derramada en su interior; horror azucarado en definitiva. Tyrion y Sansa se retiran para cambiarse la ropa mojada pero Joffrey quiere proseguir con su martirio y le obliga a darle más vino… pero algo ocurre entre la tarta que comió el Rey y el vino que bebió. Presenciaremos cómo Joffrey agoniza y muere horriblemente mientras se escucha el eco de los aplausos al otro lado de la pantalla. Incluso en esa espantosa contorsión de su rosto Joffrey sigue siendo Joffrey y señala a Tyrion con su último aliento. Nadie realmente fue a socorrerlo salvo sus padres… Jamie y una enloquecida Cersei, la madre de la locura, que acusa públicamente a Tyrion y pide a la guardia que lo aprese. Sansa, mientras tanto, es sujetada del brazo por el bufón Ser Dontos de la Casa Hollard diciendo que tiene que huir aprovechando la confusión. ¿Estamos confusos nosotros o contentos? El Rey ha muerto, Fuck the King? En el próximo capítulo esperamos que Cersei haga un monólogo (del ‘Club de la Comedia’) en el entierro de su hijo diciendo lo bueno que era con todo el mundo, de la excelente persona que nos ha dejado injustamente, de su bondad y sentimientos afectivos y que no merecía morir. Apostamos a que todos los invitados echaron veneno en esa copa en plan “Asesinato en el Orient Express” y que realmente no existe culpable: todo el mundo quería a ese hijo de fruta muerto. Con su asesinato, además, se consolida la teoría de no celebrar nunca las bodas en esta serie y de un punto de interconexión con “The Walking Dead” porque a Joffrey se le quedó cara de caminante… y con ganas de levantarse de su muerte para apuntar con el dedo a su pobre tío. Descanse En Paz, Gran Rey Joffrey porque sin ti “Game of Thrones” no tendría sentido… de la comedia, claro. Repasemos la frase de Joffrey «Ahora que la guerra ha terminado, todos deberíamos encontrar un momento para la sabiduría» antes de reventar el libro (aquel que todo Rey debiera leer) de su tío. Aprended niños, hay que leer o te puede pasar como a Joffrey… pero, realmente, la maliciosa (¿y venenosa?) frase de Olenna Tyrell a Sansa simplifica el asunto:
La guerra es la guerra, pero matar a un hombre en una boda, horrible. ¿Qué clase de monstruo podría hacer algo así? Como si los hombres necesitaran más razones para temer el matrimonio.
Lo dicho, en “Juego de Tronos” ni te cases ni te embarques.

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