viernes, 17 de agosto de 2012

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Café de flore: Florilegio y sueño musical

“Café de flore
(2011)
Canadá
Director: Jean-Marc Vallée

Sinopsis (Página Oficial):

“Café de flore” es una historia de amor acerca de unas personas separadas por el tiempo y la distancia que, sin embargo, están conectadas de forma profunda y misteriosa. 
Esta película fantástica, trágica y esperanzadora cuenta los destinos paralelos de Jacqueline, madre de un niño en los años sesenta en París, y de Antoine, un DJ de éxito recién divorciado en el Montreal actual. 
Las dos historias se unen a través del amor. Un amor eufórico, obsesivo, trágico, juvenil y atemporal.

Crítica Bastarda:  

Enseña sus cartas rápido: «Esta es la historia de un hombre que lo tiene para todo para ser feliz y que además tiene lucidez para ser consciente de ello». Pero esconde un as sin reverso en la manga pese a una amplia suma de clichés: las almas gemelas, el poder del amor, la despedida del ser amado y la superación ante la ruptura…

Que el cine es imagen no es nuevo, pero la música también la genera en nuestra mente y el director de “C.R.A.Z.Y.” es un habitual de la tracklist y el respaldo sonoro en sus propuestas más aclamadas. “Café de flore” parte de la canción homónima de Matthew Herbert y nos sitúa en el Montreal actual, con incursiones en el pasado de los protagonistas, y ofrece un contraplano en el París de principio de los sesenta para trazar la amplitud que ofrecen sus historias y personajes. Y el mínimo común denominador en todos ellos, obviamente, es la música.


La música aquí es utilizada por los personajes como elemento de libertad y liberación, como manera de mostrar la felicidad y el recuerdo pero también como un acto de venganza y manipulación. Entre la música, los recuerdos y la vida, “Café de flore” establece las conexiones emocionales entre sus personajes y esa ruptura la produce una historia que aparentemente no está vinculada con la cardinal: ni en simbología, ni escenario ni en tiempo. Pero el amor y de nuevo el tema de Herbert conectan al espectador en la historia de esa madre coraje que debe proteger a su hijo con síndrome de Down y pugnar con sus sentimientos cuando éste encuentra a su alma gemela. El filme está plagado de elementos referenciales e interesantes como un guardia inglés (beefeater), anacronismos, ensoñaciones e incluso se atreve a ‘cerrar’ a lo “El resplandor”, dejando la puerta en entornada al desenfoque, el destino y la posibilidad… porque son nuestros ojos los que tienen que juzgar el contenido de la obra.   


Como si fuera una pieza musical, “Café de flore” deja numerosas notas entre las líneas que establecen su pentagrama. La película oscila entre el artificio y la espiritualidad y se sujeta mediante el notable montaje y los detalles que deja su director en sus seguras imágenes. Jean-Marc Vallée da señales de su propia voluntad y ateísmo confeso y deja un camino abierto a aceptar sus convicciones. El motivo es no dejar cerrada la puerta a una resolución espiritual y new age, por lo que detalla pistas para dar una un explicación racional y onírica a lo que estamos sintiendo. La película está basada y formulada por el montaje y la armonía: The Cure, Sigur Rós y Pink Floyd se convierten en recurrentes e inspiradores piezas tanto para los protagonistas como para los espectadores. Tal vez la perfección del encuadre y su pretendida luminiscencia, sumado a la banda sonora y montaje, hagan que por momentos pensemos que estemos dentro de un clip o anuncio. Pero “Café de flore” quiere ser para el espectador lo mismo que la música para sus protagonistas: un florilegio aplicado a la canción y el recuerdo.

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