(2012)
EEUU
Director: Heitor
Dhalia
Título
original: “Gone”
Sinopsis (Página Oficial):
En el ‘thriller’ de
suspense “Sin
rastro”, Jill Parrish (Amanda Seyfried) llega un día a su casa
después de trabajar un turno de noche, para descubrir que su hermana, Molly (Emily
Wickersham), ha sido secuestrada. Jill, que ya tiene experiencia en esa materia, tras haber logrado escapar de
las garras de un asesino en serie que la secuestró un año antes, está
convencida de que se trata del mismo individuo, que ha regresado y se ha
llevado a Molly. La policía cree que Jill está loca, por lo que no se muestran muy dispuestos a malgastar sus
recursos para ayudarla. Al temerse que Molly pueda estar muerta para la puesta de sol, Jill decide emprender por su cuenta una estremecedora persecución para
encontrar al asesino, sacar a la luz sus secretos y salvar a su hermana.
“Sin rastro”
parte para el lucimiento de su actriz principal, Amanda Seyfried, con
cánones obsoletos y mal desarrollados desde su enfoque y premisa. Es, en
definitiva, una víctima condenada a lidiar con ese asesino cinematográfico en
serie llamado olvido. Es curioso que el propio productor tuviera una imagen
residual que dio pie al guión de Allison Burnett,
autor de otro thriller con asesino en serie muy prescindible como “Rastro
oculto”. Esa imagen grabada como una fotografía era la de una
chica en mitad de un bosque dentro de un agujero escavado en el suelo. Con la
misma se ha engendrado un guión que extrañamente nunca tuvo que salir del hoyo
(mental) donde se encontraba retenido. Se desconoce si el modelo a seguir es “El
silencio de los corderos” o “Sé quién me mató”.
Las cartas de “Sin rastro” son
mostradas rápidamente y una vez en ese punto se decide por un thriller de
investigación a contrarreloj con todo en contra. El personaje se convierte en
esa solitaria sombra inicial que tendrá que luchar (nos remarcan que está
perfectamente entrenada en defensa personal y además lleva pistola) para hallar
a su hermana y conocer la identidad del captor de ambas. El asesino en serie no
se sabe si es familia de Forrest Gump o ha
dejado pistas, como migas de pan, para que no se pierda de nuevo la heroína en
ese terrible bosque llamado guión.
Un espectador avispado verá al asesino en menos de
diez minutos. Luego, todos son feos y sospechosos y aparece ese reiterativo
cliché de este tipo de cintas: un par de sospechosos con los que jugar al
despiste. Que Jennifer Carpenter
(conocida por su papel de Debra Morgan en “Dexter”) acabe
haciendo papeles de madre camarera es ligeramente desolador para su futuro pero
que se trate de concebir un thriller tan poco cuerdo y con tan poca cuerda es
similar a convertir a la audiencia en victimas de otro tipo de asesinato en
serie neuronal.
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