jueves, 2 de agosto de 2012

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Political Animals: Hillary Clinton se viste de soap opera

 Miniserie
Serie de TV
“Political Animals
EEUU
2012

Sinopsis (Página Oficial):

“Political Animals” es una de las series más sumamente esperadas de USA Network, que corre la cortina de la fachada de una antigua ‘primera familia’ y de cómo navegan en un mundo complejo entre la ambición política y personal.

Sigourney Weaver interpreta a una formada ex Primera Dama y a la actual Secretaria de Estado Elaine Barrish Hammond, que intenta mantener a su familia unida y al mismo tiempo estar al frente de las crisis del Departamento de Estado y ahuyentar a una periodista de DC con sed informativa que está empeñada en destruir su carrera.

Explorando temas que resuenan en el panorama político actual y llevando a los espectadores más allá de anuncios resplandecientes de diseño y discursos públicos bien escritos, “Political Animals” revelará una familia vulnerable a punto de desmoronarse.

Crítica Bastarda:

Una ex Primera Dama divorciada de un ex presidente al que la mayoría de norteamericanos asocian a la palabra ‘sex’ ocupa el puesto de Secretaria de Estado. Pero debido a decisiones de su actual Presidente poco rigurosas, cobardes y que demuestran poca firmeza en sus convicciones, decide replantearse competir contra el hombre que la ganó dos años antes en las primarias y que actualmente es la persona más poderosa de la nación. Las comparaciones son inevitables entre Hillary Clinton y Elaine Barrish Hammond, pero los datos de audiencia de “Political Animals” en su estreno y en sus tres capítulos emitidos parecen meros sondeos electorales: para algunos son estimables sus más de dos millones de espectadores, para otros una decepción que hará que esta miniserie de ficción, de seis episodios, seguramente no tenga mucho futuro para las ‘próximas elecciones’.


Tal vez a Greg Berlanti le delata el culebrón familiar y tener un casting sólido con una Sigourney Weaver solvente y creíble en su rol de dama de América, retomando su estela en Armas de mujer” y tildada de zorra oportunista y ansiosa de poder por la gente que no la conoce. Por ese pueblo norteamericano que duda y tiene en su mano poner a su primer presidente sin pito en la Casa Blanca. A su marido le ‘perdonaba’ sus infidelidades porque se ‘casó con la nación’ y lo curioso de “Political Animals” es que sus enemigos viven de puertas para dentro: su familia es aquello que puede hacer peligrar sus máximas aspiraciones. Un hijo mayor que odia a su padre y le echa en cara sus fracasos y que se ha convertido en su mano derecha, otro hijo gay y drogadicto que intentó suicidarse, una madre alcohólica y brutalmente sincera, una nuera bulímica y un ex marido y presidente que después del divorcio ha acabado con un clon de Pechofía Vergara. Pero, sobre todo, resulta interesante e incluso insólito que el antagonista de la heroína sea el propio Presidente de los Estados Unidos de América. La serie quiere hallar la dicotomía y giros anímicos entre crisis de estado y familiares con una periodista, que ganó un Pulitzer a costa de humillar a los Hammond, y que se convierte en un comodín (para lo bueno y lo malo) para la ex Primera Dama. Todo esto mientras la perspicaz e incisiva periodista ve reflejos de alguien al que ha criticado en su propia vida y empieza a ‘admirar’ desde el interés personal y periodístico… y que, poco a poco, vemos que puede tener en su mano aupar o destruir.


Se echa en falta más estilo ‘Sorkinisms’ en los libretos y menos líneas de previsible culebrón con tendencia sensacionalista. Está muy bien aquello de que a Elaine Barrish le gusten los elefantes por ser criaturas, majestuosas, temibles pero aún dulces, que se mueven más lento que la mayoría de los animales, pero viajan tan lejos como cualquiera. Pero al mismo tiempo describan su feminismo en las sociedades matriarcales que forman y que hacen que las hembras expulsen a los machos al llegar a la edad de apareamiento. Realmente la serie gira en torno a la familia, el matriarcado y el interés mediático que queda en ese «Sólo nos quieren cuando no están ocupados odiándonos». Mucho decir que tiene un culo maravillo pero a la serie de a Greg Berlanti le falta delantera. Interesa, como mucho, los flashbacks que muestran la madurez e inteligencia adquirida por los palos que le dado la vida a Elaine Barrish, pero sobre todo esos brillos luminiscentes que destellan en el pasado, sobre esa cultura política del foco y la ceguera. Pero “Political Animals” no resulta creíble y la calidad de sus guiones apenas genera tensión en los espectadores. Más que un drama político, parece un telefilme de sobremesa sobre un matrimonio en eterna crisis hayan vivido en la Casa Blanca o en Pittsburgh. Los personajes secundarios están mal definidos y resulta irrisorio que el Presidente tenga mejor peinado de carisma. Lo mejor son los enfrentamientos (y acercamientos) dialécticos entre Sigourney Weaver y Carla Gugino. Pero es un bagaje escaso para una de las series con más aspiraciones para este verano. Realmente “Political Animals” quiere hablar de la vida personal frente a la política en tiempos en los que los problemas personales de los televidentes están provocados (in)directamente por los políticos. Como diría Andrea Fabra «Que se jodan». Los políticos, claro.

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