martes, 17 de abril de 2012

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Mad Men (5x05) Signal 30: Impotencia, necesidades e imposibles

Podríamos definir “Mad Men” como la serie capaz de hacer denso lo fluido e incluso lo etéreo. En la serie de Matthew Weiner el aire es rellenado, explosionado y condensado convenientemente para crear una atmósfera en esos personajes que viven atrapados en oficinas y en sus vidas. Posiblemente “Signal 30”, quinto episodio de la quinta temporada, sea uno de los mejores y más trabajados y pulidos que han entregado hasta el momento. Desde el montaje hasta cada uno de los diálogos lo sencillo se transforma en claro identificador de las motivaciones de los protagonistas. ¿Nos caen bien o sus reprobables actos le conceden ese margen de tragedia y rigurosa imperfección para compadecerles? Mucho se ha hablado sobre sus conexiones con la realidad, tanto de los 60 como de nuestra época. ¿Existió realmente Don Draper? Algunos apuntan a George Lois como ese personaje real que inspiró al mítico protagonista de “Mad Men”. Pero el propio Weiner le compara con Tony Soprano aunque reconoce que se interesó por la vida de Lois para retratar el mundo de la publicidad durante los 60. Para George Lois la serie no es más que un culebrón repleto de falsedad, glamour, machistas sin talento, antisemitas, racistas, hijos de perra republicanos con perfectas camisas planchadas que se dedican a manosear a secretarias, fulminarse martinis y cigarrillos hasta morir mientras ignoran los importantísimos cambios sociales y políticos que vivía EEUU y el mundo a su alrededor. Dicho queda, entre otras perlas que ha dedicado Lois a la serie de Matthew Weiner en varias entrevistas. Tal vez sea el motivo por el que el creador de “Mad Men” fuera frenado por sus conocidos para hablar con Lois: «Es el Tony Soprano de la publicidad. No conviene cruzarse con él ni deberle nada», le dijeron. Parece que hizo caso…

Signal 30” va a potenciar tanto a Pete Campbell como a Lane Pryce. El primero se está sacando el permiso de conducir al haberse mudado a Cos cob y alejarse de Manhattan. Digamos que Pete quiere ser Don… pero va a caer en sus errores… Esos mismos que rompieron su matrimonio. Por el contrario, Don quiere ser fiel a la nueva mujer de su vida y con la que quiere tener familia… Aunque de esto último ya daba pequeñas percepciones, Don Draper lo confirma en un diálogo en estado ebrio. En clase Pete se fija en una joven compañera que generará una gota incontenible en su corazón… La joven se llama Jenny Gunther y establece el aire enrarecido de 1966. Después de los asesinatos brutales cometidos por Richard Speck y vistos en “Mystery Date”, como contexto, ahora llega Charles Whitman y sus homicidios, a golpe de mirilla, en la universidad de Texas. Parece que Pete y Jenny hacen buenas migas pero llega un tercero de la edad de Jenny, Jim Hanson (al que hemos visto como retarded-con-tableta-de-chocolate en “Suborgatory”). El juego de palabras de Hanson y ‘Handsome’ se le escapa a Pete… como esas gotas de agua que dan carpetazo a un tiempo que pasó y dejó escapar.

Pareja estable
Don y Megan son invitados por Trudy y Pete para una cena el sábado por la noche en su casa. Allí también están Ken y Cynthia. Los seis charlan de todo y se ríen… e incluso tienen alguna anécdota como un escape en la pila de la cocina que tiene que reparar Don con sus manos con un Pete perdido con la caja de las herramientas.
Peggy Olson se encuentra con Ken Cosgrove y un acompañante. Ambos tenían un pacto para que Ken le presentara a Peggy todos sus contactos pero finalmente el chico evade dicha responsabilidad. Realmente Peggy se entera ya en la oficina y por el propio Ken que lleva una doble vida… como autor de relatos de ciencia ficción y mundos de fantasía. Escribe por las noches, publica con seudónimo y lo quiere llevar en secreto porque, aunque lo haga por las noches, podría ser tomado mal en la oficina. Cynthia revela esa vena de escritor en la cena delante de Don y Pete… y parece que este último se lo suelta a Roger… Recordemos que aunque Pete y Ken son amigos siempre ha existido cierta rivalidad entre ambos, sobre todo por el competitivo Pete. Roger le deja claras las cosas a Ken, aunque el cambio de seudónimo y género es viable. ¿Dave Algonquin, por ejemplo? Al menos Ken ha sabido dar forma a sus sueños y aspiraciones ocultas por el corporativo mundo en el que se mueve, algo que son incapaces de hacer la mayoría de sus compañeros de trabajo. Es normal que Peggy y Ken se lleven bien y estén unidos por esa creatividad que habita en sus venas. Para la primera forma parte de su trabajo pero para el segundo podría ser su perdición.

¿Qué quieres Pete?
Lane Pryce es arrastrado por su mujer a un pub para ver el fútbol y allí coincide con Edwin Baker, vicepresidente de relaciones públicas de Jaguar. Están buscando nueva agencia para que los meta en el mercado americano por una inminente fusión y ahí entra en juego Sterling Cooper Draper Pryce. Lane quiere sentirse útil y al ser Edwin su amigo llevar él el asunto y no Pete o Roger. Este último, que además dirige el episodio, le da las pautas para llevar a buen término la firma pero Lane se atranca en la cena y finalmente serán el resto de socios (Pete, Don y Roger) los que vayan a ‘cenar’ con Edwin. En la cena sale rápidamente el asunto del ‘entretenimiento’. Acaban en un burdel y Don esperando al resto de acompañantes. Pete cae en las fauces de una ‘tigresa’ pero es consciente de su pecado y espera el sermón de su amigo Don. Sermón que no llega con el consecuente nerviosismo de Pete. Tan solo un consejo: «Vete a casa, date una ducha, y olvídalo». 

Combate a honor, muerte y silencio
A la mañana siguiente Lane entra en cólera al darle quejas la mujer de Edwin a la suya… Pete es muy cruel con Lane y el inglés acaba retándole a un combate de boxeo improvisado en la sala de reunión con Roger, Bertram y Don como anonadado público. Lane le da una buena a Pete y tanto Peggy como Joan escuchan todo en el despacho de al lado. Joan acude con hielo al despacho de Lane, que se abalanza sobre ella para besarla, aunque una puerta abierta deja las cosas claras entre ambos. Eso sí, Joan lo tiene claro: «Todo el mundo en la oficina ha querido hacerle esto a Pete Campbell». Pete, no obstante, coincide con Don en el ascensor y la secuencia estalla en las lágrimas de impotencia de Pete. Don no podía actuar y Pete pensaba que eran amigos. ¿Pero qué se supone que tiene que hacer un amigo en un duelo con honor? Imposibilidades, como que se libre un combate de boxeo en una oficina. Imposibilidades, como el vacío existencial del propio Pete. De momento, vive en las sombras y observa… Pronto, saldrá a cazar de nuevo…

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