“Mad Men”
(2007-2015)
EEUU
Sinopsis (Filmaffinity):
Aclamadísima
serie dramática que narra los comienzos de una de las más prestigiosas agencias
de publicidad de los años sesenta, y centrada en uno de los más misteriosos,
pero con un gran talento, ejecutivos de la firma, Donald Draper. “Mad
Men” es la mirada a los hombres que dieron forma a las esperanzas y sueños
diarios de los americanos de la época. En 1960 la publicidad era considerada
una de las profesiones con más glamour de la época. Era un momento de gran
ebullición en todos los sentidos; la manipulación profesional y el acoso sexual
son parte del trabajo y de los negocios. Sterling Cooper Advertising
diseñaba mejor que nadie las campañas de publicidad. Su lema era: «No importa lo
que seas. Lo importante es cómo lo vendas…».
Matthew Weiner,
creador, cerebro y autor de la serie, la define como una gran ‘mega-movie’ y
sencillamente los aires narrativos divagan entre la soap opera
estilizada por absoluto glamour y humeada con cientos de sudorosos
cigarrillos. Pero esa consciencia de
culebrón laboral y personal e incluso su tentativa por el melodrama y Douglas
Sirk quedan soterradas por las declaraciones e intenciones del propio Weiner.
Su fuente real de inspiración fue más kubrickiana y cercana a “Les
bonnes femmes” de Claude Chabrol. En esa película, como musa
poliédrica del creador de la serie, los problemas de los personajes eran
proporcional y aparentemente diminutos, pero existía en la misma una tensión
hitchcokiana cercana al policiaco desde una aproximación realista. Realmente “Mad
Men” nos habla de la tensión dramática de lo cotidiano en un ‘novedoso’
contexto histórico-social-laboral.
La serie recrea con
notables libretos, recursos de guión y personajes el alejamiento que existe
entre las grandes esperanzas personales y las pasibles decepciones que repica la realidad diaria. Cuánto más se
distancian ambas premisas, más queda destruida el alma de la persona. “Mad
Men” es la tensión de la simple y liviana realidad, personal y laboral, de
almas torturadas que deben vivir dobles vidas y retener sus secretos entre la
condena de la sociedad de la época. Ya hemos visto esos recursos de estilizar
la simpleza de la vida haciéndola tentadora y atractiva para los espectadores.
Lo hizo Alan Ball tiempo atrás con la imprescindible “A
dos metros bajo tierra” donde las tramas eran tan
sencillas y cercanas a los espectadores dentro de sus propias realidades, pero
el guión las diseccionaba con una precisión narrativa irrepetible y
sobrecogedora.
Publicidad sobre la Publicidad |
Tal y como indican en
la serie el miedo estimula la imaginación o fumar es síntoma de debilidad… En “Mad
Men” se bebe y se fuma mucho y trabajar toda la noche es malo para el
cutis. Provocaciones presentes, realidades pasadas. Las referencias cinéfilas
se aglutinan en el fuera de campo y backstory de los personajes. Se
habla de “Psicosis” o de “El
apartamento” alegando el extremismo de Hollywood pero con perspectiva metaficcional.
E incluso se critica al clásico imperecedero de Wilder: «¿Una
ascensorista blanca y encima chica…¿ ¡Yo quiero trabajar allí!». La serie de Weiner
funciona por el adorno y el detalle tanto en los guiones como en los
alrededores sociales, políticos y económicos que movían a EEUU en la década de
los 60, donde se lloraba incluso más por la muerte de Marilyn que de Kennedy.
Realidades pasadas |
Los personajes
parecen convertirse en la mentira que pretender encarnar. Lo que son es formado
por los cambios que viven en su propio alrededor, de que el contexto erosiona y moldea a las personas. Para hablar de la
discriminación racial, por ejemplo, se muestra un ácido diálogo de un par
afroamericanas que trabajan en los baños: «Si traen bolsos más pequeños nos
moriremos de hambre». Tal una de las imágenes de la serie sea la de la familia Draper
yendo de picnic donde sus padres son totalmente escrupulosos con la limpieza de
las manos de sus hijos y dejan la basura en el campo. Esa ambivalencia y
conexiones y desconexiones con nuestros presentes son elementos sumamente
interesantes. Realmente esas oficinas, estilismo y decoración humana no han cambiado
en nuestros días. Los techos son los mismos y el propio creador remarca el
guiño en el piloto con una mosca atrapada en el interior de un gran halógeno.
Tal vez el abuso de picados sea apartarnos de esa visión igualitaria de nuestra
perspectiva actual y centrarnos en esas tres generaciones de hombres, mujeres y
secretarias atrapados en mundo corporativo. Lo interesante de “Mad Men”
es que parece rodada en la propia época que retrata, como si la misma serie
propusiera una impuesta autocensura con ejemplo de fineza, sutiliza y estilismo
eludiendo lo explícito. Don Draper es el producto,
nosotros, su agradecida audiencia.
Siendo una serie de 8 el 10 se lo lleva, sabiamente como señala Usted (tan acertado como siempre) en la gran ambientación que tiene la cual hace creible la serie al máximo.
ResponderEliminarTambién influye la elección de actores no realmente conocidos para el gran público en su momento y un John Hamm que hace un Don Draper duro pero a la vez frágil por sus secretos y por la vida que ha llevado hasta ser un hombre de éxito, muy del gusto americano.
Hola namusi,
ResponderEliminarJohn Hamm es el Don Draper de la serie tanto dentro como fuera.
Gracias por el comentario y saludos bastardos!