Dudo que un seriefilo vea una serie por la audiencia
que tiene al otro lado del charco, aunque es cierto que las modas… modas son. “The
Big Bang Theory” es una de las mayores modas
desde hace unos años y la culpa la tiene Sheldon Cooper. Sin
un personaje tan carismático (actualmente en la parrilla televisiva tan solamente
le puede hacer sombra Tyrion Lannister) la
serie prácticamente no valdría ni medio colín en un agujero negro. Tal vez por
eso y tras el descanso iniciado por “The
Weekend Vortex” los siguientes episodios han vuelto con fuerza.
Primero, con el vigésimo de la quinta temporada, trayendo a Spock
(bueno, la voz…) en “The Transporter Malfunction”, y
ahora el vigésimo primero con Stephen Hawking. “The Hawking
Excitation” llega para confirmar que el Sheldon es
la pieza angular de la serie aunque su novia Amy se
ha evaporado para que disfrute de la total compañía de sus ídolos. Curiosamente
estos dos episodios han marcado un descenso en la audiencia de sus espectadores
habituales. “American Idol” y las
sitcom de los jueves cayeron perdieron público aunque después del parón la
serie de Chuck Lorre y Bill
Prady no ha vuelto a marcar los mismos datos.
La temporada sigue en producción y “The Stag
Convergence” está previsto para el 26 de abril… Otro parón… ¿Otra
nueva bajada de audiencia?
“The Hawking
Excitation”, al igual que el anterior capítulo, se basa en el
cameo y encuentro con una de las celebridades más admiradas para Sheldon
Cooper. El Dr. Cooper
siente que se encuentra en un mundo de perros (o chimpancés) en el que él y Stephen
Hawking son los únicos seres humanos. Condenados a
entenderse, se entiende. Ese encuentro se va a dilatar por el propio Sheldon y su
ninguneo y humillaciones a Howard. El
problema es que el judío tiene la clave para conducirle al propio Hawking. El
conocidísimo astrofísico va a ir a la universidad unas semanas a dar una
conferencia, y será Howard el ingeniero
que le ayudará a mantener el equipamiento en su silla de ruedas. Justamente Sheldon ha
acabado su tesis de que un bosón de Higgs es un agujero negro acelerando hacia
atrás en el tiempo. Sería la manera perfecta de impresionarle pero la última
humillación sobre Howard pasa
factura… Tendrá que ganárselo.
El episodio es simple y sencillo aunque mucho más
inspirado que los momentos más chispeantes (escasos, por cierto) de la
temporada. Howard somete a Sheldon a
todo tipo de humillaciones: le hace limpiar su numerosa colección de hebillas
manchadas con orines, vestirse públicamente de doncella francesa sexy y
acompañar a su madre (por intervención de Bernadette como
última prueba y fin de la venganza) para probarse vestidos. La experiencia es
traumática en el probador… pero para Sheldon
merece la pena… cualquier sacrificio. Como el resto de personajes menos Amy… que
pasaban por allí, ¿verdad Penny?
La gracia de todo el asunto es que Howard
entregó hace tres días la tesis a Stephen Hawking y quería conocer al Sheldon. Finalmente
se produce el ansiado encuentro. Jim Parsons definió
el encuentro y la experiencia como «loca e intensa» en The Hollywood Reporter.
En el capítulo también se ve cierta intensidad… Hawking felicita a Sheldon por
su tesis pero contiene un error aritmético. Sheldon al
principio se muestra firme pero finalmente duda… y revisa. Efectivamente
descubre que ha cometido un error y es momento de recibir su propia medicina y
condescendencia habitual. Como un ordenador roto no puede asimilarlo y se
desmaya ante el estupefacto (y obvia rigidez) de Hawking. «Otro
debilucho» dice en voz alta el astrofísico y es que Sheldon en
los momentos de mayor excitación es más blando que la mantequilla. Lo que más
me está llamando la atención de esta temporada ha sido la eliminación de
cualquier extra final en los créditos… En fin, queda esa visión de la serie
como un bosón perdido en un agujero negro intentando viajar en el tiempo para
recuperar un pasado que se esfumó.
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