domingo, 8 de abril de 2012

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Lorax, en busca de la trúfula perdida: ¿Ejemplo o malas influencias?

“Lorax, en busca de la trúfula perdida”
Título Original: Dr. Seuss’ The Lorax
Director: Chris Renaud
EEUU
2012

Sinopsis (Página Oficial):

El largometraje de animación 3D “Lorax, en busca de la trúfula perdida”, adaptado a partir del libro infantil del Dr. Seuss, acerca de una criatura del bosque que simboliza el eterno poder de la esperanza. La película cuenta la historia de un chico que busca lo único que le permitirá ganarse el afecto de la chica de sus sueños. Para conseguirlo, debe descubrir la historia del Lorax, una encantadora aunque malhumorada criatura que lucha por proteger su mundo.

Crítica Bastarda:

Cuando se estrena una película como “Lorax, en busca de la trúfula perdida” siempre aparece el eufemismo en escena. Los críticos hablarán de una ‘película para los más pequeños’ para negar la presencia cerebral paternal, subrayando su ‘canto ecologista’ por encima de cualquier satisfactoria escenificación en el entretenimiento de un guión nulo. Que los creadores de “Gru, mi villano favorito” de Chris Renaud quieran llevar a las pantallas una obra del Dr. Seuss puede ser un complemento perfecto. Pero desde esas imágenes parece el propio Renaud quiera ejercer de un endulzado y colorista Tim Burton. No sé hasta qué punto la historia necesitaba difuminarse en simples imágenes rellenadas por momentos musicales. No sé si han sido las cintas de dibujos de la Disney o Los Teletubbies, pero muchas personas tiemblan cada vez que en una película de animación se ponen a cantar. “Lorax, en busca de la trúfula perdida” ya arranca bajo esa proposición y debilidad. Sus problemas vienen derivados de un libreto sin sorpresas y sin capacidad de sorprender. No sé si el fin justifica los medios y que los más pequeños, esas ‘víctimas’ del eufemismo, capten el mensaje que plantea.

Lorax, en busca de la trúfula perdida
Peces cantarines
Lo curioso de “Lorax, en busca de la trúfula perdida” es que ha causado auténtica conmoción entre la derecha norteamericana. “Los Muppets” de James Bobin también sufrieron los ataques al ser el villano de la película un magnate del petróleo. Según ellos, la izquierda, a través de películas hollywoodienses como la que dirige Chris Renaud, está manipulando a los más pequeños para que luego formen parte del Occupy Wall Street. Hasta la propia Rana Gustavo acompañada de la cerdita Peggy tuvo que ironizar sobre el tema indicando que se pasaban durante toda su película gastando un montón de gasolina conduciendo un Rolls Royce. Algo incoherente, como que “Lorax, en busca de la trúfula perdida” se critique al corporativismo y a la industria desmedida cuando está financiada por un gran estudio que entra dentro de los moldes que desaprueba. Del mismo modo el propio Dr. Seuss comentaba que su libro no trataba de pregonar y desacreditar la moralidad de la industria maderera, ya que los libros que escribía se imprimían en papel o vivía en una casa de madera… El fondo es tratar y reprochar la avaricia que inunda cualquier tipo de industria por aumentar los beneficios, aunque destruya completamente un ecosistema. No obstante, la derecha norteamericana ve en estas películas (de “Arrietty y el mundo de los diminutos” dijeron que retrataba tanto al movimiento okupa como al Occupy Wall Street) como flagrantes amenazas para inculcar a los más pequeños… ¿buenos y positivos valores?

Lorax, en busca de la trúfula perdida
Lorax, la voz del pueblo (árbol)
Pero, ante tanto planteamiento por una película cuyos chistes están (por estar) repetidos y que no tienen ningún tipo de ironía, me sorprende que nadie haya comentado otros temas candentes y sumamente interesantes. Para empezar, al igual que Andy en Toy Story, el protagonista en “Lorax, en busca de la trúfula perdida” tiene padre. Pero lo que no entiendo es el nuevo sistema político en ese mundo de algodonadas trúfulas. Se trata de una ciudad, Thneedville, en medio de la nada (literal) donde todo está compuesto a través del plástico y el aire. No existe nada orgánico. Está liderada por Alisios O’Hare como magnate y villano, que controla su metrópolis por cámaras. No quiere que nadie salga pero tampoco hace mucho por evitarlo. No sabemos cuándo votan, qué sistema legislativo tienen y cómo es su régimen socio-político y económico. En estos tiempos de crisis mundial, podría ser un ejemplo de satisfactoria neo-autodeterminación. Lo que escapa de mi conocimiento, aparte del paradero de los osos amorosos y los peces cantantes si no quedaron trúfulas en mil kilómetros a la redonda, es una frase brutal que no ha levantado ningún tipo de ampolla. Durante la película se intenta vender aire embotellado y el diminuto villano (que se define a sí mismo como la cabeza de Frankenstein y el cuerpo de una araña) afirma que «nadie pagaría por algo que pudiera conseguir gratis». En plena incandescencia del cierre de Megaupload o las leyes SOPA, Sinde, etc. me resulta extraño que nadie haya comentado las dobleces e implicaciones que establece esa frase. Ni siquiera la derecha norteamericana o los evangelistas. Al parecer, cada loco con su tema.

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