(2011)
EEUU
Director: Alberto Morais
Sinopsis (Página Oficial):
Miguel está viejo, le faltan reflejos
y padece cierta narcolepsia. Después del funeral de su esposa pone en marcha
los preparativos de un viaje largo tiempo esperado. Quiere volver a un lugar
donde perdió demasiadas cosas, casi todas irrecuperables; desde su compañera Emilia, hasta un modo de entender el
mundo.
Hay
otro cine español de renovada juventud y mirada. Otro cine que intenta, una vez superado parte de ese
eterno discurso victimísta, surgir para intentar sobrevivir en un mundo
completamente contrario y hostil. Si uno observa las diez películas españolas
más taquilleras del 2011 verá que la encabezan, quitando a “Midnight in Paris” porque por mucho que digan tiene de española lo
que Owen Wilson de andaluz y París de gallega, dos grandes obras magnas de la
armonía intelectual y el despliegue metafísico del alma humana: “Torrente 4. Lethal Crisis” y Fuga
de cerebros”. Después, vienen las máximas nominadas a los Goya: “La piel que habito” y “No habrá paz para los malvados”…
Precisamente hay filmes con clara vocación comercial para un público
mayoritario, otros con el respaldo de la crítica y la aceptación en taquilla
como recompensa… pero también existe otro cine muy minoritario, prácticamente
invisible. Tal vez demasiado pese a ser el que realmente aporta una calidad
notable al conjunto. “Las Olas”con
apenas un pequeño puñado de copias ofrecerá resistencia a la terrible marea que
intentará devorarla hacía olvido y pronta desaparición. El filme de Alberto Morais pertenece a ese grupo
fílmico que debe sobrevivir como un pez moribundo fuera de esa agua natural
llamada circuito de festivales. Después de un meritorio paso por Moscú, Londres,
Sevilla, Gijón, Sao Paulo… llega el momento de mostrar la obra a un público que
previamente ha ignorado y/o maltratado las últimas propuestas de Jaime Rosales, José Luis Guerín, Isaki
Lacuesta, Javier Rebollo, Manuel Martín Cuenca, José
María de Orbe,
Judith Colell, Jordi Cadena, Elena Trapé,
Toni Bestard, Gabriel Velázquez… y cada vez un más largo etcétera que da clara
sintomatología de que algo está cambiando dentro del cine español pero,
contrariamente, pocos quieren aceptarlo.
Viaje, muros y silencio |
Esta
vez la película de Alberto Morais
incluye un elemento de ese añejo cine español y su discurso caduco y fatalista
en el que siempre ha fracasado: la memoria histórica. Esa memoria no busca
referentes tratados anteriormente con esperpento y auténtico ridículo
cinematográfico, salvo “Pa Negre” de Agustí
Villaronga, sino que se basa en el infierno que vivió Miguel, su protagonista, en el campo de concentración de
Argelès-sur-Mer. El director parece recordárnoslo en sus títulos inaugurales
aunque las heridas de Miguel, interpretado muy notablemente por Carlos Álvarez-Nóvoa, al igual que las
de tantas decenas de miles que huyeron a Francia tras la derrota en la Guerra
Civil, yacen completamente abiertas… pese a haber pasado ya numerosas décadas.
Esa ruptura emocional es mostrada desde el escenario y un viaje iniciado tras
la muerte de su mujer. Pero tampoco “Las
Olas” es una road movie tradicional al otorgar a los paisajes y ese
decorado natural no un fondo sino el completo protagonismo emocional de la
historia. El fondo aquí es el personaje; el otro personaje, que junto al
protagonista humano intenta aferrarse a esos escasos recuerdos que le quedan y
le impulsan hacía una vuelta al lugar donde tal vez perdió todo. Mike Mills en el guión de “Beginners” también utilizaba la muerte
de la mujer del co-protagonista (interpretado prodigiosamente por Christopher Plummer) para desatar los
deseos reales e interiores de su personaje. La hondura del ser humano parece
liberarse una vez que concluye la farsa. «¿Quería mucho a su mujer, verdad?», le
pregunta Blanca (Laia Marull) a ese
cuasi-muerto-viviente que vaga hacía su destino y búsqueda interior? «No lo sé»,
responde Miguel, el (no)protagonista
de la historia. Porque aquí la historia y el escenario es el auténtico motor
dramático donde se mueven los pretendidamente asépticos personajes. Un
escenario que ha cambiado, que continúa en construcción, pero que sigue (y
seguirá) allí, siempre vigente.
El pasado y el otro futuro |
Terence Winter en “Boardwalk Empire” dibujó a uno de sus personajes principales, Jimmy Darmody, como un zombi que volvió
de la Primera Guerra Mundial. Miguel
aquí es un muerto viviente reanimado por el deseo de tal vez el amor perdido de
su vida, Emilia. Sólo le queda una
foto como recuerdo y un viejo coche para iniciar un viaje con un fin y tal vez
un final. “Las Olas” tampoco es la
versión española de “Una historia
verdadera” aunque su autenticidad radica precisamente en el espíritu de la
obra. En que la propia cinta se confunde con su protagonista. Su paso por
diferentes festivales y escenarios podría recordar y ser una metáfora del
camino recorrido por su protagonista… Morais
dirigió previamente un documental sobre la figura de Pasolini, “Un lugar en el
cine”, donde aparecía la sombra de Angelopoulos
y fue este último quien dejó el germen de lo que sería “Las Olas”; de ese diálogo con la historia que se convierte en el
diálogo con uno mismo.
El año pasado hemos presenciado cómo algunos autores, con ecos mediático-cinéfilos más resonantes, desprendían sus obras de cualquier concesión gratuita y dramática hacía su más mínimo germen y esqueleto, pero haciendo que aumentasen las pulsaciones emocionales y que estas reverberasen desde la pantalla hasta nuestros corazones. Pocos podrán en duda las capacidades y logros de “Le Havre” o “El niño de la bicicleta” de Kaurismäki y los hermanos Dardenne, respectivamente. Pero tal vez pocos comenten los hallazgos de Morais en “Las Olas”, donde sus nulas concesiones dramáticas hacen interesarnos, más si cabe, por los traumas pasados de su protagonista. Esa representación tan aséptica tiene sus recovecos anímicos en la mirada de los otros personajes. Me parece también interesante como Morais deja unos segundos a esos secundarios en las despedidas, rompiendo parcialmente el punto de vista, como ese único objeto nostálgico que le queda tanto a ellos como al espectador. En esos huecos que deja una persona a otra tras la partida y de los que nos hablaba Lisandro Alonso en “Liverpool”.
Propuesta aséptica sobre escenarios cambiantes |
Muchas
veces el discurso e intenciones cinematográficas yacen y emergen en la misma
obra. Manuel Martín Cuenca en “La mitad de Óscar” se enfrentaba a ese
cine chabacano y costumbrista en un personaje secundario, pero de fatales
consecuencias para el protagonista, encarnado por Antonio de la Torre. Miguel, el protagonista, se encuentra con un viejo coche que no puede
más y es incapaz de ser puesto en marcha de nuevo. Incluso por las ‘nuevas
generaciones’ que tienen que ayudarle a continuar su camino por otras vías. Tal
vez ha llegado el momento de observar la historia con completa purificación
emocional, sin aspavientos ni manipulación. De visionara y revisarla por
aquellos que pueden aportar un punto de vista objetivo y menos parcial. Es
momento de mirar al pasado aunque tal vez para cintas tan meritorias y
valientes como “Las Olas” quede un
insuficiente hueco en nuestro presente… tal vez para un cada vez más
esperanzador futuro.
Tú más que merecido +1. Rita
ResponderEliminarHola Rita!
ResponderEliminarUn placer que pase por aquí y deje un +1! :)
Saludos bastardos,
Hola Bastard,
ResponderEliminarSiento no haberme pasado hasta ahora pero desde que se acabó Dexter estoy depre hasta el año que viene. :D:D:D
¿Dónde se puede pillar "Las olas"?, por lo que parece aún no la han estrenado, ¿verdad?. He estado mirando por la red y no hay forma o yo por lo menos no la veo.
Saludos y Feliz 2012
Hola Jorge!!
EliminarAcabo de ver este comentario!
No sé cómo se me ha escapado. En fin, sólo en cines. Tuve la suerte de verla en el pase de prensa con una rueda de prensa de Alberto Morais y Laia Marull.
Es carne de filmin o similar porque ha tenido pocas copias de distribución y no sé si saldrá en DVD. Espero que sí. ;)
Saludos y feliz 2012... (más vale tarde que nunca)