En “Stormborn (Bajo la tormenta)” (7x02) algunos espectadores pensaban que veían un ‘todo’ e imaginaban una solución para el broche final de “Juego de Tronos”. En cierta medida, las vivencias de ocho temporadas de éxito de la serie de HBO pudieran compendiarse en varios volúmenes en una estantería de Biblioteca de Antigua pero, por el contrario, la mejor analogía la establece la llegada (y regreso) de Bran Stark a Invernalia y su condición de Cuervo de Tres Ojos. Ese ‘todo’, en realidad, es una suma de fragmentos desde que Jaime Lannister lo arrojó al vació dentro de ese pistoletazo de salida del espectáculo que adapta las novelas de George R.R. Martin. Esos fragmentos son numerosos y necesitan ser ordenados aunque nosotros hemos tenido la suerte de poder disfrutarlos de un modo dispuesto y sistemático para entender cada nueva proposición como parte e incluso conclusión de las muchas historias expuestas. Esos pedazos, en resumen y definitiva, son la esencia de “Game of Thrones” y en “The Queen's Justice (La justicia de la reina)”, tercer episodio de la presente penúltima temporada, vamos a tener nuestra ración para ir ordenándolos en nuestra mente. De mente, precisamente, va el asunto. Meñique nos anima indirectamente a luchas cada batalla en ese plano mental como si fuera la última y aquí se establece esa batalla entre los diálogos y las acciones. Un amigo puede convertirse en enemigo (y viceversa), una palabra puede ser un arma o un ofrecimiento, una espada puede simbolizar una declaración de guerra o parte de una rendición. Un beso o una copa de vino pueden ser un letal veneno antes del fin… De este modo, es imposible que habite la sorpresa aunque, por el contrario, ¿podrá algo sorprender a Meñique esta temporada? ¿Será la llegada de Bran y Arya a Invernalia? El episodio va a tratar de hacer convivir todos esos espacios y espectros en lo que cada serie de posibles acontecimientos está ocurriendo a la vez y al mismo tiempo. Ordenemos, pues, todas esas tramas en algo que nos ofrezca un sentido futuro y también pasado.
Rocadragón se ha convertido por méritos propios en uno de los ejes de esta temporada y es normal teniendo en cuenta que está siendo el centro de operaciones la khaleesi que desea sobre los Siete Reinos. Uno de los momentos más esperados de todo “Juego de Tronos” era el encuentro de Jon Nieve y Daenerys Targaryen. El bastardo de Invernalia y la hija del Rey Loco han tenido un largo camino para llegar a ese punto y existe una brillante lectura sobre las cicatrices y heridas todavía abiertas de ambos (e incluso de Tyrion considerando el dueto de protagonismo como un trío) y su búsqueda de la justicia para los más desfavorecidos. Precisamente en esa conexión hemos descubierto dos viajes completamente opuestos ya que Jon Snow se ha alejado del poder (aunque se ha visto siempre rodeado del mismo) para dar sentido a su cruzada con un mal mayor que amenaza todo Poniente. La Rompedora de Cadenas ha labrado una interminable colección de títulos pero se encuentra completamente sola en ese trono de piedra que contrasta y se contrapone al populoso circo alrededor de Cersei Lannister. Es obvio que la reina que derrote al Rey de la Noche conquistará el corazón de un pueblo que ha sufrido en sus carnes la Guerra de los Cinco Reyes y todas las consecuencias hasta llegar a la llegada del largo invierno. Missandei y Tyrion van a ejercer como maestros de ceremonias y también recordar a Jon y Ser Davos que la entrega de sus armas y el sobresalto de ver a los dragones de La que no Arde es una completa invitación a la pleitesía a cambio del terror de enfrentarse a la ira de un enemigo temible. Melisandre evidentemente nos deja una nota de pie de página casi conclusiva a su personaje al confesar a Lord Varys que partirá a Volantis sin mediar palabra con aquellos a los que sirvió en el pasado. Sus terribles errores han provocado que la sacerdotisa roja sea pura fragilidad pero no se amedrante por las amenazas veladas de la Araña. En cierta medida, Lord Varys siempre ha visto cómo aquellos a los que odia ha utilizado el poder de su ‘magia’ como arma contra él. Recordemos que Melisandre ha visto algo en el fuego y avisa a Varys que ambos morirán en esa tierra extranjera… por lo que su regreso seguramente quede para la octava temporada de “Game of Thrones”. Aquí también habita ese sentido de las visiones al que hacíamos mención al comiendo de la review. Melisandre seguramente fuera víctima de ese falta de contexto por las indicaciones de R'hllor y, ahora, haya completado ese mural que compone su propia vida y misión en la misma al servicio del dios que venera. En el fondo, su cometido era unir al hielo y al fuego y así lo ha hecho con la llegada de Jon Nieve a Rocadragón para que conociera Daenerys Targaryen. El círculo se ha cerrado por su parte y, ahora, puede partir… antes de regresar para morir seguramente como redención a los pecados que cometió. Es posible que los escritores quieren ‘lavar’ el nombre de Melisandre y contraponer sus terribles actos y sacrificios por una finalidad mayor frente a la resurrección del príncipe que fue prometido y un acto que redima a la sacerdotisa roja de sus imperdonables crímenes y forzado exilio.
El esperado encuentro del Rey del Norte y Daenerys Targaryen viene enmarcado por la retórica y dos puntos de vista completamente distintos. Jon se encuentra allí para conseguir una poderosa aliada frente a una amenaza alejada de las intenciones de la khaleesi. Para Jon lo importante, no obstante, es conseguir el vidriagón que yace en Rocadragón y Daenerys trata de convencerlo evocando el espíritu de Torrhen Stark y esa alianza entre los Targaryen y los Guardianes del Norte. Jon arguye que ese trato ancestral fue quebrado cuando el último Targaryen quemó tanto a su tío como a su abuelo vivos. Es obvio que la Rebelión de Robert es clave para entender el destino de ambos personajes y su vinculación familiar sin que éstos todavía conozcan esa canción de hielo y fuego que se está desarrollando a su alrededor. Considero que todavía nos quedan flashbacks sobre ese pasado que está condicionando el presente de esta historia y que, ciertamente, dotará de sentido su clímax y desenlace. Jon y Daenerys, al fin y al cabo, están condenados a entenderse… Jon Nieve también es conocedor de que la reina que tiene delante es mejor Cersei pero no ha venido ni a hincar la rodilla ni a juzgar a una hija por los pecados de su padre. En realidad, Jon está obsesionado con el Ejército de los Muertos y el Rey de la Noche pero explicar tal circunstancia —incluida su propia resurrección— a otras personas es como hablar de cuentos y leyendas. Ni siquiera contar con la presencia de una mujer que tiene a dragones como hijos hace viable un entendimiento. Tyrion, por el contrario, confía en el bastardo aunque la fe de la reina está puesta en sí misma ya que nació para gobernar los Siete Reinos. Lamentablemente esa guerra de reinas podría sentenciar (para mal) el destino de Poniente ya que un esqueleto sería el único ser que ocupara el Trono de Hierro. Algo tenía que romper esa dinámica del enfrentamiento dialéctico entre Daenerys y Jon, en la que se estaba consumando una rebelión, y no es otra cuestión que la noticia de Lord Varys sobre la flota de los Greyjoy derrotada junto a sus aliados (como las Serpientes de Arena), estando muertos o capturados por sus enemigos. Ese revés pudiera contratar con el rescate de Theon y nuevamente el conflicto del personaje: ¿podrá de nuevo ser un Greyjoy (y ser respetado por los suyos) o está condenado a ser Hediondo?
Es obvio que vamos a pasar de la derrota al paseo triunfal de Euron en Desembarco del Rey pero, al mismo tiempo, veremos ecos del paseo de la vergüenza al presenciar cómo son repudiadas Ellaria Sand y su hija Tyene. Euron también tiene atada como a un perro a su magullada sobrina y se prepara para ascender, por méritos propios, a los aledaños de ese Trono de Hierro que ansía conquistar. El regalo que ofrece a Cersei es tremendamente satisfactorio para la venganza interior de esa reina con un vacío y sed interminable por hacer el mal. La Montaña, no obstante, sigue allí para recordar a Ellaria el horror todavía latente en la traumática muerte de Oberyn. Esos monstruos han matuado en algo más aterrador. Al mismo tiempo, ese monstruo parece dar también su beneplácito para que Euron se acerca a su reina (también monstruosa) y presida la función circense en la que Jaime va a ser objeto de nuevas burlas. Cersei saborea el triunfo y deja en manos del mar (Euron) y tierra (Jaime) la réplica a las fuerzas de Daenerys. Euron, por su parte, siente el amor (y clamor) del pueblo y no duda en pedir a Jaime consejos sexuales completamente burdos para saciar el placer de su hermana. Es evidente que los escritores buscan una tensión en ese extraño triángulo sexual y en que Euron tendrá que esperar a casarse con Cersei una vez ganen la guerra. En cierto modo, aquí desemboca ese conflicto latente en la lideresa de la Casa Lannister por no estar condicionada o subyugada a ningún hombre. Podemos entender que todas las decisiones que ha ido tomando a lo largo de la serie han sido para desquitarse de todos esos frentes de poder o incluso su imposibilidad de manipular a otros hombres (aunque éstos fueran sus hijos). También queda enmascarado la cuestión primordial que se va a plantear en la presente temporada: ¿cuál es la posibilidad de perpetuar a los Lannister cuando han muerto todos sus hijos? De momento, Cersei ya no oculta su incesto y su relación con Jaime. ¿O es que alguien tiene valor de contradecir o juzgar al monstruo que los gobierna? Precisamente esa ‘larga despedida’ tiene un sentido de la venganza para que Cersei envenene a Tyene, del mismo modo que realizó Ellaria con su hija. Qyburn se ha convertido en el maestro de ceremonias del mal y encontró el veneno para dotar de sentimiento esa vendetta que ahora va a cobrar un significado aterrador: Ellaria tendrá que ver en una mazmorra cómo se pudre su propia hija delante de ella sin que pueda hacer nada. “The Queen's Justice (La justicia de la reina)” plantea también una hábil analogía capitalista sobre los intereses del Banco de Hierro por el recuperar el oro que deben los Lannister. En cierto modo, ahora las arcas están vacías e incluso Euron Greyjoy podría dejar de ser leal… La cuestión es que Tycho Nestoris está en Desembarco del Rey para apostar por esa reina que está alcanzado triunfos en los primeros compases de la guerra frente a esa otra ‘enemiga’ que podría destruir definitivamente uno de los mayores ingresos del Banco de Hierro de Braavos: aquellos generados por la esclavitud. En realidad, aquello que nos plantea “Juego de Tronos” es que las revoluciones no suelen ir en sintonía con los poderes económicos… aunque ya que le gustaría tener a cualquier hipócrita revolucionario desdentado —y del tres al cuarto— el carisma de Daenerys. Por no mencionar la maternidad de sus tres dragones…
En Rocadragón todavía queda más diplomacia que tratar ya que Davos y Tyrion van a mover la conciencia de Jon para que también Daenerys permite al Rey del Norte extraer el vidriagón del lugar y construir armas. Ese puente hacia una alianza nos deja caer algunas miradas en un nuevo encuentro cargado con cordialidad, que se contrapone a su primera toma de contacto. En cierto modo, ambos han de conocerse para que empiecen a confiar el uno en el otro y en sus cruzadas, siendo Jon una extraña variación de un prisionero de una isla en la que ha quedado anclado. De nuevo, el letimotiv sigue siendo esos monstruos que acechan en el exterior y con los que están tratado de lidiar ambos protagonistas. Daenerys prefiere ese monstruo conocido llamado Cersei mientras que Jon solamente piensa en ese otro aterrador ser que está de camino.
Mientras tanto, en Invernalia Meñique comienza su extraño cortejo sobre Sansa para ganarse su confianza desnudando su mente frente a ella. Sabemos cómo funciona ya ese cerebro repleto de maquinaciones y conspiraciones, plagado de una sed de poder… El problema es que esa imprevisibilidad se va a personar con la llegada de la familia de Sansa. La sangre manda y sus hermanos han crecido de un modo con el que no contaba ni el propio Meñique. Antes de que Arya regrese a su hogar, veremos cómo Sansa se ha convertido en la lideresa que esperaban sus padres (y que seguramente cause una inmediata erección en Meñique). También la llegada de Bran nos mostrará a una Sansa Stark más humanizada frente a su hermano que ahora está impávido por esa condición de ser el Cuervo de Tres Ojos. Bran nos habla sobre esos fragmentos que tiene que reconstruir para dotar de sentido todo lo que ha ocurrido en Poniente y mostrará a su hermana una señal de que no se ha vuelto loco. Un detalle de la noche del horror para Sansa (y una de las secuencias más polémicas de la serie) servirá para quitar la máscara a ese témpano de hielo que todavía esconde una niña asustada y, simultáneamente, dará un pie de confianza en esa transformación vivida por su hermano. La Larga Noche va a regresar y Bran tiene que estar preparado… Por parte de Sansa se establece una brillante analogía con ese traje blanco que esconde en su interior, atrapado en la oscuridad sobre la que se ha vestido actualmente para sobrevivir.
Como en esta temporada de “Game of Thrones” todo tiene que avanzar con un ritmo más rápido, veremos en Antigua la curación definitiva de Jorah Mormont. Su sanación esconde también el regreso del guerrero y guardián de Daenerys pero, al mismo tiempo, nos enseña que de poco o nada le va a servir a Sam leer libros y seguir las instrucciones de peligrosos métodos de enfermedades como la psoriagrís. Aunque considero que el Archimaestre Ebrose siente cierto agrado por la valía de su ayudante (e incluso le felicita por salvar la vida de un hombre), la realidad para Sam es que en Antigua su penitencia y fastidiosos trabajos van a seguir a la orden del día. Esperemos que saque tiempo para investigar más libros prohibidos… antes de que le echen del lugar, claro.
Como “The Queen's Justice (La justicia de la reina)” tiene que confirmar que estamos ante la temporada de las batallas, vamos a acabar con una triple proposición que confirma que “Juego de Tronos” quiere seguir innovando en la narrativa de la épica y el género. Ya nos quedó claro que a Tyrion Lannister le gusta hablar (e incluso ya se cita a sí mismo) y nos va a ofrecer varias batallas en una de acorde a las posibilidades de la toma de Roca Casterly por parte del ejército de los Inmaculados. Ese círculo que conecta de nuevo el pasado y el presente va a tomar sentido en el relato de Tyrion respecto a la supervisión del alcantarillado y la construcción de un pasaje secreto por el que acceder y salir del lugar. De este modo, la conquistar del lugar esconde una hábil jugada de un Jaime Lannister que también ha aprendido de los errores de su pasado. De nuevo, estamos a ante ese sentido circular de la serie en el que el baskstory está definiendo tanto construcción de personajes como sus acciones presentes. Gusano Gris se dará cuenta de que en el interior de Roca Casterly apenas había tropas Lannister y que la idea era que Euron destruyera su flota para ralentizar su avance a partir de ahora. No van a poder permanecer en el lugar sin suministros y tendrán que abandonarlo. ¿Y dónde están los Lannister? Jaime Lannister lidera la toma de Altojardín aunque no veremos la batalla porque los propios guionistas y productores dejan claro a la audiencia que la auténtica guerra se va desplegar en el encuentro de Jaime con Olenna Tyrell.
Una mirada y un par de frases de Diana Rigg son más afiladas que mil lanzas de un ejército… Da lo mismo el resultado de la batalla, ella ha ganado la guerra. Ese lamento de viuda y ofrecimiento para perecer con un veneno lo menos doloroso posible esconde una ironía del destino para la Reina de las Espinas y la exteriorización de los conflictos de Jaime. En realidad, el hermano de Cersei está localmente enamorado de ese monstruo que supondrá su fin si no lo detiene. Creo que nos están lazando numerosas pistas sobre esa dicotomia de Jaime. ¿Es un monstruo o todo aquello que la ha ocurrido a lo largo de estas temporadas le ha humanizado? ¿Tendrá que ejercer de nuevo como Matarreyes cuando llegue el momento? ¿Es ése su destino y papel en toda la historia de ese pasado y presente? Olenna no quiere irse sin confesar que esa reina a la que venera es la peste y acabará con todos ellos… Esa especie de profecía, mientras la provecta y experta participante del juego de tronos toma su veneno sin vacilar, se adorna con la confesión del crimen de Joffrey Baratheon y que su testamento sea que Cersei sepa que fue ella aquella que cometió el acto para proteger a los suyos… y que no morirá del mismo aterrador modo. Posiblemente Olenna nos deje entrever el castigo para los monstruos de la serie y recurramos ese viaje desde el pasado hasta este presente en el que los Lannister han dado dos estocadas nocivas a Daenerys pulverizando a sus aliados. ¿Es hora de que Madre de Dragones pase a la acción y siga el consejo de la ya fallecida Olenna?
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Hecho de menos tu parte crítica. No escribes para "El Mundo" así que puedes explayarte más. Hay malas actuaciones que me están jodiendo la serie de mala manera y sabes de más cuáles son los actores carne de blockbuster.
ResponderEliminarEncantado con tu prosa, y tu visión del acontecer de la serie, el aspecto impredecible de esta temporada me ha enganchado pues la reina de menos poderío a golpeado fuerte dos veces, saludos desde Venezuela. Nota: Tienes unos detalles en la redacción pero apremio tu esfuerzo de realizar el análisis tan pronto y con tu gran calidad.
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