Teniendo ya un bagaje de once episodios, podemos comenzar a hacernos una idea de qué desean plasmar Mark Frost y David Lynch en el regreso de “Twin Peaks”. Es evidente que se han expandido a unos límites sorpresivos e inimaginables para esos espectadores acostumbrados a ver más de lo mismo en la televisión cuando se realizan homenajes o regresos de sus series favoritas. La cuestión puede ser cumplir con el ‘revival’ pero los creadores de esa ficción de culto no se conforman con simples guiños a sus seguidores e incluso, pese a contar con los mismos, Lynch y Frost han desarrollado un complejo retorno de sus personajes. Sobre tal perspectiva, tenemos un acercamiento en clave sentimental a Twin Peaks aunque ha ido cobrando protagonismo y, sobre todo, oscuridad en sus planes. Ya nos dejaron caer que la maldad sigue acechando en las sombras y está instaurada en ese pueblo aparentemente tranquilo cuya paz quedó rota 25 años atrás con el asesinato de Laura Palmer. Los escritores evidentemente desean dotar de un sentido vital ese paso del tiempo y hemos comprobado la descendencia de aquellos que fueron los protagonistas del relato original. Y aquí hemos tenido la cara y cruz de esa dicotomía entre lo bueno y lo malo que han establecido esos sucesores en una variación de claroscuros. Twin Peaks esconde algo místico y mágico y toda esa mitología está siendo desarrollada por la Señora del Leño y las pesquisas de Hawk —a las que se ha sumado el sheriff Frank Truman—. Respecto a estos pasajes espirituales se va consumar esa comunión entre lo espiritual, que implícitamente representa ese personaje de raíces indias y primigenias del lugar, y todos los planteamientos del espectáculo alrededor de la Logia Blanca y Negra y el mítico «fuego, camina conmigo». Un mapa va a ser clave a tal efecto… Por otro lado, el regreso del Agente Especial Dale Cooper no se ha establecido como cualquier espectador imaginaría sino que se ha duplicado respecto a la citada dicotomía del bien y el mal instaurada en la serie de culto. De este modo, “Twin Peaks - The Return” nos habla respecto a esa lucha en la que BOB se hizo con el control de un doppelgänger del agente 25 años atrás y ha estado cometiendo sus fechorías y crímenes con completa impunidad desde entonces. Dougie Jones, por el contrario, ha llegado a nuestra dimensión para hacer indirectamente el bien y que todos aquellos sean felices a su alrededor. Repasemos “Episodio 11 (Part 11)”.
Mark Frost y David Lynch son conocedores de que están acercando al desenlace de la temporada que han ideado y estructurado a tal efecto. Por lo tanto, este capítulo va a servir para que sigamos avanzando en esas posibilidades y arcos argumentales que han ido desarrollando sabiamente para colisionar entre sí. Es cierto que “Twin Peaks - The Return” a veces ofrece poco espacio a algunas tramas y personajes pero, por el contrario, supone parte de ese sacrificio de amplificar su espectáculo. Lynch y Frost también están experimentando con el formato y reciclando esos procedimentales en una trama que está cogiendo ritmo alrededor del misterioso asesinato de Ruth Davenport sin olvidar ese toque de comedia negra al que se suman los acercamientos al género que permite contar con un personaje como Dougie Jones. El drama familiar también está presente en Twin Peaks y el culebrón en que se basó en su momento la serie de culto ahora ha evolucionado hacia un surrealista acto existencial y replica a todos los niveles. Precisamente en lugar idílico, envuelto en oscuridad y misterio, tendremos una revelación que va a cambiar muchas cosas. Miriam Sullivan ha sobrevivido a Richard Horne aunque, no obstante, Lynch establece una introducción macabra y espectadora para tantear con un tema recurrente en este episodio: el efecto de la maldad sobre los más pequeños y las nuevas generaciones. Vimos el poder desatado por un arma destructora como una bomba atómica y, ahora, las armas de fuego manifiestan ese ‘mal’ que no puede ser manejado por todo el mundo. Y mucho menos los niños…
El arco argumental de la turbulenta relación de Steven Burnett y Becky va a cobrar una nueva dimensión cuando nos enteremos, junto a la hija de Shelly (¡y Bobby!), que está saliendo con otra mujer (interpretada por Alicia Witt)… La rabia nos lleva a la violencia y al lado oscuro, como diría Yoda. Asimismo, tendremos ese acercamiento a la peligrosidad de las armas de fuego si son utilizadas fuera de su propósito. Ese sumatorio de escenas algo aterradoras en Twin Peaks nos arrastra a esos planteamientos de buenos personajes que luchan por sobrevivir o, simplemente, respecto a la dicotomía expuesta del bien y el mal. Esa tensión contrasta con el tono familiar y catártico en el Double R Diner y ese despliegue sentimental en el que comprobamos dos nuevas revelaciones interesantes. Bobby sigue amando a su (ex)mujer mientras que ésta sale con el peligroso Red. ¿El círculo nuevamente se cierra y Shelly está condenada a codearse con criminales? Es evidente que ella lo desconoce y no sabemos si Red está utilizándola o representa una nueva modulación de BOB que pudiera acabar con la hija de Shelly. “Twin Peaks - The Return” nos recuerda que vivimos en un mundo surreal y peligroso en el que las armas de fuego están presentes y la idiotez humana es generalizada. Un tiroteo repentino sobre el Double R Diner y veremos que el origen de los disparos era un niño que disparó una pistola al encontrar la misma en el asiento de atrás del coche que conducían sus padres. Esos pitidos, en el atasco improvisado, crean un contexto para ese despliegue surreal lynchano en el que la histeria de un mundo enfermo es la clave para entender su implícita locura. Hay un problema con los niños de este mundo y Lynch lo sugiere mostrando lo que parece un zombi y otro impasible pequeño que no siente ninguna clase de remordimiento por lo que acaba de cometer (o podía haber causado). El problema también son sus padres… y el legado que éstos establecen. Esa contraposición de la reunión familiar de los Briggs sirve para ver los problemas que tienen otras familias y la condena expuesta que sufrimos todos en el proceso. Hay siempre más víctimas en toda esa locura... Tal vez ese vómito se sume a la garmonbozia u otro tipo de espectros en los que Hawk va a sugerir que ese fuego es un elemento que conecta con la electricidad moderna y presumiblemente relacionada todo con la Logia Blanca. El problema aquí es la maldad, ese maíz negro, enfermo y antinatural que puede surgir de las sombras y que representa la muerte en sí. Si se une el fuego con ese maíz surge el fuego negro y esa metáfora que estamos viendo con esos vagabundos/leñadores oscurecidos por la suciedad (y con gorros de lana) para la ocasión. ¿La representación de la podredumbre humana? También veremos de nuevo esa imagen que busca ‘Evil’ Cooper respecto a esa ‘cosa’ que es preferible no saber qué es nunca… Las pesquisas de Hawk y el sheriff están condenadas a la información de la Señora del Leño y a introducirse en esos bosques y montañas que esconden un secreto relacionado con todos esos elementos. Hay fuego en el lugar donde van a ir…
Respecto a la trama criminal de Dakota del Sur vamos a tener más avances con Gordon Cole y Albert descubriendo, en el lugar donde han sido conducidos por William Hastings, una entrada a la Logia Negra. En ese espacio con casas en ruinas tenemos uno de esos vagabundos desaliñados fantasmales acechando alrededor mientras que Albert da la impresión de salvar a Cole al sacarlo de ese espacio sobre el que estaba conectando y en el que había más peligrosos seres esperándolo. Aquí subyace este toque surreal y fantasioso respecto a la contraposición de ver cómo el propio Lynch levanta sus brazos cual antenas esperando una respuesta que nosotros no vemos. Hay que estar cerca de su punto de vista para entender ese torrente y remolino oscuro que aguarda y corrompe y distorsiona la realidad. El cráneo reventando de William Hastings va a ser nuevamente el recordatorio de que los peligros de esos seres de la Logia Negra que sirven a BOB desde que la Dimensión Desconocida cobró forma en el mundo terrenal. Desconocemos cuándo pueden activar sus poderes y si éstos están condicionados por el entorno o la persona sobre la que son desatados. Nuestros investigadores van a tener que asimilar muchas cosas y la muerte de William Hastings y el hallazgo del cuerpo restante de Ruth Davenport van a cerrar líneas de investigación al FBI y abrir muchas nuevas incógnitas. ¿Qué narices está pasando? Tal vez unos donuts y algo de café (e incluso un cigarrillo) ayuden a digerir todos esos extraños acontecimientos.
Vayamos a Las Vegas para entonar un ‘Everybody Loves Doguie’ para un personaje que ha destapado, sin saberlo, una red criminal que quiere matarlo. El jefe de Doguie, luchar dentro y fuera del ring, es conocedor de que los hermanos Mitchum no son los malos de la historia y que alguien ha preparado y dispuesto que sí lo sean. El esperado encuentro de los mafiosos con Doguie va a establecer ese diálogo con el mundo onírico que propone la sala roja y el condicionamiento de Bradley Mitchum (James Belushi) a una visión premonitoria en sueños. No es que Lynch desee trazar una línea paródica sobre “Se7en” de Fincher pero da la impresión de que el misterio de esa caja es, en realidad, un contraste a la esperanza y felicidad que aporta Doguie a un mundo oscuro. Los Mitchum no solamente no van a poder matar a Doguie sino que van a encontrar un amigo que les ha traído un par de deliciosos regalos. Vimos previamente que los aliados de Cooper en la sala roja de la Logia Negra guiaron a comprar una tarta salvadora de cerezas y el cheque de 30 millones del seguro respalda la amistad inmediata de los mafiosos por su querido Doguie. Que veamos en el mismo plano Candie y ese trasfondo irreal y extravagante supone una inteligente planificación con un piano de banda sonora. La señora que recuperó su vida, gracias al Sr. Jackpots, nos confirmará que Doguie está en Las Vegas para sembrar felicidad a su paso y, desde luego, alguien no va a estar feliz con el enésimo fracaso de Duncan Todd. ¿Es hora de que Anthony Sinclair pase a la acción física?
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