“Spider-Man: Homecoming”
Director: Jon Watts
EEUU
2017
Sinopsis (Oficial):
Un joven Peter Parker/Spider-Man (Tom Holland) quien hizo su sensacional debut en “Capitán América: Civil War”, comienza a experimentar su nueva identidad como el superhéroe Spider-Man. Después de la experiencia vivida con los Vengadores, Peter regresa a casa donde vive con su tía (Marisa Tomei) bajo la atenta mirada de su supervisor Tony Stark (Robert Downey Jr.) Peter intenta mantener una vida normal pero interrumpe en su rutina diaria el nuevo villano Vulture (Michael Keaton) y con él, lo más importante de la vida de Peter se verá amenazado.
¿Superhéroe o trato? Actualmente nos estamos encontrando con adaptaciones del mundo del cómic poco fieles a personajes icónicos del firmamento superheróico. No hablo de la forma sino del fondo. Mientras que en el Universo Extendido de DC Cómics estamos viendo impávidos cómo Superman, Batman y Wonder Woman asesinan sin pudor a diestro y siniestro —sin informarnos previamente que estemos ante una variación de “Justice League: Gods and Monsters” o una concepción antepuesta al Comic Code Authority—, Marvel tampoco se ha andado por las ramas en utilizar a su antojo el material original en el que se está sustentando su universo. De este modo, es comprensible que si se ha cuestionado esas mutaciones, que desvirtuaban el concepto original, ahora sintamos que este Peter Parker/Spider-Man es el más alejado de su personaje primigenio. No es descabellado afirmar —con datos en la mano— que cualquier parecido con la realidad ya alcanzada por Sam Raimi y Marc Webb es pura coincidencia y que la proposición que encarna Tom Holland viene precedida por su introducción en “Capitán América: Civil War” y un sentido de marketing dentro del actual UCM y los aledaños de Disney. Olvídese, por lo tanto, de un conflicto generado por la muerte de su tío Ben o una percepción arácnida netamente visual porque aquí el superhéroe ya está ‘criado’ y el retoño desea inocular otro tipo de aproximación a una cinta de orígenes manoseando las limitaciones del género. Incluso esa secuencia (la araña radioactiva que pica a Peter Parker), que algunos considerarían obligatoria, forma parte de un backstory ya digerido por la audiencia e innecesario (?) para un nuevo producto que se mueve en la perspectiva de un adolescente como clara declaración de intenciones. Las introducciones ahora son distintas y la puesta en marcha fue iniciada en el filme de los hermanos Russo, provocando también una reestructuración formal de la historia dentro de la actual cultura ‘teenager’. Hemos cambiado la fotografía por un videodiario en un smartphone y las arrugas de una provecta y sabia tía May por el de una MILF. ¿Es que acaso existe cierta gerontofobia en Hollywood más allá de los cameos de Stan Lee y las canas y frunces de Michael Keaton?
Sea como fuera, “Spider-Man: Homecoming” habla de un relevo generacional y también de un sentimiento y sentido familiar en las figuras de Tony Stark y Peter Parker. El argumento no esconde que Iron Man es la figura paternal de un adolescente de 15 años que busca su lugar en el mundo tras conseguir sus poderes y codearse con los Vengadores. Como pirueta original, la presencia de Jon Favreau propicia una lectura sobre ese ‘abuelo’ siempre presente en el ámbito fílmico alrededor del Hombre de Hierro. El filme de Jon Watts se articula sobre la búsqueda de la madurez de Spider-Man sin que nadie saque a relucir la trillada cita de «un gran poder conlleva una gran responsabilidad». La dicotomía de Parker es simple y efectiva ya que tiene que elegir entre una vida soñada formando parte de ‘The Avengers’ o tratar de seguir su rumbo existencial como un adolescente con sus anhelos, vacíos y necesidades. Precisamente la cinta trata de aunar esos dos conceptos bajo un filtro de pretendida comedia de adolescentes donde no falta amor imposible, instituto y mejor amigo… aunque el toque ‘nerd’ enmarque la propuesta desquitándose de impuestos estereotipos y un juego de nombres como la presentación de MJ. Pese a todo e indirectamente, el largometraje nos deja esa lucha implícita de un héroe que desea desmelenarse y quitarse las ataduras de esos andadores de bebé impuestos por la presencia de Iron Man por parte del gran estudio que maneja los hilos. La cuestión es que un dibujo remarque ese sentido de acercamiento a los Vengadores y revele esa visión infantil y cándida de ese grupo de superhéroes que propone el filme de Watts. Y es que el análisis más certero se ha de realizar sobre “Iron Man” de Favreau y toda la progresión de Stark hacía su intento de dejar un legado mejor que él en el mundo. En un pasado cercano, Capitán América le dio una lección de superioridad al demostrar que no se dejaría consumir por la venganza tras su enfrentamiento catártico y psicológico. Tony sigue preocupado por el mal —y muerte— que pueda dejar en el mundo y quedan heridas abiertas, pese a que no sepamos hasta qué punto el multimillonario desea alejar del foco de acción a su propia herencia —representada por Parker— o, por el contrario, desea instituir al joven para que busque su propio camino sin los errores que él cometió en el pasado. De este modo, da la impresión general es que estamos ante la (re)conversión de un superhéroe adolescente hacia un héroe para (y por) el pueblo que alcance cierta madurez en el proceso. “Spider-Man: Homecoming” supone también una burla al género desde su título hasta su escena de post-créditos final ya que ese ‘homecoming’ esconde una metáfora del regreso del Hombre Araña a Marvel aun cuando la realidad se articule sobre esa fiesta de instituto en la que poco o nada va a permanecer nuestro protagonista. Precisamente el libreto firmado a seis bandas por John Francis Daley, Jonathan Goldstein, Christopher Ford, Chris McKenna, Erik Sommers y el propio Watts, se modula sobre esas necesidades actuales de la superhéroica en el conocido recurso del héroe ‘con el pinganillo’ que lucha frente a los automatismos que presentaba Iron Man con J.A.R.V.I.S. y ese entorno virtual que personifica. Hasta cierto punto, el filme comprime el tour de force vivido por Tony Stark y nos lleva al mismo calculado encuadre de que todo (super)héroe ha de ser más que un traje sino representar unos titánicos valores morales a los que aferrarse y en los que sea capaz de evitar inclusive un desastre que evoque los fantasmas del 11-S.
Considero que “Spider-Man: Homecoming” funciona bien como una comedia, arropándose con actores de la talla de Donald Glover o Martin Starr (con otros prestados de “Orange is the New Black” como Selenis Leyva o Michael Chernus), pese a que esos añadidos sepan a poco en la mayoría de los casos y sean simples cameos pasajeros. La propuesta de Watts brilla cuando las mecánicas de Parker y su amigo Ned monopolizan el material y se acoplan a ese tono representativo en esa ilustración infantil que simboliza, al mismo tiempo, esos niños que crecieron bajo el influjo de Los Vengadores. No obstante, la realidad puede ser más oscura que la imaginada ficción y la maldad que asola el mundo está engendrada, irónicamente, por los propios héroes que salvan al mundo. ¿Se plantea en el filme, por lo tanto, una espiral entre el bien y el mal? Nuestro protagonista se va a topar con una variación oscura del héroe al que idolatra y no es otra que aquella propiciada por Buitre (Keaton). El villano, anteriormente conocido como Batman (e incluso Birdman), ha constituido sus turbios negocios bajo el mandato de la carroña y valiéndose de los mismos modelos con los triunfaron magnates como Tony Stark. Su único código moral da la impresión de ser la familia aunque desconocemos si utiliza a la misma para camuflar su psicopatía interior. Peter Parker va a quedar atrapado en ese bucle alrededor de los crímenes de Adrian Toomes en los que nuestro joven guía sea la causa de cada efecto previo. La jugada más brillante de los escritores es posicionar una vuelta de tuerca de la comedia romántica bajo otro tono más oscuro y cercano a “Taxi Driver”. Ciertamente la mejor exposición visual de la propuesta la ejerce unos primeros planos que revelan la identidad del héroe y el villano de la historia junto a una aterradora diversificación de los bailes del instituto. De este modo, ese ‘homecoming’ es un simple macguffin para llevarnos a la transformación de Peter Parker en un (super)héroe sin que sepamos si el fin ha justificado esos medios plagados de estudios de mercado y premeditadas estrategias de marketing para integrar a Spider-Man en actual Universo Cinematográfico Marvel. A “Spider-Man: Homecoming” se le pueden achacar innumerables errores pero conviene aplaudir esa mutación del género en sus fricciones con cintas como “Todo en un día” de John Hughes o “Teen Wolf (De pelo en pecho)” de Rod Daniel para formalizar, finalmente, un collage pop en sus créditos finales partiendo del viaje vital desde ese boceto infantil con el que se abría la cinta. Aunque creo que no estamos ante el mejor Spider-Man de todos los tiempos (sigo prefiriendo “Spider-Man 2” de Raimi), el personaje que reproduce Tom Holland es el más acertado que hemos visto hasta el momento y la esencia es la apropiada para seguir avanzando pese a que la secuencia post-créditos de Capitán América nos avise que no tenemos que tomarnos (la película) demasiado en serio.
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No tiene LA VERSIÖN del tema hecha por The Ramones,no es el mejor Spiderman.
ResponderEliminarOh,y ya quiero ver como arreglan el "asunto" con MJ.
Porque se pasaron con lo ser politicaetnicareligiosaloquesea correctos y modernizar "la raza" con ella.
¿No más pelirroja? Ok.
Pero que hay con lo de ser la única cosa buena en la vida de Peter,por más que eso sea eso algo tan superficial como ser la supermodelo de la casa de al lado(literal).
Puede seguir siendolo sin ser roja.
Eso que pusieron aquí es Daria.
(Si ya sé que están diciendo que no es ella,pero eso es solo porque se dieron cuenta que la cagaron feo con el cambio de actitud)
Amigo Bastardo, tienes mucho mérito. De una película tan vacía sacar una entrada tan amplia habla bien de tu imaginación.
ResponderEliminarYo la he visto hoy. No hace ni cuatro horas y nada queda en mi cabeza. Infantil, con un humor simplón y, sobretodo, con personajes vacios. ¿Puede haber un Spiderman sin el sentimiento de culpa por la muerte de su tío Ben?
Demasiado gadget, una especie de mini Iron man, da la impresión de que este Spiderman no subsistiría sin Tony Stark.
May no pinta nada. Más de dos horas y no sabemos nada de su relación con Peter Parker.
La acción, planos sincopados y de noche, no se ve nada.
En fin, para mí, un suspenso claro.
Saludos!