El regreso de “Twin Peaks” ha dejado en evidencia una lucha entre el bien y el mal como leitmotiv de un conflicto establecido entre la Logia Negra y la Logia Blanca. En medio, se encuentra la humanidad… He aquí también la historia de un castigo impuesto dentro de una justicia kármica desde que el ser humano desarrolló y creó un arma incontrolable y destructiva y, de la misma, surgiese esa criatura (¿a la que vimos en la caja acristalada de Nueva York?) que expelió todo tipo de monstruosidades como BOB. Una vez que la aberración fue dispuesta sobre la tierra de los hombres comenzó el terror… El posible que “Episodio 10 (Part 10)” podamos entenderlo, tanto como un episodio de transición, como parte de ese planteamiento del mal sobre la sociedad que acecha y comete crímenes. En especial, me refiero a las tramas que pivotan sobre la figura del nieto de Benjamin and Sylvia Horne y cuyos padres desconocemos intencionadamente. En algún comentario previo se ha insinuado que Cooper pudiera haber hecho algo más en la habitación del hospital donde se encontraba Audrey. ¿Se imaginan cómo cambiaría la secuencia final de la serie original si supiéramos que el gran villano se autolesionó para acabar en el lugar que le permitiera llevar a cabo una violación? Aquí podemos imaginar si BOB está implicado o, por el contrario, si la naturaleza humana también dictamina la existencia de manzanas podridas. Al fin y al cabo, antes de la llegada de BOB también existía los pecados capitales durante tiempos inmemoriales. Podemos pensar que Richard Horne es un psicópata obsesionado con maltratar y asesinar a mujeres porque, por alguna razón que desconocemos, es parte del legado de BOB en Twin Peaks. La otra posibilidad es más oscura ya que, en realidad, ese criminal y asesino despiadado es capaz de cometer sus fechorías sin una excusa por nuestra parte; simplemente es su naturaleza. Con todo lo anterior, el nuevo capítulo de “Twin Peaks – The Return” puede considerarse como una pieza un tanto infravalorada al torsionar las tramas hacia un territorio buscado por Mark Frost y David Lynch. Hay bastante información y un giro consecuente respecto al arco argumental de Dougie Jones. Repasemos el episodio.
La revolución de Frost y Lynch pasa por tantear con todo tipo de géneros y contraposiciones. En Twin Peaks acecha Richard Horne pero también personajes como un peligroso gánster como Red o ‘losers’ del estilo de Steven Burnett. E incluso tontos útiles repelentes del estilo de Chad Broxford… Por no mencionar esa reencarnación de Walter Olkewicz gracias a su hermano… La dirección de Lynch quiere mostrarnos el mal encarnado pero manteniendo ciertas distancias, como ese asesinato filmado desde el exterior de un tráiler de una autocaravana que marca el comienzo del episodio. El crimen cometido sobre Miriam Sullivan podría remarcar una conexión con BOB aunque, al mismo tiempo, se instaure la obsesión y locura de una mente psicótica por ir cerrando cabos sueltos de un modo grotesco y despiadado. Que veamos el último aliento de Miriam —y que previamente supiéramos de su bondad por Heidi y Shelly— supone una escena más impactante que seguir su asesinato al detalle desde el interior de su hogar. Richard tiene su propia red de contactos y da la impresión de que Chad o bien está en nómina o le debe un favor. Será el agente del Departamento del Sheriff aquel que intercepte la carta que mandó Miriam Sullivan en la que culpaba a Richard del violento atropello de ese niño. ¿Todo queda en manos de Lucy Brennan y que ésta viera la jugada de ese idiota y cómplice? Ese contraste del bien y el mal conforma la puesta en escena tanto de la serie como la concepción de los libretos. Que veamos cómo la canción de Carl Rodd —y su interpretación a la guitarra— quedan quebradas e interrumpidas por una taza roja, que sale disparada por una ventana rota, no deja de remarcar ese choque entre la estabilidad esperanzadora y una vía contemplativa sobre la vida frente a los malos tratos y la pesadilla emergente que se desarrolla en paralelo. Y es que aquellos protagonistas de esa escena en un remolque cercano son Steven Burnett y Becky, siendo ambos posiblemente réplicas de Shelly y Leo Johnson. ¿Continuará o seguiremos con un avance en pequeñas dosis de serial?
Esa puesta a punto de personajes que han ido apareciendo nos lleva a reencontrarnos con ese director del casino interpretado por Robert Knepper y, de nuevo, la puesta en escena de las secuencias introduce un toma de contacto surreal. Y aquí aparece Candie (y su cerebro) para dictaminar un réquiem por su delirio y brindarnos sobresalientes y cómicos momentos. Mark Frost y David Lynch pretenden tantear la sitcom familiar con el género criminal utilizando esos elementos humorísticos y un tanto excéntricos. Que veamos cómo Candie finaliza la caza de su peculiar mosca de un modo tan violento (sobre la cara de Rodney Mitchum) no deja de constatar la constancia de ese acercamiento burlesco. El fondo, no obstante, es que se integren esas noticias locales y los hermanos propietarios del casino que ‘desvalijó’ Mr. Mr. Jackpot sepan quién es en realidad el causante de sus muchas desgracias. En Las Vegas tendremos más movimientos respecto a esta trama ya que Anthony Sinclair será convocado por Duncan Todd para iniciar su próximo plan para acabar con Douglas Jones. Todo pasa porque Sinclair convenza a los hermanos Mitchum de que una póliza de seguro no va a ser abonada debido al informe de Dougie. Seguramente Sinclair se dedicara a realizar fraudes en colaboraciones con los mafiosos del lugar y, ahora, ha encontrado una vía de acabar con su delator sin mancharse las manos directamente. Ese pobre ser, que encarna Dougie, tiene otro frente en su contra ya que los Mitchum no perdonan (la vida) de todo hombre que les joda dos veces. ¿El no-cerebro de Candie será clave para salvarlo? Dougie, por su parte, va al médico para ese esperado reconocimiento en el que no se va a encontrar ninguna incidencia física. La idea es que Janey-E Jones observe a su admirable esposo y encuentre en ese cuerpo un objeto del pecado… sexual. Esa atracción nos regalará una escena en la cama que no deja de ser otro sketch más a la colección confeccionada por Frost y Lynch e incluso esa replica de «te quiero» culmina y da sentido a una historia romántica que ha llegado a su clímax. Pensemos que ya en el décimo episodio los creadores están tensando la cuerda argumental de Doguie lo suficiente para que tengamos al agente Dale Cooper atrapado en su cuerpo hasta su supuesto enfrentamiento final con ‘Evil’ Cooper. Tal vez la idea, por el contrario, sea dejar a Doguie para siempre en tal condición… Y es que es imposible saber qué pasará por la mente de David Lynch y Mark Frost salvo una unificación de sus muchos arcos argumentales.
Volvamos a los paisajes tenebrosos de Twin Peaks para seguir con esa cuota nostálgica que propician algunos de sus veteranos (y ya envejecidos) personajes. Pensemos en que la emisora que utiliza el Dr. Lawrence Jacoby para sus teorías conspiratorias no es más una simple anécdota para reflejar el interés (netamente romántico) de Nadine Hurley. Algo similar estamos viviendo con esos viajes de desfase de Jerry Horne por los bosques de Twin Peaks o los insertos de la cafetería que regentan Shelly y Norma Jennings. De momento, todo parece algo testimonial o simple catalizador de otras tramas como estamos divisando con las apariciones y desfile de caras conocidas por el The Bang Bang Bar. Pese a esa gran expansión, que estamos viviendo con el retorno de la serie de culto, Twin Peaks va a empezar a tener más protagonismo y ese recital de personajes nos lleva a esas intrigas puestas en marcha por Richard Horne para limpiar (?) su nombre de cara al sheriff. Tras hacerse con la carta que servía de testimonio para incriminarlo (y hacer que Chad Broxford sea uno de los seres más odiados del año televisivo), Richard no dudará en sacar a golpes e insultos dinero a su abuela. ¿A su abuela? ¿Hay algún límite moral para este excremento humanoide? La construcción de las secuencias, nuevamente, se realiza sobre ese plano surreal y, en este caso, es Johnny es aquel que sirve a tal propósito. Veremos qué hace Benjamin al respecto con las fechorías de su nieto y qué parentesco tiene ese diablo psicópata. “Twin Peaks” decidió amplificarse en su regreso pero ahora comienza a comprimirse. Todos los personaje que nos han introducido previamente tienen un significado y un porqué y, en realidad, que veamos cómo Albert y Constance Talbot encuentran sus respectivas almas gemelas (el uno en el otro) no deja de remarcar ese sentido de destino en ese enrevesado caso de la rosa azul. Precisamente el descubrimiento de los mensajes que intercambiaron Diane y ‘Evil’ Cooper confirma que el FBI no es tan tonto y el contoneo de caderas de Tammy Preston es simple postureo ante una de las mejores agentes que tiene Gordon Cole en su equipo. Diane está en el bando de los villanos (o lleva un doble juego) y ha informado al gran antagonista de la temporada que el FBI tienen a Hastings y que éste llevará a todos a ese lugar que es una puerta a esa otra dimensión. Que conozcamos también que ‘Evil’ Cooper está involucrado con esa caja acristalada del ático de Nueva York abre todo tipo de posibilidades y ratifica esa integración de tramas. Precisamente los mensajes de la Mujer del Leño no son tan codificados sino que vuelve a evocar a esa electricidad que emite zumbidos y que está representando a la Logia Blanca. «Podemos bailar entre los mares y las estrellas. Pero estos días su brillo está muriendo…» La oscuridad está aquí y la luz tiene que luchar para establecer al bien como gran vencedor de una contienda en la que incluso muchos de los seres de la Logia Negra están colaborando para detener a esa monstruosidad que anda suelta en el mundo terrenal. Ahora el círculo casi se ha cerrado y Laura ha demostrado ser la elegida para detenerlo. Quizás que se juegue con su muerte y vida sea clave para determinar su estancia en la Logia Negra y esperar a ‘Evil’ Cooper para desintegrarlo definitivamente de la faz de cualquier dimensión. Rebekah Del Rio (con Moby), como colofón, sintetiza esas referencias a la obra lynchana y en la letra de su canción de (des)amor como parte de la actuación musical habitual con la que se cierran los episodios. Mi sueño es ir / A ese lugar / Tú sabes cuál / Donde todo comenzó / En una noche estrellada / En una noche estrellada / Cuando todo comenzó.
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