Título original: “Pompeii”
Director: Paul W.S. Anderson
EEUU
2014
Sinopsis (Página Oficial):
Milo (Kit Harington), un esclavo convertido en gladiador, contempla impotente cómo su verdadero amor, Casia (Emily Browning), la hermosa hija de un rico mercader, se ha prometido con un corrupto Senador romano. Pero cuando el Monte Vesubio entra en erupción, Milo deberá luchar en una carrera contra el tiempo para salvar a su amada mientras la magnífica ciudad de Pompeya se derrumba a su alrededor.
¿El argumento… importa?
AVISO: Puede que haya spoilers en la siguiente crítica, aunque si usted se lleva las manos a la cabeza si alguien le dice que el Monte Vesubio ‘eructiona’ en una película que se llama “Pompeya”… usted, en realidad, es el spoiler.
Comenzamos con una especie de “Conan, el bárbaro” en el 62 a. C. en Britannie con unos romanos malos-malos dirigidos por Corvus (Kiefer Sutherland), donde sobrevive únicamente un niño que se llama Milo. El pequeño es capturado por los traficantes de esclavos pero tiene que observar cómo los malos-malos hacen cosas malas-malas con su familia. ¿Les suena el argumento? El niño se convertirá en ‘El Celta’, más malo que el tabaco negro y un ‘Gladiator’ chungo de la muerte y choni anacrónico total. Hará sus amigos/enemigos y demás ‘shit’ que ya nos conocemos y será llevado a Pompeya donde conocerá a Cassia (Emily Browning)… ¿Cassia? ¿La versión femenina de un Casio? El chiste es tan malo como el argumento, no me maten por favor. ¡No se quejen! ¡No me lloren! ¡ESTO es así! Cassia viene de Roma y sabe que la cosa huele a mojón con tanta corrupción. Sus padres, el gobernante Severo y su esposa ‘Trinity’ Aurelia, tiene unos planes de ‘shit’ teniendo que casarla con Corvus (ahora senador) para convertir Pompeya en la nueva Marbella para ampliar su putiferio personal y ansias de corruptela. Entre demasiadas tonterías, conversaciones equinas, encuentros y desencuentros, entre que el Monte Vesubio tiene flatulencias y “Pompeya” de Paul W.S. Anderson desea fusionar tanto el péplum, el cine de catástrofes y toda la ‘shit’ cinematográfica del director experto en las adaptaciones de videojuegos y enchufar a la parienta, a uno le falta aire para continuar. Respiremos. De hecho, se echa de menos a Milla Jovovich vendiendo cosméticos o luciendo palmito por el Anfiteatro de Pompeya antes de que el Monte Vesubio se tire ese fogoso cuesco que mató a todos.
Vayamos a la historia sin lección de historia. Milo desafiará a Corvus y su matón de turno pero el volcán comienza a tirarse flatulencias y surgen las toneladas ‘shit’ defecadas a nuestra cara. ¿Quién no recuerda el capítulo de la lava de “Community” aquí [“Geothermal Escapism” 5x05] o el mockbuster de The Asylum titulado “Apocalypse Pompeii”? ¡Haga un programa doble y huya de esta película! ¡YA! Si se ha quedado, acepte las consecuencias y sufra hasta morir. Después de todas las absurdeces y muertes por duelos de buenos-buenosos y malos-malosos, Cassia y Milo huyen a caballo juntos de Pompeya pero son perseguidos por el humo negro de “Lost”. Al darse cuenta de que el caballo solamente podrá salvar a uno se quedan juntos besándose apasionadamente, mientras que se abrazan al mismo tiempo el flujo vaginal piroclástico los transforma en estatuas carbonizadas para toda la eternidad. WTF!?
Eso digo yo, WTF!?
WTF!?
Eso digo yo, WTF!?
WTF!?
Y, con todo lo anterior, ¿cómo trollear a los gafapastas con esta ‘shit’ de película de Paul W.S. Anderson cuyo mockbuster tiene mejores ideas y recursos de guión? ¿Cómo poder hincar el diente a una pésima cinta mal dirigida, montada, con lamentables actuaciones y diálogos que merecen una ‘lluvia de fuego’? Podemos comenzar con Kiefer Sutherland y su vinculación a “24”, serie que gusta mucho a los gafapastas y suele reivindicar sin venir mucho a cuento. Podemos afirmar que “Pompeya” es una metareferencia inclusiva de la pirotecnia mediática televisiva del Siglo XXI. La inclusión de Jon Nieve ayuda bastante a sostener esta ‘shit’ líquida para que si alguien con patillas gruesas levanta su voz, contraatacar desde su ignorancia sobre ese autor de cine social y metaintelectual llamado Paul W.S. Anderson. Ahí queda eso… La mejor manera, no obstante, de trollear a los gafapastas gracias a “Pompeya” es gracias a una de sus películas más amadas: “Viaggio in Italia” de Roberto Rossellini. Ellos nunca dicen “Te querré siempre”, que suena más paleto y del pueblo llano. No, ellos exponen el título en versión original mientras se llevan sus manos a las gafas para constatar su superioridad. Bien, lo suyo es afirmar que la película de Rossellini es la secuela de la propiciada por Paul W.S. Anderson. ¿Cómo es posible? Volteando la secuela por la precuela como ejercicio temporal. Confirmar que los temas de “Pompeya” son cuasi-idénticos a los de “Viaggio in Italia” ampliados en la modernidad de ambas no es una boutade sino una necesidad. La pareja de enamorados carbonizados como restos arqueológicos de esa pareja que quedó atrapada son Cassia y Milo. Son ellos, no hay discusión posible. A partir de ese punto, puede soltar su ‘shit’ y retórica y ningún gafapasta podrá rebatir ninguno de sus argumentos. Repita: son Cassia y Milo, no hay discusión. Es el poder del HAMOR y el cine social y metaintelectual de Paul W.S. Anderson. Rossellini simplemente fue un heredero e imitador del director de “Alien vs. Predator”, todo el mundo lo sabe. Porque “Viaggio in Italia” es, en realidad, un plagio-secuela de una de W.S. Anderson. Ahí queda eso. Es HAMOR.
ES HAMOR.
ES HAMOR.
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Me la vi, me declaro culpable.. Es tan mala que no pude resistirme y porque aparecía el bastardo más famoso del Norte pero ni el hizo que valiera la pena...
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