domingo, 24 de enero de 2016

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Spotlight: El periodismo como luz que nos alumbra en la oscuridad

“Spotlight”
Director: Thomas McCarthy
EEUU
2015

Sinopsis (Página Oficial):

Protagonizada por Michael Keaton, Mark Ruffalo, Rachel McAdams, Liev Schreiber, Brian d´Arcy James y Stanley Tucci, “Spotlight” narra la fascinante historia real de la investigación ganadora del Premio Pulitzer llevada a cabo por el Boston Globe que sacudió la ciudad y causó una enorme crisis en una de las instituciones más antiguas y seguidas del mundo. Cuando el tenaz equipo de reporteros de la sección “Spotlight” ahonda en los alegatos de abuso dentro de la Iglesia Católica, descubren en su investigación el encubrimiento llevado a cabo durante décadas por parte de las altas esferas de organizaciones religiosas, legales y gubernamentales de Boston, desatando una ola de revelaciones alrededor del mundo. Dirigida por el nominado al Oscar, Tom McCarthy, “Spotlight” es un tenso thriller de investigación que sigue los pasos de una de las historias criminales más importantes de los últimos tiempos.

Crítica Bastarda:

Si algo hay que aplaudir de “Spotlight” es su esencia y fe en el periodismo, como si el cuarto poder fuera esa luz capaz de alumbrarnos en la oscuridad, como si no importaran los traspiés previos sino la posibilidad de enderezar el camino alejándose del implícito sentimiento de culpa. Dentro de ese discurso aparece cierta idea instaurada de vinculación entre el cine y el periodismo como gran verdad capaz de enfrentarse al más terrible y poderoso monstruo y tabú de la sociedad. Nos sentimos guiados por esos profesionales que investigan y abren ciertas vías cerradas para otros, capaces de iluminar esos rincones oscuros que conocemos pero en los que nadie quiere asomarse. El film de Thomas McCarthy desea adentrarse en la recreación de unos hechos reales en tiempos turbulentos dentro del periodismo y también la propia historia del siglo XXI. En ese aspecto, tanto el montaje como la dirección consiguen hacer prácticamente eterno el año 2001, ampliando el sentimiento de una gestación previa al nacimiento de un artículo tan trabajado como consecuente para revelar una luz, que prácticamente sirvió de faro para una sociedad cegada por una impuesta oscuridad. Y en ese territorio argumental surge el sentido de la autocrítica, como si el propio antagonista de la historia —y, por extensión, de la realidad— fuera esa venda que se colocó el pueblo para ignorar unos sucesos de los que había sido testigo y que se negaban a exhumar para reordenar sus pedazos y dar entidad a una gran revelación enterrada. E incluso allí, en medio de tanta cautela y cual pirueta del destino, surgió el 11-S. 


Precisamente el gran mérito de “Spotlight” es diseccionar tal recurrente evento —dentro de los márgenes del cine contemporáneo norteamericano y la cultura audiovisual del Siglo XXI— como parte de la mecánica de la historia y del propio guión, sin quitarle importancia, pero articulando el discurso y valía de esos periodistas que se reúnen a tomar notas delante de una inmediatez que se instaura como epicentro de un pasado que sigue vibrando en el presente. Esa conexión entre un tiempo anterior y nuestra era actual de la información —vía internet— pudiera sintetizarla ese gran cartel publicitario de AOL a las puertas del Boston Globe, como si el plano integrara tanto el concepto autocrítico de la película y, al mismo tiempo, revelara a la audiencia cómo dio comienzo y nació el siglo en el que vivimos. No obstante, el film de McCarthy plantea un debate previo sobre el alcance de toda obra y pudiéramos remitirnos a las declaraciones del propio Michael Haneke respecto al remake norteamericano de “Funny Games” para ampliar el espectro de audiencia y amplificar la recepción de toda propuesta e idea. En ese aspecto, podemos entender que Thomas McCarthy y Josh Singer podían haber abordado los escándalos de pederastia que destapó un equipo de investigación del Boston Globe de otra forma, con otro fondo, carcasa y esencia. Pero pensemos que tal vez un tema controvertido necesite expandir sus tentáculos a toda clase de espectadores, como si el film acabara siendo la propia noticia y se establecería un diálogo entre el Boston Globe y Hollywood: solamente ellos podían hablar al gran público de tan espinoso tema para la Iglesia Católica y soportar el peso de un enfrentamiento de tal antigua institución, que todavía sigue plenamente vigente en la sociedad moderna. 


El director de “The Visitor” recurre tanto a una grafía convencional como clásica en sus formas, subrayando el discurso continuadamente, haciendo que sus personajes —reconocibles en rostros de la gran industria o el mundo de la televisión— repitan los testimonios y los hallazgos, siendo el concepto masticado redundantemente para servir y facilitar la digestión la idea a los espectadores al otro lado de la pantalla. Resulta curioso que la propia autocrítica incluso interceda en el libreto en dicho punto, siendo una de las víctimas de los abusos aquella que espete a la cara de esos periodistas que simplemente se están limitando a repetir sus palabras. Dentro de ese acentuado narrativo tampoco aparecen descubrimientos cinematográficos interesantes, siendo “Todos los hombres del presidente” de Alan J. Pakula el gran y sólido cimiento sobre el que se asienta la estructura y fachada de la película, aunque falta contundencia y ambición en los márgenes del tono plano en el que queda sumergida una cinta cuyo único clímax pudieran ser algunas notas de la partitura de Howard Shore. Dentro de esa tal vez pretendida falta de pasión y nervio, interesa más divisar la obra como un producto diseñado para y por periodistas —que seguramente sea un ‘must-see’ dentro de toda carrera dedicada a la profesión— y, sobre todo, de cara a la temporada de premios. Precisamente que la Academia haya ‘ignorado’ a El Club de Pablo Larraín ratifica la decisión autoral de Thomas McCarthy para convertirse en una de las favoritas de los Oscars en unos premios en los que Hollywood simplemente se había acercado al tema desde una perspectiva más académica y teatral (“Doubt”) desde la nominación al documental “Líbranos del mal (Deliver Us From Evil)”. Posiblemente el rigor y clasicismo de la propuesta sea su defensa como su peor virtud, como si la noticia importara incluso mucho más que la propia película y obra, como si la necesidad de apuntar hacia los anónimos héroes de la historia fuera la mejor vía de rendir homenaje a las víctimas. Finalmente esa noticia (y film) es la luz que se enciende y evita que sigamos tropezando en la oscuridad aunque, ¿el fin justifica los medios o los medios ensombrecen y empañan el fin?

Apuntes bastardos

Rachel McAdams ha sido nominada al Oscar por hacer ESTO: 


Mark Ruffalo ha sido nominado al Oscar por hacer ESTO: 


Y, en definitiva, la película ha sido nominada en todas sus categorías por hacer ESTO:


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