“El amanecer del planeta de los simios”
Título original: “Dawn of the Planet of the Apes”
Director: Matt Reeves
EEUU
2014
Sinopsis (Página Oficial):
Una nación creciente de simios evolucionados genéticamente y liderados por César, se ve amenazada por un grupo de humanos supervivientes del virus devastador, que se extendió una década antes. Llegan a una aparente paz, que se verá truncada por la guerra que comenzarán ambas partes, para determinar quién será la especie dominante en la Tierra.
Cada vez me siento más apartado de ese mundo humano infectado por el terrible virus ‘mono’ del hype, que reivindica películas a golpe de la frase hecha y hueca, a golpe de puños y manos en plan simio sobre las torturadas cabezas de aquellos que no nos entra tal idea en nuestra sesera. Ya me ocurrió con “El origen del planeta de los simios” en la que más de media humanidad me vendió una gran película y yo, bastardo de mí, vi únicamente algo muy mono y con poca mona; un producto comercial en su mejor y peor sentido un tanto machista y racista (¿¡dónde estaba Copito de Nieve!?) en el que no sabía si me hablaban del 15M o de la vida de Belén Esteban. Con “El amanecer del planeta de los simios”, donde Matt Reeves releva a Rupert Wyatt a la dirección, el fanatismo y virus ‘mono’ del hype ha llevado al universo entero a hablar de las segundas partes, a comparar el asunto con “El imperio contraataca” respecto a “La Guerra de las Galaxias” (y no por el crecimiento de los pelos de Chewbacca), a señalar que es mucho mejor que su antecesora e incluso la obra icónica de Franklin J. Schaffner. Vivimos en tiempos peligrosos dominados por la oscuridad del fanboy del mainstream, donde cualquiera puede equiparar la secuencia final de “Los juegos del hambre: En llamas” con “Érase una vez en América” y no ser víctima de una lluvia de insultos y DVD/Blu-ray de Sergio Leone llenos de piedras. Vivimos en ese esos tiempos digitales de la hipocresía y de doble rasero en el que los medios especializados reivindican películas clónicas o simples ondas expansivas de previas explosiones concebidas. El problema precisamente es la incoherencia de los argumentos y aquí la prensa norteamericana que ensalzó “Avatar” mantienen una línea continuista y lógica a sus actos. La cuestión es atribuir los méritos (incluso técnicos) de la cinta de James Cameron (o de la trilogía de LOTR de Peter Jackson) a la propiciada por Matt Reeves por parte de esa crítica hiperbólica (y gafapasta) que fue incapaz de soltar alguna monada con la película del director de “Titanic” o de las aventuras de unos hobbits por destruir un anillo único.
Aquí nos interesa la alegoría y el cierre, que el ser humano (de carne y hueso) permanezca en las sombras y sea el personaje digital —simbiosis de la evolución tecnológica y la gesticulación carnal y emocional— aquel que reine sobre ese nuevo mundo y futuro (cinematográfico). Incluso Reeves incide en la metáfora visual revelada por Cameron tiempo atrás en el desenlace de “Avatar” o la disposición épica de la era del ordenador que ya vislumbró Peter Jackson cuando adaptó a J. R. R. Tolkien para la gran pantalla. Supongo que es difícil (por no decir imposible) para una publicación del tipo Cahiers du cinéma glorificar tanto al director de “Mentiras arriesgadas” como al autor de “Braindead (Tu madre se ha comido a mi perro)” y conformarse con Steven Spielberg y sus hijos cinematógrafos y bastardos (J.J. Abrams) para condesar la agudeza y aciertos del mainstream. Ahora es el momento idóneo de la crítica hiperbólica para llenarse la boca con Andy Serkis, olvidar a Gollum (que los 17 Oscars de la trilogía de LOTR y sus casi 3.000.000 millones de dólares en taquilla dan repelús) y hablar del blockbuster inteligente bajo el autoconsciente influjo de la amnesia. Es cierto que el pecado de Cameron fue hacer un copy-paste vergonzoso de ‘Pocahontas’ pero las líneas argumentales de “El amanecer del planeta de los simios” no van mucho más lejos del terrible (y cutre) enfoque del dilema moral sobre una presa entre ‘orcos y elfos’. Todavía recuerdo esos tiempos oscuros (y no tan lejanos) en los que los jugadores de rol éramos perseguidos como asesinos en serie y psicópatas en potencia por jugar a ‘Dungeons & Dragons’ o ‘role-playing games’ sobre los universos de ‘Star Wars’, ‘La llamada de Cthulhu’, ‘MechWarrior’, ‘El señor de los anillos’ o Cels Piñol. Los detractores de la violencia de lanzar un dado (o varios) sobre una mesa señalaban que los ‘juegos de rol’ únicamente eran aquellos que generaran un debate… como la construcción de una presa por parte de unos elfos en suelo orco. En “El amanecer del planeta de los simios” la presa ya está hecha y hay que ponerla en funcionamiento generando un sesudo debate que pondrá al espectador sus orejas con la punta tiesa o le hará sacar su naturaleza violenta y monstruosa. Tampoco aquí hay novedad ni ninguna revelación respecto al fondo.
¿Y algo más en la forma? Por mucho que alguien suelte que “El amanecer del planeta de los simios” es un western post-apocalíptico, la realidad es la típica-película de buenos (muy buenos) y malos (muy malos). Los grises desaparecen en un catálogo de lugares comunes y planteamientos buenistas con algún aporte pseudo-intelectual para enmascarar un producto comercial hecho a tiralíneas. Hay muy poco más en la cinta salvo la lucha por la extinción de dos especies con los humanos atados a la tecnología (y electricidad) que perdieron, revelando su imposibilidad de sobrevivir en una era medieval y adaptarse a un mundo sin smarthphones, tablets e incluso música pregrabada y enlatada. No es tampoco un tema nuevo e incluso en la reciente “Extant”, serie producida por Steven Spielberg y protagonizada Halle Berry, aparece una línea argumental para readaptar ‘la lucha por la no extinción’ entre neandertales y cromañones a los cánones futuristas con nuevas especies alienígenas o androides. Líneas similares, en definitiva, a la ciencia ficción de aportaciones de Arthur C. Clarke, por ejemplo. Aquello que no puedo comprender es la película desde un pensamiento darwiniano. Siempre he entendido “El planeta de los simios” de Franklin J. Schaffner como un manifiesto en contra de la depilación y que el hombre elemental e icónico (Charlton Heston) podía dar un beso a una mujer peluda siendo igualmente mona. En tiempos en los que el odio al pelo ha generado una batalla campal por parte de metrosexuales, deportistas y celebridades, en los que las ingles brasileñas dominan los estereotipos y en los que las mujeres que tienen pelo en las axilas son acusadas de feminazis, no puedo entender tanto “El origen del planeta de los simios” como “El amanecer del planeta de los simios”. Mi pensamiento darwinista me dice que si unos simios muy evolucionados genéticamente se hacen con el control del planeta Tierra, la evolución les convertirá finalmente en humanos salvo que uno quiere jugar a «¿El huevo o la gallina?». Si en vez de simios hubieran sido chihuahuas el planteamiento tan mono como estúpido pudiera tener algo de interés… Por no decir que aquí hasta el póster es publicidad engañosa…
Pablo Iglesias, muy mono |
La única manera de encajar tanto desbarajuste argumental es desde una lectura política extrapolada a la situación de España. [AVISO: SPOILERS con o sin coleta] Después de una gran crisis internacional que dejó en paños menores a toda la humanidad, los humanos han formado la casta para sobrevivir. Ellos son el PPSOE y ya no pueden contentar a sus votantes debido a su política de recortes que ha llevado a la sociedad del bienestar a su inminente extinción. La solución de esa Españistán situada en una versión postapocaliptica de aquello que fue una colonia española (San Francisco) es volver a los tiempos pasados donde con un selfie y bastante televisión se confundían a la plebe. El problema para la casta es que necesitan de la ‘colaboración’ de los izquierdistas (los simios) que llegaron a un independencia y república bananera gracias a la coalición de Izquierda Unida y Podemos. Desde que Cayo Lara (César) aceptó como su brazo derecho izquierdo a Pablo Iglesias (Koba), los izquierdistas son independientes, mantienen sus ideales como luz y se ayudan los unos a los otros siendo una gran y sólida familia. Su lema y ley es «Izquierdista no mata a izquierdista» y han hecho suyo el eslogan de CCOO (pronúnciese ‘Ce ce o o’ a lo Alfredo Urdaci) de «Comfia» en versión masculina debido a su machismo persistente y evitar una denuncia de copyright por parte de PODEMOS.
El pacto entre IU y PODEMOS |
Pablo Iglesias quiere atraer a uno de los vástagos de Cayo Lara, Ojos Azules (Tania Sánchez) hacia su corriente ideológica para formar un nuevo poder. Pablo Iglesias fue un producto de laboratorio del PPSOE y su odio hacia la casta, por ser objeto de terribles y risibles experimentos, le lleva a ver con malos ojos la colaboración de Cayo Lara con el PSOE menos centrista y progresista (Malcolm, Ellie, Alexander, etc.) para que puedan avanzar todos juntos. Pablo Iglesias acaba no perdonando que Cayo Lara e Izquierda Unida pactaran en el pasado con el PSOE y —como gilipollas hay en todos lados y más cuando les das un arma de fuego o una entrevista en Playboy para leer fuera de contexto— el plan del líder de Podemos pasa por quitar del medio a Cayo Lara traicionándole y diciendo a los votantes que fue la casta la responsable de tal ataque. De esta manera inicia una guerra para quitar del medio a ese PP (y PSOE más centrista) que se está rearmando para acabar definitivamente con la izquierda sin que sus votantes sepan del enésimo golpe de estado para tomar el control con la ayuda del poder militar. La película no explica demasiado bien por qué el PPSOE tenía su arsenal de armas protegido por cuatro monos tontos para que se lo robasen dos monos listos liderados por Pablo Iglesias haciéndose pasar éste por un mono tonto de circo emulando sus tiempos en los debates de Intereconomía. “El amanecer del Planeta de los Simios” nos revela qué puede hacer Pablo Iglesias con un caballo y dos armas automáticas en cada mano e incluso se atreve a demostrar que es capaz de conducir un tanque con los deditos de sus pies para tomar el Congreso (y poder político) sobre el que encierra el PPSOE. Con la casta sumida bajo su poder y dejando claro que todo aquel izquierdista que no siga sus instrucciones será un preso político, Pablo Iglesias se verá traicionado por su ‘novia’ al volver de la muerte Cayo Lara para derrocar sus planes un tanto genocidas con la ayuda del PSOE más socialista.
Pablo Iglesias dirigiendo su toma al poder luchando con la casta |
Mientras tanto y en el clímax, el PP se revela finalmente como unos talibanes cargados con explosivos que no dudan en auto-inmolarse por su visión cargada de fanatismo contra los rojos. La cagan como siempre, no sabiendo colocar bien cuatro explosivos C-4 de mierda que supuestamente iban a derrumbar la torre donde los monos izquierdistas estaban haciendo el mono. ¿Les pasó por fijarse ciegamente en ETA y no en los yihadistas? ¿Culpa de la herencia pirotécnica recibida? La cuestión es que Cayo Lara tiene que luchar contra ese ahora dictador que parecía tan mono llamado Pablo Iglesias y “El amanecer del planeta de los simios” nos revela cómo acabar con el líder de Podemos: simplemente hay que gritar al mundo que no es de izquierdas. ESO y lanzarle al vacío desde la parte más alta de una torre y rebote en cientos de andamios que aparecieron por su fatal camino de la nada. Finalmente y con la casta finiquitada, el PSOE más izquierdista tiene que irse de allí y dejar a Cayo Lara que lidie una guerra iniciada por Podemos. ¡Llega la troika! ¡Llega ese ejército liderado por Angela Merkel a intervenir a Españistán! Esa patria que, por fin, es una república bananera que ha conseguido el equilibrio gracias a Izquierda Unida (y morir o desaparecer el resto de partidos políticos, claro). Mientras tanto, suenan los tambores de guerra y los vítores que se acercan a Españistán: ¡No a las repúblicas bananeras en la Unión Europea! ¡NO! ¡Uh, uh, uh! ¡Uh, uh, uh! ¡Uh, uh, uh! ¡Uh, uh, uh! ¡Uh, uh, uh! ¡Uh, uh, uh! Próximamente en sus mejores cines.
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