Tyrant: Barry/Bassam

Serie de TV

“Tyrant”

EEUU

2014

Sinopsis (Página Oficial):

“Tyrant” es la historia del hijo de un gobernante de Oriente Medio que regresa a casa después de 20 años de exilio autoimpuesto para afrontar la realidad del país del que se fue.

Crítica Bastarda:

Era esperada la nueva serie de FX —con sello de Gideon Raff (“Homeland”)— al tratarse de un enfoque poco explotado a nivel dramático, relegado en el pasado (y presente) a la parodia y caricatura. El estigma de construir un retrato de un dirigente de Oriente Medio (o internacional) nos remite instintivamente a su vertiente más socarrona como insulto surgido desde un posicionamiento antagónico. Y es que en el presente siglo los tiranos y/o dictadores han servido para objeto de parodia tanto a Sacha Baron Cohen (“El dictador”) o a los creadores de “South Park”para regalarnos, sin repasar las apariciones de opresores en su serie y universo, al difunto Kim Jong Il más poético y musical en “Team America: La policía del mundo”. Aparte de documentales, pudiéramos mencionar a “El último rey de Escocia” de Kevin Macdonald o la miniserie de HBO “House of Saddam” para revelar que “Tyrant” es, en realidad, el drama que debería ser el más crudo y realista desde una perspectiva poco explotada. Desvinculados del enfoque satírico, llegamos a las reacciones sobre el piloto dirigido por David Yates marcadas por una serie de opiniones mixtas; buenas y malas críticas, como si estuviéramos también a favor o en contra del punto escogido para representar al régimen retratado. Tal vez después de “Fargo” —y las dos primeras temporadas de la serie que protagoniza Carrie Mathison— el listón está tan alto para muchos seriéfilos que el punto de partida y el transcurso del primer capítulo y segundo de la nueva serie de FX no satisfaga por repetición de elementos y una falta de personalidad o evidente impostura en sus personajes femeninos, aunque con una muy interesante y destacada vuelta de tuerca sobre su protagonista y eje principal. 

“Tyrant” nos narra el viaje del hijo más joven de un dictador —asentado (y autoexiliado) en EEUU con una familia norteamericana siendo el ciudadano perfecto y uno de los mejores pediatras— para asistir a la boda de su sobrino en esa patria que dejó atrás por motivos que iremos contemplando presumiblemente en flashbacks a juzgar por los mecanismos de guión en sus primeros episodios. Barry Al Fayeed tiene el presentimiento que es un viaje sin regreso y comprobaremos que su hermano mayor Jamal —malvado, violento, asesino, vicioso, violador, maníaco y adicto (al parecer) al derecho de pernada— es el futuro de un país que quiere recuperar la libertad. Da la impresión de que esa ficticia Abuddin tiene sus ecos reales en Siria aunque los Al Fayeed bien pudieran ser los Hussein, del mismo modo que Jamal estaría esculpido sobre rasgos de Oudaï Saddam Hussein. Otra cuestión es que expliquen (o quieran hacerlo) quién erigió en el poder al dictador y las conexiones con grandes potencias internacionales, aunque sí existe cierta convicción de ir gestándose una ‘primavera árabe’ a medida que avance la ficción. El piloto tiene muchos detalles que incitan a sacar las garras de parte de la audiencia y los seriéfilos más impacientes. Por ejemplo: que los personajes hablen ese inglés con acento marcado incluso cuando están fuera del alcance de un anglo-parlante, que el protagonista sea amigo de un periodista afín a la revolución, que ese periodista tenga una hija que sirve al líder ‘terrorista’ y esos personajes malvados (como Jamal) relacionados ya sea por sangre o poder con la dictadura impuesta en el país. 

Rodada principalmente en Marruecos, posiblemente no haya gustado demasiado en EEUU que el diplomático de su patria en Abbudin sea retratado como un idiota. Un idiota con matices, claro. Personalmente tampoco me interesa que la (sufrida) mujer de Barry tenga tan poca personalidad y sea el estereotipo de personaje ‘pared’. Y mucho menos que a la hija le suelte su hermano «Serás como Kate Middleton… pero gorda» y que éste sea homosexual y se acerque a otro joven en un lugar poco propicio. Son lugares aunque líneas en desarrollo y, por lo tanto, habría que comprobar su evolución antes de sacar los tanques y arrasar. Es cierto que el conjunto o las relaciones de Bassam y la mujer de su hermano forman una especie de triángulo más cercano al culebrón, como si “Tyrant” asumiera que una parcela de la propia serie (la enfocada a la familia) va a ser una reformulación en Oriente Medio de “Dallas”. Por otro lado, existe esa línea argumental de seducción de ese dictador y padre sobre su hijo más joven, desheredado del poder por el simple hecho de haber nacido más tarde aunque iremos comprobando que era el más indicado para la sucesión. Esa guerra de poder queda clara desde las primera secuencias cuando Khaled Al Fayeed compra el resto del pasaje del avión que lleva a su hijo y a su familia al negarse éste a viajar en su jet privado. Para Barry se trata de un acto de manipulación y el piloto de la serie nos posiciona en todo ese terremoto y relación familiar de la dinastía Al Fayeed que gobierna Abuddin. 

Llegamos, entre mamadas con bocados y secuencias reiterativas y netamente superficiales, a la vuelta de tuerca del personaje principal. Barry tendrá que ser Bassam o tratar de renegar de esa posesión de la que huyó tiempo atrás, como dos personajes que viven encerrados dentro del mismo cuerpo. Barry escapa de su familia como conexión con ese monstruo interior que libera a Bassam, aquel que tendría que reinar sobre todos. En un flashback comprobaremos las últimas palabras que el dictador en su lecho de muerte le dice a su hijo menor: «Sin ti, nos matarán a todos. Estaba equivocado. Deberías haber sido tú. Deberías haber sido tú, Bassam». Ese flashback nos lleva a las muertes de unos hombres acusados de haber dado cobijo a unos rebeldes que atentaron contra el dictador. Khaled quería que su hijo mayor asesinase, tal y como realizó él, a sangre fría a uno de ellos… pero será un pequeño Bassam aquel que matará sin pestañear y así exonerar a su hermano, dotando de una nueva dimensión a la serie. Barry quiere dejar encerrado a Bassam pero sabe que debe ser ese ‘martillo’ (y también ‘cerebro’) que ha necesitado el hombre al cargo. Tras la muerte del padre de Bassam es su hermano Jamal aquel que se erige como dirigente sufriendo un accidente/atentando a lo amante de Friedrich Wilhelm Murnau. El segundo episodio explora las consecuencias, el funeral del dictador fallecido y la toma de poder (y recuperación) de Jamal, posicionando en el escenario al peligroso antagonista de los Fayeed y esa mecánica de thriller sobre el que va a moverse “Tyrant” en el que ninguno miembro de la familia está a salvo con toda esa réplica dispuesta con terroristas que desean derrocarlos. La dicotomía de Barry / Bassam sigue presente ayudando a su hermano a constituir su liderazgo sobre su pueblo y opositores y poniendo un paréntesis en esa eterna huida que protagonizó desde su adolescencia. ¿Empieza a quedar liberado Bassam y acabará alzándose con el poder y la tiranía utilizando a su hermano como simple marioneta? El problema es que realmente entre esos tejidos de culebrón, suspense, poder corrompido y terroristas hay poca carne y piel y la tela en sí no es la novedad que muchos esperaban. Desconozco si seguiré viendo la serie porque realmente su atracción bien pudiera acabar siendo una simple mueca y caricatura, una replica con ecos de una realidad todavía vigente y, al parecer, más aterradora, necesaria e interesante.

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