Siete días. Siete días más han pasado y el dique se ha abierto completamente. El Gobierno ha agotado sus recursos intentando contener las infecciones en Washington, Atlanta y Dallas, pero se propagó por 20 ciudades, luego por 50. No había dónde huir. Se informó de brotes en Alemania, India, África, Japón. Los países probaron sus propios sistemas para detenerlos, pero sin éxito. Un entorno global enzarzado en una guerra global. Aquí en Nueva York, manteníamos nuestras líneas de batalla contra un enemigo que seguía evolucionando. Pero ¿durante cuánto tiempo más? ¿Seguíamos buscando la victoria o simplemente anticipando la derrota?
Abraham Setrakian nos indica en el prólogo del episodio que el mundo está jodido. Muy jodido. ¿Bienvenidos al apocalispis hasta que inspector de la SGAE haga acto de presencia y denuncie a la serie por PLAGIO? ¿Y cómo ha sucedido para que El Maestro haya podido completar gran parte de su plan si Nueva York parecía controlado por el gobierno estadounidense y Los Ancianos pululaban por el lugar? Da lo mismo, en siete días Dios creó el mundo y el Amo puede ser un Puto Amo. Las cosas como son… “Madness”, quinto episodio de la tercera temporada de “The Strain”, va a suponer un avance drástico (y gástrico) en todas las tramas para posicionarnos ante la batalla de la presente entrega: La Batalla de los Bastardos Strigoi. O algo así. Hasta “The Battle of Central Park” (3x05) la funcionalidad del presente capítulo viene de la mano del suspense por conocer cuál es el cuerpo del Amo y los movimientos de los protagonistas para detenerlo. El gran villano también tiene sus propias aspiraciones para convertir el espectáculo de FX en la comedia tróspida del siglo y resto de mortales, como pudiera ser normal, estamos apañados junto a nuestros palpitantes estómagos y tripas. ¿Qué más locuras nos ha dejado “Madness”?
Esta temporada ha posicionado a Ephraim junto a una nueva compañera tras la muerte absurda e injusta de Nora. Dutch ha sido la elegido para tratar de reivindicar a la peor hacker de la historia de la televisión y que la tipa sea útil por primera vez en la serie. La intención de ambos es anular la red telepática del Maestro ante el FAIL del arma biológica que diseñó la rata muerta sobre la cabeza de Corey Stoll. El problema es que El Amo es mucho Amo y el experimento descubriendo el universo de los microondas no acabará para nada bien. La verdad es que no contábamos con que fueran a hacer un homenaje/remake de “La masacre del microondas”… Nosotros, no obstante, encantados.
Por parte de Setrakian se desarrollan dos tramas. La primera revela la investigación del viejo traga-leche junto a Mr. Quinlan para descubrir los spoilers de “Cincuenta sombras de Grey” y derrotar así al Maestro.
Hallarán, tras pasar el Occido Lumen por el forro de los testículos solares, que algunas páginas esconden una revelación y posible solución. Al final resulta que El Amo es Apocalipsis y todos apañados. ¿De verdad? ¿Dónde está un inspector de la SGAE cuando uno lo necesita? ¿Nos están diciendo que hemos tenido que soportar 31 episodios y el luto por una rata muerta para descubrir que El Maestro era el villano de “X-Men: Apocalipsis”? ¿De verdad?
De este modo, Setrakian recuerda sin venir a cuento cómo se fue de putas en Ámsterdam en 1972 y acabó haciendo un doble remake de “Saw” y “La cosa” con un amante nazi de su pasado tróspido. Para dejar de nuevo al Maestro en un sarcófago de plata la única posibilidad es saber quién memoles es ahora el Maestro… Y la única posibilidad pasa por una alianza con el otro viejo traga-leche sin leche-que-tragar. ¿Servirá para algo Eldritch Palmer o el fichaje de Sanjay Desai obedece a un cambio de roles en el plan del nazi de Thomas Eichorst y el Amo? El precio para tragar leche pasa por revelar cuál es el nuevo cuerpo del Maestro mientras entendemos Mr. Quinlan y Setrakian tratan de localizar el sarcófago que ya sirvió de contenedor del monstruo antes de que Bryan Singer rodara “X-Men: Apocalipsis”.
Por parte de Justine Feraldo veremos cómo trata de lidiar con los ataques Strigoi en zonas aparentemente seguras de la ciudad. Fet, gracias a unos localizadores colocados en monstruos hipsters, descubrirá el verdadero problema que pasa porque la evolución de los vampiros tróspidos les ha llevado a construir su propio sistema de túneles en Nueva York. Un gran nido se encuentra en las catacumbas de Central Park y Justine tiene claro que la única manera de poder substituirá a tal descubrimiento es repartiendo hostias como panes bañados en plata. ¡A TOMAR POR CULO TODOS LOS STRIGOI DE MI FRUTA CIUDAD! Veremos cómo acaba la cosa con tanto hipster y tanta locaza suelta en la ciudad de los pepinos bucales. Un avance: se avecina drama en 3, 2, 1… con hipsters everywhere.
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