“Thor: El mundo oscuro”
Título original: “Thor: The Dark
World”
Director: Alan
Taylor
EEUU
2013
Sinopsis (Oficial):
“Thor: El
mundo oscuro” de Marvel continúa las aventuras de Thor en la pantalla grande. Esta vez
lucha por salvar la Tierra y la totalidad de los Nueve Reinos de un sombrío
enemigo, más antiguo que el universo mismo... Después de “Thor” y “Los Vengadores”,
Thor pelea para restablecer el orden a través del cosmos, pero una antigua raza
liderada por el vengativo Malekith regresa para sumergir nuevamente al universo
en la oscuridad. Frente a un enemigo al que ni Odín ni Asgard pueden resistir,
Thor debe embarcarse en su viaje más peligroso y personal a la vez, que lo
reunirá con Jane Foster y lo obligará a sacrificar todo para salvar al mundo.
La
concepción de “Thor: El mundo oscuro”, con
cambios iniciales en su equipo técnico y el adiós a los telones shakesperianos
de Kenneth Branagh, no auguraba nada
bueno con la dilatación del estreno y el socorro de Alan Taylor para que Joss
Whedon retocará el guión de un proyecto engullido por la oscuridad… pero
finalmente resurgido por la luminosidad cómica y de una consecuente lectura
auto paródica voluntaria y homenaje británico a otro baluarte del Imperio: el Doctor
Who. Que tendremos un recital de entretenimiento y un conjunto relegado a la
química de Chris Hemsworth y Tom Hiddleston, repercutiendo sobre
esos mecanismos de amor/odio de Thor y Loki, no sorprenderá a aquellos que
esperen las virtudes del universo cinematográfico de Marvel. Otra cuestión es que tengamos un villano a la
altura, si el martillo del asgardiano estará en su sitio con la jaca-astrofísica
de entrepierna rezumada cuando emerge un rayo del cielo o si el ritmo y el
drama familiar implícito en los asuntos de palacio está vez no vayan tan despacio.
Los malos son los elfos oscuros y no del Warhammer y, por supuesto, son unos paquetes de
escándalo. Si el villano, el prácticamente invisible Malekith, hubiera obligado
a ver a esa versión shakesperiana — de un malote-de-parque y ladrón de cortinas
maternales para su uso y disfrute (Tony Stark dixit)— “El todopoderoso Thor” de The Asylum, otra cisnesa negra
hubiera cantando.
El elemento
más poderoso del universo se llama Éter pero no estamos tampoco en Final
Fantasy sino ante una conjunción interplanetaria que provocará un despliegue de
originalidad para el combate final en un mix de “Star
Trek/Wars” meets “Lord of The Rings” donde un guiño a Padmé,
la reinona Amidala, no hubiera desentonado en absoluto entre tanta lucha por ser la Reinona de la función. “Thor: El mundo oscuro” decide funcionar/espantar por la vía de la
redundancia y la repetición de los mismos resortes y elementos. Buen ejemplo
pudiera ser esa constante conversación y misma frase de diálogo de los héroes
de Asgard sobre aquello que supondría a Loki traicionarles. La cinta de Alan Taylor no va a mirar en
profundidad la relación de Thor y Loki y esa vinculación materna con una
perfecta Rene Russo (esperemos que tomen nota de “Thor and Loki: Blood Brothers” para una futurible tercera entrega)
ni tampoco por esas miradas bobaliconas que incitaban al suicidio entre Chris Hemsworth y Natalie Portman en “Thor”.
También desconocemos si la reescritura de Whedon
o el montaje final vedó la punta del triángulo romántico compuesto por Thor,
Jane y Sif. Taylor se ciñe al
estricto y elemental entretenimiento y al humor como halo de luz de una
electrizante e irregular propuesta. Toda la épica al servicio de la tecnología
ofrece de una ejecución que despliega una narración coral con Loki como final y absoluta Reinona de ese tech-teatrillo y fruta ama de la fiesta. Se podrían pulir
muchas cosas pero da cierta sensación con las secuencias post-créditos finales
que el invento argumental del Éter, y por extensión de la propia cinta, es buscar un perfecto eslabón para “Guardians of the Galaxy” y para “The Avengers 3” con Thanos y el
Guantelete y Gemas del Infinito.
Tan frívola
como fácilmente humillable por cualquier hater,
“Thor: El mundo oscuro” deja los
intentos de auto-felación con eyaculación de Champín de “Iron Man 3” para pasar a una a una auto-consciencia impuesta: la
propia película asume la física va a hacerse pedazos al final y su única
atadura gravitacional va a ser no tomarse en serio a sí misma. La comparativa del
fundamentalismo de ejércitos capaces de auto-inmolarse por las aspiraciones
suicidas de sus líderes en las figuras de Malekith y Odín, supuestas y
respectivas oscuridad y luz del universo abocadas a los ejes del abuso del poder,
es una lectura satisfactoria aunque tampoco Taylor indaga lo suficiente allí no vaya a ser que le tomen en
serio. La película resuelve la papeleta por la democracia y la coralidad, como
si cada personaje quisiera aportar un complemento en ese juego imposible de
ciencia y magia, dejando la hilaridad de la alquimia en la ciencia ficción y mecanismos
redundantes. Pero el gran mérito y apuesta de Marvel es dotar de otro gran
poder a las ‘gemas del infinito’ de la humanidad. Hablamos de los becarios (y
los becarios del becario), que chupan más planos y HAMOR que Odín y copiosos
dioses asgardianos. Ellos son aquellos que dominarán y salvarán Midgard,
nuestros héroes, los grandes superhéroes sin ánimo de lucro de los Nueve Mundos.
Y toda esa lectura de la película deja en evidencia que está escrita, dirigida
y plasmada… por becarios o aquellos que fueron en ese mundo oscuro que ahora
echa resplandecientes y eléctricos destellos. ¡Qué llamen al también becario
electricista de la película porno de Carmen de Mairena, que a mucho hater sus afilados dedos taladrando de odio sus
teclados les echan chispas!
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ResponderEliminarCOMENTARIO SIN SPAM: A todos los que nos encantan la películas de avenura, acción y un poco de fantasía creo que Thor nos fascina y sabemos que es de las mejores producciones de Marvel.
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