The Big Bang Theory (4x10) The Alien Parasite Hypothesis: En busca del calentón

Personalmente me siento más como Sheldon Cooper con las últimas dos temporadas de “The Big Bang Theory”: no despiertan en mí ningún sentimiento libidinoso que haga florecer mis ansias interiores hasta los mismísimos genitales bastardos. No existe ni erección ni conato ‘morcillón’ con esta cuarta temporada de insinuaciones, informalidad por la vía soez y, finalmente, con un episodio horrendamente flojo y poco erótico titulado “The Boyfriend Complexity”. Marcaba un parón de liguero de dos semanas y ansiaba una vuelta provocativa e insinuante. “The Alien Parasite Hypothesis”, décimo episodio de la cuarta temporada de “The Big Bang Theory”, se caracteriza por intenciones y fantasías que siempre que se hacen realidad provocan el abastecimiento de neurosis y traumas. Mejor en cabeza o en papel que puestas al relieve discordante. No sé lo que digo pero parece que tampoco los creadores de esta serie saben expresar sus ideas en guiones brillantes y resultones.

Voy a dedicar a “The Alien Parasite Hypothesis” el mismo tiempo que un coito rápido debido a necesidades de tiempo, espacio y rigor informativo. Realmente tiene poca chica (y chicha) que mostrar pese a tener un argumento que invitaba a una macro-orgía de carcajadas. No me reído ni una sola vez. ¿Predisposición? Simplemente y personalmente no me pone nada ahora mismo la serie por lo que cualquier emoción queda apagada al ver los resultados fallidos de la propuesta.

Dos tramas. Desde su arranque alargado y dividido a modo de prólogo nos muestran los dos ejes del episodio. Los chicos y las chicas… y un ser que está exento de sexo, religión y género. Su nombre, Sheldon Cooper. Los chicos quiere hacen relevante el mundo de los superhéroes figurativos en una trama habitual de la sitcom donde celos y recelos hacen ver a Raj Koothrappali y Howard Wolowitz quién debe encarnar la figura de superhéroe y ayudante. No es lo mismo ser Rat-Man o Mouse-Boy. La trama es conducida por la suma de retos aunque la perplejidad de un juez llamado Leonard Hofstadter. No falta prueba de valor, araña peluda y enfrentamiento final sin contacto sexual o físico. Mucha lengua y frases pero poca resolución. Nuevamente se dispersa una idea en una torpe e inefectiva conclusión. ¿Por qué les cuesta tanto a los guionistas de la serie dar una vuelta de tuerca hacía lo fantasioso o unir tramas con una pelea final en el bar donde se resuelve la otra trama? Problema y coito sin resolver, desde luego.

Por otro lado y como trama principal se nos presenta desde el arranque la incorporación definitiva de Amy Farrah Fowler (Mayim Bialik) y Bernadette (Melissa Rauch). Parece que no les salían las cuentas a los productores y guionistas sobre las comparaciones de reparto con “Friends”. Es muy bueno para la serie que ocurran vueltas de tuerca como el calentón que tiene Amy al ver a un ex de Peny, Zack (le vimos en la recta final de la tercera temporada). El pobre no da para más a nivel mental pero calienta a la racional Amy. Es hora de diagnósticos, juegos idiomáticos con hoo y who, rebanarse el cerebro y cerebros y, por supuesto, los resultados (en orden descendente de probabilidad):

• Hipertiroidismo.
• Menopausia prematura.
• Alojamiento de un parásito alienígena.
• Excitación sexual.

Obviamente a veces lo menos probable es la realidad y comienzan los celos y un giro por Penny. ¿Contentará Sheldon Cooper a Amy y satisface-rá sus deseos sexuales? Como buen imitador de Spock, que se debate entre la lógica y los deseos humanos, llama a Zack y concierta una cita. No tengo tiempo para más porque tengo que subir esta entrada al blog e irme. Considérelo un coitus interruptus en toda regla como el que mis sonrisas y satisfacción cómica interna ha tenido al ver este episodio. No es ciencia ficción barata pero parece que estemos ante una sitcom lowcost y del montón. Completamente desaprovechada.

“Cuando Spock se aparta del sendero de la lógica por sentimientos que emanan de su mitad humana, los inhibe usando la disciplina mental Vulcaniana de Kolinar.”