Llegados a la práctica despedida (¿final?) de “Expediente X”, toca un momento de reflexión y oscuridad para su undécima temporada. ¿Nada dura para siempre? Pensemos en que Chris Carter nos ha dejado una lectura de la propia serie trasladada a estos capítulos finales en los que la vida eterna pudiera estar al alance de la mano pero, sin embargo, esconde el horror de lo macabro y siniestro. ¿Algo antinatural? Carter, asimismo, siempre estableció su serie desde el enfrentamiento de la creencia frente al escepticismo e, irónicamente, unió de la mano a un ‘creyente’ con una persona escéptica. ¿La vuelta de tuerca? Dana Scully es católica mientras que Fox Mulder es un ateo. “Nothing Lasts Forever”, noveno y penúltimo episodio de la undécima temporada de “The X-Files”, desea unir todas esas líneas contradictorias para volver a someternos a la controversia de la podíamos definir como una de las entregas televisivas más desagradables que hemos visto en los últimos años. En realidad, aquí existe el mismo espíritu que en “Society” de Brian Yuzna por establecer líneas ácidas de crítica sociopolítica mediante una trama extrema y un tanto hiperbólica. Vamos a tener carne cruda humana y toneladas de vísceras junto a litros de sangre para una historia sobre la eterna juventud que trata de hallar su réplica en la vida eterna que promulga la fe y las religiones. En cierto modo, los retoques de David Duchovny y Gillian Anderson podrían servir de báscula a Chris Carter para hablarnos de esas contradicciones en ‘alargar’ la vida de sus propios personajes de ficción. ¿Nada dura para siempre? Repasemos brevemente “Nothing Lasts Forever”.
Estamos ante una protípica historia de vampiros que se amparan en un culto para subsistir a través de vidas inocentes. Incluso sus propios seguidores no están exentos de sacrificios. “Nothing Lasts Forever” no pretende dar un contexto a la historia sino someter el argumento a un juego de vida eterna y licuadoras encargadas de preparar esos cócteles para garantizar que la vejez nunca llegará. Es un tanto obvio que aquí subyace una alegoría respecto a los demócratas y, al mismo tiempo, la religión contrasta con ese culto oscuro y desagradable para hacer reflexionar tanto a los protagonistas como a los espectadores. El capítulo sigue los pasos de Juliet, una ‘cazadora’ obsesionada en localizar a su hermana desaparecida que se había unido a un misterioso culto obsesionado por una vetusta actriz de Hollywood. Barbara Beaumont (Fiona Vroom), a sus 85 años, se mantiene resplandeciente gracias a la ayuda del Dr. Randolph Luvenis (Jere Burns), uniéndose quirúrgicamente a sus feligreses sanos y ‘absorberlos’ para mantenerse eternamente jóvenes. La idea es también que William regrese a los temas de la pareja y ambos dediquen un tiempo a repasar aquello que hubiera pasado si no se conocieran… El final nos aguarda.
Podemos perdonar las imperfecciones de “Nothing Lasts Forever” y su historia de vampiros y los cazadores que tratan de ‘clavarles’ estacas en sus corazones. Aquí lo que importa es la reflexión sobre la edad de los protagonistas y esa vejez manifiesta en gafas y en el pensamiento implícito del final del camino que aguarda a Mulder y Scully. Más allá de asesinatos rituales, el capítulo plantea ese eterno debate para conseguir la vida eterna. ¿Hasta qué punto utilizar otras vidas humanas para lucrarse de todo ese proceso? Siempre existe una ira divina para contrarrestar toda devoción ‘satánica’ y esa eterna lucha del bien y el mal subyace en unas tramas obsesionadas por recrearse en el consumo de órganos humanos y de esos parásitos de la sociedad que tratan de rejuvenecerse sin importarles el precio. ¿Qué ocurre cuando no se puede alimentar a todo culto? Desconocemos si Chris Carter nos habla sobre los peligros de la religión o el socialismo/colectivismo y la perdición que arrastran al recurrir a los sacrificios de sus propios miembros para poder subsistir y mantenerse. Es cierto que existe una clara capa política en el entramado argumental y “Nothing Lasts Forever” habla sobre supuestos milagros en los giros de guion (véase las bolsas de basura que salvan a Scully de su caída por el hueco del ascensor) o la aparición de La Avispa para ofrecer esa venganza divina contra aquellos que ‘secuestraron’ a su hermana. He aquí también la diferencia entre la inmortalidad y la posibilidad de la vida eterna, ya que incluso los vampiros están limitados en su existencia a peligros mortales. El poder de la fe es peligroso y, de nuevo, el episodio trata de fortalecerse en la relación de creencia/ateísmo entre Mulder y Scully. ¿Nada dura para siempre? Lo veremos en el que seguramente sea el final y cierre de la serie de culto.
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