El ilusionista: ¡Tachán! ¿Tachán?

Serie de TV

“El ilusionista”

Título original: “Deception”

EEUU

2018

Sinopsis (Página Oficial):

La serie está producida por Greg Berlanti (“The Flash”) y protagonizada por Jack Cutmore-Scott (“Kingsman”, “Dunkerque”) combinando a la perfección dosis de acción, comedia y puro entretenimento. Cameron Black es el mejor ilusionista del mundo, el maestro del engaño, el mago más espectacular del momento… pero su carrera de superestrella se ha visto teñida por el escándalo y por las acusaciones de asesinato que pesan sobre su hermano gemelo. Solo tiene una forma de limpiar la reputación de su hermano y de seguir practicando sus dotes innatas para el ilusionismo, y es trabajar para el FBI resolviendo los casos más enigmáticos y capturando a los criminales más escurridizos. Para ello contará con el equipo que le acompaña en todos sus espectáculos formado por la productora Dina, el ingeniero Gunter y el mago callejero Jordan Kwon.

Crítica Bastarda:

¿Podemos creer que todavía hay magia en televisión? ¿Hay series con magia? Quizás “El ilusionista” no sea (ni de lejos) el mejor ejemplo para sintetizar esa ausencia y capacidad de los espectáculos actuales de hechizar a la audiencia y producir un sortilegio al otro lado de la pantalla. La propuesta de Chris Fedak nos ofrece parte de todas esas mecánicas y necesidades de urgencia de los shows de la televisión generalista que tratan de hacerse hueco entre una nutrida competencia. Hay poco más elaborado truco que contar… El piloto de “El ilusionista” lo hemos visto decenas de veces últimamente y no resulta en absoluto novedosa una estructura muy manoseada por el procedimental actual. Desde “MacGyver” a “Limitless” llegando a “El mentalista”, “Castle” o “Psych” —entre infinidad de fórmulas— la idea de que un ‘especialista’ o ‘profesional’ ayude a agencias, detectives o cuerpos de la ley a resolver crímenes/delitos complicados. La realidad, además, supera a la ficción… Fedak se rige por las anteriores reglas para construir un espectáculo en el que el ilusionista más famoso de mundo, Cameron Black (Jack Cutmore-Scott), tenga que ayudar a un par de agentes del FBI a solventar una serie de casos que parecen conectar con una misteriosa mujer que fue la causa del encarcelamiento de su hermano gemelo. El truco es tan evidente y precipitado que el piloto de la ficción de ABC da la impresión de ser un insulto a la inteligencia de cualquier telespectador. ¿Se puede asimilar un truco de magia tan malo y desatinado?

No es que Cameron Black tenga escaso carisma sino que su vuelta de tuerca, sin embargo, es tan trillada como gratuita. Su truco y gran secreto consistía en un hermano gemelo que queda expuesto y acusado de un crimen que no ha cometido. Poco a poco, descubriremos la cronología de un sabotaje por parte de alguien que desea acabar con la carrera de Black y que, curiosamente, también es un ilusionista. ¡Tachán! ¿Tachán? Queda claro que un caso enigmático va a tener que ser resuelto cada semana por nuestro perspicaz protagonista con la ayuda de su equipo ante la atenta mirada de los agentes del FBI Kay Daniels y Mike Alvarez. Da lo mismo que los escritores tengan el asesoramiento del ilusionista David Kwong cuando, irónicamente, los trucos de sus libretos son tan evidentes como rocambolescos. El problema no es solamente una réplica de ideas y estructuras previas sino un claro acercamiento a la estupidez y sospecha de sus argumentos. Aquí no existe una clara estela dramático o de desarrollo de conflictos de personajes, ya que “El ilusionista” se ampara en la simplicidad y efecto directo de sus trampas y fuegos de artificio. Chris Fedak trata de rascar en la relación de esos hermanos gemelos y la necesidad mutua para construir/resolver grandes trucos de magia. Ni el supuesto carisma de Jack Cutmore-Scott o el amplio abanico de secundarios van a poder evitar esos escurridizos parecidos razonables con otros espectáculos previos. ¿Es inevitable abandonar el espectáculo antes del final de truco final y el recurrente «tachán»?

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