Expediente X (11x08) Familiar: Pactos con el diablo

La undécima —y posiblemente última— temporada de “Expediente X” puede considerarse como una de las propuestas más injustamente infravaloradas de los últimos años. Chris Carter nos está ofreciendo episodios curiosos y extraños que, poco a poco, van dejando una notable sensación en el conjunto. En el caso de “Familiar”, octavo capítulo, cambia radicalmente su tono por algo mucho más oscuro que nos remite a ciertas ínfulas de un cruce imposible de una revisión contemporánea de “Sleepy Hollow” que se entremezcla con “It” y “Silencio desde el mal (Dead Silence)” de James Wan. Toda esa tenebrosidad de un misterio un tanto aterrador nos remite a un monstruo que va a cometer un crimen que va a dejar conmocionada a una comunidad. Allí van a aparecer, evidentemente, Mulder y Scully para tantear con ciertas revelaciones paranormales alrededor del extraño asesinato del pequeño hijo de un oficial de policía a manos de Mr. Chuckleteeth en un sombrío bosque de Eastwood. Scully revela en la autopsia que el asesino se trata de una persona por encima de esa versión policial inicial, que remitía el atroz crimen a un lobo. Es evidente que la investigación policial se va a amoldar a mecánicas conocidas: los secretos de los habitantes y los sospechosos van filtrándose mientras que tenemos un acercamiento a algunos compases de “Furia” de Fritz Lang gracias a un delincuente sexual de niños que se encuentra identificado en la zona. ¿La turba puede impartir justicia o, por el contrario, aceptar lo desconocido es inaceptable? Repasemos “Familiar”. 

Con el espectro de una quema de brujas en el siglo XVI, “Familiar” también utiliza a los ‘Biggle-Tiggles’ (una copia de los Teletubbies) para ir desatando ese terror con los más pequeños y generar un nuevo asesinato de otra niña en un lugar cercano al de la primera víctima, El capítulo de “Expediente X” también utiliza los peligros de las turbas justicieras y la inutilidad de la justicia en un asesinato a sangre fría a manos del Oficial Eggers. Mulder considera que los círculos de sal son la clave aunque, sin embargo, la idea original del capítulo sea rendir homenaje al imaginario de Stephen King y transformar los seres amados y personajes favoritos de los niños en sus verdugos y asesinos. Es un tanto obvio que la trama va a ir revelando un oscuro secreto de un pueblo obsesionado con la brujería y una especie de lobo desafiante que habita en el bosque podría tener las respuestas. “Familiar” utiliza desde una infidelidad al mal que puede generar el ser humano para trazar un discurso sobre los peligros que puedan generar las personas por encima de esa otra materia oscura y diabólica con la que pretende exorcizar sus pecados y lavar sus crímenes. La razón es que una simple maldición desencadenó otro tipo de fuerzas incapaces de ser controladas y, en realidad, lo involuntario suele ser el detonante mayor de desgracias. La idea es que ese componente paranormal sirva para que se conforme todo un ‘expediente x’ en el que todos los implicados irán pereciendo uno a uno como marca el subgénero. 

¿La inmolación final de Anna fue la clave para poner freno a todo o, por el contrario, se trataba de un ajusticiamiento divino por todo aquello que desató? Sea como fuere, “Familiar” funciona a la perfección como tributo al género de terror fantástico y se amolda con la materia que suele rodear lo mejor de “Expediente X”. Que ese libro maldito siga inmaculado revela ese componente similar a una novela de H. P. Lovecraft aunque, no obstante, la noción de presentar a esos ‘familiares’ sea como medida para articular la historia de esos espíritus que toman formas encantadoras y cercanas para atraer a las personas a su muerte. Ese cambio de proposición hacia un elemento más oscuro e incontrolable sirve para que el capítulo module tanto su trama policíaca como ese espectro sobrenatural y macabro. 

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