lunes, 6 de febrero de 2017

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Santa Clarita Diet: Mombie, tu madre se ha comido al cacho perro de mi padre

Serie de TV
“Santa Clarita Diet”
EEUU
2017

Sinopsis (Página Oficial):

La anodina vida de una pareja de agentes inmobiliarios sufre un drástico cambio que los conducirá por una senda mortal de destrucción en el buen sentido de la palabra.

Crítica Bastarda:

En la nueva comedia de diez episodios de Netflix existe una hábil maniobra de marketing para transformar el canibalismo en un golpe de efecto respecto al subgénero zombie aportando esa falta de humanidad que suelen adolecer los muertos vivientes en el mismo. Conjugada la maniobra poco o nada importa el cómo o por qué del virus sino someternos al humor negro que despliega “Santa Clarita Diet” y las mecánicas domésticas que detonan los personajes interpretados por Drew Barrymore, Timothy Olyphant y Liv Hewson. Los Hammond, desde luego, no van sobreponerse fácilmente a la transformación repentina de la matriarca en un zombi hambriento al que rápidamente le va disgustar la carne procesada e incluso fresca y animal. Sheila va a necesitar todo el apoyo familiar para poder adaptarse a su nueva dieta que pasa por devorar vivos a seres humanos y, posteriormente, congelarlos para disfrutar de agradecidos y refrescantes batidos. La serie creada por Victor Fresco se basa también la metamorfosis de la ‘mombie’ como parte de una extraña catarsis de una familia atrapada en la anodina y, en cierto modo, desdichada vida que protagonizaban en un suburbio de Los Ángeles. Sheila Hammond va a cambiar de la noche al día y va a ser un personaje más impulsivo y directo con todos aquellos que le rodean, conduciendo tal elemento a un posicionamiento de situaciones claramente cómicas y generalmente absurdas. Precisamente su mutación viene marcada por una lluvia mastodóntica de vómito que bien pudiera sintetizar la hipérbole de mal gusto en la que suele recrearse la actual comedia estadounidense. ¿Es hora de evolucionar o someterse a sus aturdidos y muertos mecanismos?


Aclarados los términos formales, llegamos en “Santa Clarita Diet” a una alegoría respecto a la acomodada burguesía norteamericana y el matrimonio como modelo autocomplaciente para el individuo, situando la propia estructura de la sitcom familiar a un reverso tenebroso y oscuro para mantener tal unidad sin importar las circunstancias o el propio contexto. De este modo, la cuestión moral se disipa en el juego de los títulos de los propios episodios de la serie. Pasamos de “No podemos matar gente” (1x02) a “Sí podemos matar gente” (1x03) para remarcar ese camino a la (auto)destrucción que van a vivir los Hammond y sus intentos, normalmente ridículos y divertidos, para mantener las apariencias. Posiblemente el seriéfilo vea reflejos que van desde “Mujeres desesperadas” hasta Dexter pasando por “Weeds” o Arrested Development”, añadiendo en el sangriento menú algunas pinceladas de “Fido” o “Les Revenants”. En realidad, la idea es que desde el asesinato al canibalismo el espectador quede sometido un deambular de proposiciones y arcos argumentales a los que se suele enfrentar el subgénero familiar mientras que nuestra zombificada protagonista cae en una irrefrenable espiral directa a la perdición. ¿Podrán los Hammond enfrentarse a la putrefacción y a la pérdida del control por parte de su matriarca o no sobrevivirán al intento? Tal vez los escritores sobre tal propuesta hayan ideado una recta final que no esté a la completa altura de la circunstancias. Es complicado que “Santa Clarita Diet” pueda convertirse en una Rick y Mortycon actores reales de carne (viva o muerta) y hueso y posiblemente así se explique una recta final que no termina de rematar esas previas ideas grotescas esculpidas en incorrección de humor negro. Seguramente el espectáculo sea conocedor que no puede concretar todavía su clímax y levantara el acelerador en pos de cierta continuidad dentro de la parrilla Netflix dejándonos con un baño de sangre en los labios. Puede que aquí nos sintamos como el personaje de Timothy Olyphant, tratando de mantener a su esposa a cualquier precio y adaptándose a todo tipo de rocambolescas situaciones siendo conducido ese espacio fuera de lugar y directo a la locura ante el sinsentido y conformismo que ha engullido su vida. No obstante, lo interesante de “Santa Clarita Diet” es que puede convertirse en cualquier tipo de ficción y modulación en el futuro, aunque se puede criticar (justificadamente) que haya sido incapaz de mantener la contundencia que enmarcaba sus primeros episodios hasta “¿Extraño o desconsiderado?” (1x07) en tiempos en los que Evil Dead sobrepasa cualquier límite gore, absurdo, excéntrico o cómico dentro de la pequeña pantalla. La nueva serie de Netflix, por el contrario, trata de rendirse a la sofisticación de esas formas sobre las que ironiza y que perfectamente encarna el personaje interpretado por Drew Barrymore… hasta que el apetito o la putrefacción hagan acto de presencia, claro. El menú para la audiencia seriéfila más sibarita y selecta tendrá que esperar


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