El Cortez es una amante egoísta, John. Celosa. Posesiva. Nunca te permitirá llevar nada contigo.
“American Horror Story: Hotel” ha llegado a un punto en el que tampoco vamos a iniciar una guerra termonuclear sobre sus responsables por trazar líneas previsibles y, evidentemente, recurrentes. La antología de Brad Falchuk y Ryan Murphy siempre trató de reciclar y dar una envoltura de calidad gracias a una espléndida puesta en escena, dirección y producción, estableciendo en el proceso creativo todo tipo de referencias y guiños dentro de un amasijo y pastiche alrededor del carisma de Jessica Lange. Tras el adiós de la actriz que vivió una segunda juventud gracias a un aluvión de reconocimiento, nominaciones y premios, Lady Gaga ha dado el relevo más mediático y viral, emulando a una estatua eterna para sobrellevar sus debilidades interpretativas quedando envuelta en satisfactorias referencias cinematográficas. Pero, no obstante, esta temporada tiene ‘otra’ protagonista icónica: la esencia y oscura alma del Hotel Cortez. Que se nos revele que John Lowe es el Asesino de los Diez Mandamientos no deja de remarcar un previsible giro de guión que ciertamente establece ese homenaje al propio personaje integrado en el género. El torturado y cada vez más perturbado detective encuentra que el asesino en serie al que persigue es él mismo, explorando la oscuridad de su alma, la separación del propio individuo entre el bien y el mal, reencontrándose con una identidad oculta y temible entre el horror y las sombras. “The Ten Commandments Killer”, octavo episodio de “American Horror Story: Hotel”, en realidad interesa para armar todo el rompecabezas que dote de sentido una temporada tambaleante y controvertida.
Olvídense de las lagunas argumentales porque “American Horror Story: Hotel” está prácticamente estructurada sobre capítulos temáticos y/o enfocados al desarrollo de cada uno de sus muchos personajes. Ni es el turno de la venganza de Ramona Royale o el regreso del Donovan e incluso unas simples lágrimas sirven de luto para la muerte de Tristan Duffy por parte de Liz Taylor. Esta temporada es para y por el Hotel Cortez, para desarrollar toda su mitología y trazar la línea que establece Mr. James March con el Asesino de los Diez Mandamientos. Si bien en “Flicker” (5x08) notamos un discurso sobre la maternidad con la Condesa (Lady Gaga) estableciendo una comunión como icono dentro y fuera de la pantalla (la madre de los monstruos), en “The Ten Commandments Killer” podemos entender que existe otra madre y amante para todas esas criaturas que habitan y asesinan en esos pasillos imperdibles al tiempo remarcando el anacronismo en los decorados. James March busca un relevo generacional a su propia obra y el episodio trata de aclarar y montar esa espiral entre “Se7en” y “Zodiac” pero, por el contrario, ofreciendo todas las respuestas ante las exigentes preguntas de John Lowe. La habitación 64 contenía todos los secretos… frente a sus propias narices. Su propia habitación… Una bóveda esconde la incompleta obra de March y el guión servirá tanto de recopilación uniendo todas las piezas del macabro rompecabezas como, además, para dar sentido a la misión de John por finalizar la obra maestra del ‘padre’ de todos los asesinos en serie de EEUU.
Hypodermic Sally encarna a la guía, a la amante, a aquella que expone la cronología de la perdición del detective. El personaje que interpreta Sarah Paulson es el ‘fantasma’, siempre presente en la vida de John Lowe desde que adentró en 2010 tras un doloroso caso. El alcohol tenía todas las respuestas y Donovan ‘invitó’ al policía a una fiesta que no era otra celebración que la habitual y pactada cena entre la Condesa y James March. Y aquella que iba a ser la ‘comida’ se convirtió en el ‘depredador’. “The Ten Commandments Killer” quiere dar sentido a un personaje tremendamente irregular y perdido en el resto de las tramas, impulsar su protagonismo y transformarlo en un monstruo que incluso se pueda superponer al resto. March tiene un don que le permite observar el alma humana y será seducido por el negror de la John, atando sus sentimientos por las injusticias que presencia y convirtiéndose en la voz del diablo que susurre al oído de su nuevo pupilo las clases vitales para que retome su obra maestra del mal. Los escritores en cierto modo desean plantear qué hubiera pasado si Jack Torrance (Jack Nicholson) pasara sobrevivir a “El resplandor” a protagonizar un thriller de los 90 dirigido por David Fincher. “The Ten Commandments Killer”, por lo tanto, es un episodio necesario para recapitular todas las aportaciones de esa trama que apuntale la mitología del Hotel Cortez y el legado de su creador, dotando de significado el reencuentro de John Lowe con su auténtica naturaleza. O, lo que es lo mismo, tratar de sobrevivir a un previsible giro de guión que numerosos espectadores ya habían divisado muchos episodios atrás. La idea es que todo ese cúmulo de flashbacks, muy al uso de la saga “Saw”, establezcan que la conversión de Lowe en el Asesino de los Diez Mandamientos estuvo conducida tanto por la Condensa como March, aliándose para secuestrar a Holden y arrastrarlo a la perdición que deseaba el asesino en serie convertido en fantasma.
Veremos cómo Lowe narra a su ex compañero Andy Hahn la cronología de los sucesos ante el cuerpo sin vida de Wren, toda su implicación en esa rocambolesca historia sádica y criminal donde siempre manejó los tiempos Mr. James March. Al mismo tiempo, presenciaremos la evolución de los celos de Lowe respecto a Andy por su afecto hacia Alex… pese a que el detective haya mantenido una doble vida durante años en la que Sally fue su amante… al servicio también de los intereses de March a cambio de protección ya es perseguida por The Addiction Demon, conjurado por los drogadictos que utilizaban el Hotel Cortez para saciar sus adicciones. Esa bestia sexual agresiva se alimenta, al parecer, de toxicómanos y no sabemos cómo March consigue controlarlo. El constructor del Hotel Cortez, al fin y al cabo, es el eje. Siempre es el centro de todo. ¿La simbólica alma de ese monumento del mal? Nos aclararán que Wren fue el ángel de la guarda de Lowe, siendo un trabajo encargado por Sally para proteger al hombre que ama. El camino a la verdad no es que sea redundante (que lo es) sino que sirve a “American Horror Story: Hotel” para apuntalar en retrospectiva toda la mitología de esa trama que desconocemos si todavía es troncal o un extraño homenaje a esos muñecos habituales en el cine de terror de James Wan, ejerciendo March como el ventrílocuo y John como su marioneta para perpetuar su legado. Entre revelaciones, martinis, asesinatos y sexo, la historia de sufrimiento acaba convertida en la de una liberación. John confesará sus crímenes a Andy para toparse tanto con un relato plagado de sucesos paranormales y, por supuesto, su naturaleza al asesinar a aquel que fue su compañero y amigo. No desearás a la mujer de tu prójimo… El Asesino de los Diez Mandamientos ha despertado y el abrazo con March perpetúa la comunión de ambos para completar su obra maestra. ¿Y ahora qué? Pregúntenselo a ese ejército de niños vampiros que pululan por Los Ángeles desde hace unas semanas…
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