True Detective (2x02) Night Finds You: Oscuridad, ratas y papel maché

“The Western Book of the Dead” (2x01) ejerció como carta de presentación de la segunda temporada de “True Detective” y este segundo capítulo, titulado “Night Finds You”, es el posicionamiento definitivo de la propuesta ideada por Nic Pizzolatto para reinventar (y dinamitar) los conceptos de su antología. Lo nuevo de la serie de HBO ha sido un material bastante ajusticiado por una audiencia (y críticos) que siguen buscado entre sombras a un fantasma que ya no está allí. La renovada cabecera —a golpe de tema de Leonard Cohen (‘Nevermind’)— ya sintetiza ese concepto y contraposición entre paisajes naturales y esa suplantación artificial que ofrecen las grandes metrópolis, con esa especie de venas formadas por hormigón y asfalto que la recorren y atraviesan entre luces adulteradas y eléctricas. En este nuevo episodio la idea es concebir una investigación a cuatro bandas para destruirla rápidamente con un poderoso cliffhanger a lo Joseph Stefano y Alfred Hitchcock en “Psicosis”. Aquello que le importa realmente a Pizzolatto es el desarrollo de sus personajes y abstinencias, sus miradas hacia sus deseos y miedos. La idea es unificarlos en esos ojos disueltos en ácido clorhídrico de Ben Caspere, en los secretos que esconde ese cadáver ilustre que les ha unido precisamente a un horror y vacío que nos espera. Repasemos “Night Finds You”.

En “Night Finds You” los desilusionados personajes esconden cierta abstinencia, normalmente sexual. La detective Ani Bezzerides la disimula ‘chupando la polla de un robot’ para saciar sus carencias de nicotina mientras que Paul Woodrugh observa a jóvenes hedonistas y chaperos en plena noche. A él solamente le queda ‘chupar la polla de su botellín de cerveza’, someterse a la soledad y a ese deseo que su disfunción eréctil no le permite completar salvo con milagros de la farmacología. Esos conflictos se mueven entre la marea criminal del argumento y del propio cadáver que ha unido sus destinos: el sexo es el eje. Pizzolatto hablaba que esta segunda temporada de “True Detective” trataría sobre «la oculta historia secreta del sistema de transporte de Estados Unidos» pero, de momento, nos encontramos ante un policíaco, con elementos noir e incluso lynchanos, que bien pudiera ser una revisión contemporánea de una novela de James Ellroy cambiando Los Ángeles por esa ficticia Vinci y el glamour (vicios y crímenes) de Hollywood por esos raíles que atraviesan una ciudad repleta de mataderos, almacenes, fábricas, plantas químicas tóxicas, talleres clandestinos… y, en definitiva, toneladas de corrupción y contaminación a todos los niveles. ¿Añadimos a “The Wire” entre las referencias? En todo ese planteamiento irrumpen dos personajes con mucho protagonismo en todo este comienzo de temporada y son aquellos interpretados por Colin Farrell y Vince Vaughn. Precisamente abrimos con Frank Semyon y todo ese concepto de papel maché, de toda esa gran mentira que ha ido construyendo a lo largo de su vida, de esa mansión cristalina que realmente puede ser un simple sueño y desvanecerse en un instante. La escritura de Pizzolatto tiende hacia la metafísica y es una de las constantes y credenciales del show pero ciertamente en esta temporada está siendo utilizada para hablar del pasado de sus personajes. Dos manchas en el techo le llevan a un viaje a oscuros recuerdos cuando apenas tenía seis años. Su padre le dejó encerrado en el sótano cuando se fue de juerga. Era una práctica habitual pero esta vez no llegó al día siguiente… Posiblemente fue arrestado. Al tercer día, la bombilla se quemó y llegó la oscuridad, las ratas comenzaron a salir de sus escondites y ese pequeño niño sintió un terrible despertar al quedarse dormido y sentir cómo uno de los roedores mordisqueaba su dedo. Es un superviviente y respondió con furia y violencia. Realmente en este trauma del personaje queda establecido el tono: algo desagradable nos conduce a un elemento metafísico que nos muestra sus entrañas y comportamiento venidero. ¿Y si todo fuera un sueño y siguiera atrapado en la oscuridad tratando de despertar? Ese sentimiento nos conduce a las dudas de Frank, ya que puede que no tenga un legado que dejar al hijo que espera… Todo es papel maché, todo es invisible en ese mundo de oscuridad y ratas. 

En los límites de ese precipicio existencial al que se asoman los personajes, el encadenado se realiza sobre esos ojos que establecen la conexión con el pasado, terror y vacío. Vayamos a ver a Caspere. Xanax, alcohol, gonorrea… Fue torturado con ácido clorhídrico cayendo a cuentagotas sobre sus ojos. Murió del propio trauma y sus genitales fueron extirpados con el disparo de una escopeta. En realidad, la idea no es saber quién fue el asesino o aquel que llevó su cuerpo al lugar donde fue encontrado, junto al simbolismo de ese pájaro disecado en el coche. No, la cuestión no es un nombre o responsable sino por qué lo hizo. ¿Cuál fue su móvil? ¿Venganza? ¿Extorsión? ¿Simple tortura para conseguir información? Ese cuerpo nos lleva a esos tres detectives (o con uno de ellos tratando de serlo) cuyas respectivas organizaciones tienen un determinado interés en el caso o simplemente temen que la corrupción en la que andan envueltas sea sacudida por alguna imprevisible revelación. Ese interesante planteamiento (cada investigador tiene su propia agenda oculta al resto) da la impresión de ser un macguffin al servicio de otra historia y discurso. Y es que a esas tres bandas se añada otra, la que propician las pesquisas (de gánster) del propio Frank, mucho más contundentes y precisas que la de los agentes que se encuentran al otro lado de la ley. Ben Caspere era el administrador municipal corrupto de Vinci que se llevó 5 millones de dólares del bolsillo de Frank o, al menos, esa gran cantidad de dinero se encuentra en paradero desconocido tras su muerte. Luego está el huracán de corrupción en el que se halla el alcalde Chessani y sus maniobras respecto a esos cientos de millones de dólares que niega a las arcas del estado por los ingresos fiscales de Vinci. Llegamos a un territorio que no sabemos si es un homenaje a la novela negra o un pretexto para ese discurso que planea Pizzolatto sobre «la oculta historia secreta del sistema de transporte de Estados Unidos». El quid de la cuestión son unos terrenos y una compañía (Catalast) para conseguir acceder a ese suelo y llevar a cabo el sueño de Frank (el tren de alta velocidad que atraviese California). Con el asesinato de su socio, Frank descubre que no se pudo completar la transacción para comprar esas parcelas y su dinero se ha esfumado. Lo peor es que ahora esa compra no se podrá llevar a cabo en las mismas condiciones… Condiciones, además, que descubre Frank para confirmar que Caspere se la estaba jugando. No hay nada como un mafioso cabreado o actual hombre de negocios llegado de las malas artes… y empieza a mover hilos e incluso lanzar amenazas y órdagos hasta al mismísimo alcalde. Y en este territorio se unen las líneas de investigación de Ray y Ani con las de Frank y comienzan a llegar lugares de depravación y pistas como Poker Room (con esa curiosa dentadura de su gerente) o sospechosos personajes como el Dr. Piltor, interpretado por Rick Springfield. El psiquiatra de Caspere le trató durante los últimos tres años y descubrimos lo evidente: era un adicto sexual y tenía ciertas tendencias pasivas algo peculiares que van desde prostitutas, algo de masoquismo y mucho voyeurismo a juzgar por diversos elementos que nos aguardan o ya hemos intuido o divisado parcialmente. Interesan aquí dos conceptos. El primero ese plano de Ani visualizando la geoda de amatista con forma de vagina (?) en la mesa del Dr. Piltor y, en segundo lugar, su conversación respecto a ‘secta hippie’ de su padre y las consecuencias para sus hermanos. ¿Veremos todo conectado como esa desaparición de Vera Delvayo? 

Los personajes de la segunda temporada de “True Detective” no van a ser fáciles ni tampoco están dotados de empatía. El encuentro de Paul con su madre, por ejemplo, está escrito realmente como una secuencia de flirteo que nos remite a un backstory que desconocemos. Ese inquietante y desagradable interés sexual respecto a Paul de su progenitora bien pudiera ser un anhelo y deseo freudiano del propio protagonista, un pensamiento incestuoso que después contrasta con su mirada hacia otros hombres e incluso chaperos. ¿Es gay? Paul acaba dejando (o siendo expulsado) a su novia por esas acusaciones de la estrella que ya conocíamos en “The Western Book of the Dead” (2x01) pero, de nuevo, la secuencia de la ruptura está escrita bajo la propia confusión sentimental del protagonista. ¿Qué quiere realmente Paul? ¿O qué simplifica? ¿La impotencia absoluta del héroe norteamericano a todos sus niveles incluido el sexual? ¿El fin del mito de la masculinidad? Desde luego “True Detective” por algún diálogo entre Ani Bezzerides y Ray Velcoro para reírse (o cuestionar) ese pretendido carácter feminista que la audiencia impuso (o quiso atribuir) en la temporada anterior como carencia. 

Precisamente es Ray el que da sentido a “Night Finds You”, dándose cuenta de que sus acciones violentas le van a hacer perder a su (no) hijo, que su ex esposa va a pedir una prueba de paternidad para conseguir la custodia completa. El universo de Ray se desmorona porque todo ese sentido oscuro de la justicia y aquello en lo que se ha convertido puede que, al final, no hayan valido para nada. Su ex esposa le recuerda lo bueno y decente que era… y, actualmente, su aspecto dibuja el negror de su alma. Su hijo se merece algo mejor, eso está claro y precisamente ese encuentro le hace buscar cierta sinceridad con Ani o revelar en su silencio que está comprometido tanto como la investigación que llevan a cabo. Frank quiere recuperar su dinero y Ray es su hombre… O lo era porque algo ha cambiado aunque ese diablo disfrazado de mafioso deja caer su oferta: un ascenso como jefe de policía para conseguir un buen abogado de familia. Ray quiere huir hacia el buen camino, hacer de nuevo lo correcto… pero ya es demasiado tarde, incluso para tantear románticamente a esa camarera con la cara marcada de profundas cicatrices. Ella le ofrece unas vacaciones… pero él quiere dejar todo ese mundo atrás… incluido el dinero y los sobornos, incluida la única posible salida más satisfactoria. Su decisión de ir a la casa de depravación en Hollywood de Caspere obedece precisamente a poner el punto final a la doble vida que llevaba, pero el guión de “True Detective” aprovecha para poner en ese cierre otro revés del destino. En esa casa, de entrada, vemos cosas sospechosas. Un fregadero lleno de agua con el grifo goteando que contrasta con música sonando… y un salón con material bondage, pornográfico… y sangre en el suelo. Un gran charco. ¿De los genitales de Caspere? En una habitación cercana Ray descubre una cámara de vídeo grabando y seguramente emitiendo online… ¿Hay alguien ahí o solamente al otro lado? Ray sospecha de que algo se cierne sobre él, saca su arma, se gira… pero es demasiado tarde. Un hombre vestido de negro y con una gran cabeza de pájaro con plumas sobre su cabeza aprieta el gatillo de su escopeta. Es el fin… y ese peculiar ‘hombre pájaro’ se acerca para rematarlo sobre su pecho. La noche acabó encontrando a Ray y ahora simplemente le queda la absoluta oscuridad… Pudiéramos aquí regresar a ese frase graciosa de Velcoro ante el alcalde y sus superiores «¿Se supone que tengo resolver esto o no?» frente a la respuesta: «Solamente sin sorpresas». Bien, ya hemos tenido la sorpresa… y con el caso aún sin resolver. 

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