Cuando Channel 4 anunció la renovación de “My Mad Fat Diary” por una tercera y última temporada hubo un choque de sentimientos entre los seguidores de la serie que protagoniza Sharon Rooney. Si “Not I: Part 2” (2x07) funcionó como un perfecto happy-ending, ¿qué sentido tenía dar continuidad a una propuesta más allá de su explotación comercial a modo de epílogo? “Who Is Stan Ford?”, primer episodio de esta nueva entrega al servicio de Rae Earl, aterriza para ratificar si continuar con las aventuras tragicómicas de uno de los mejores personajes surgidos de la televisión británica en los últimos años carece de sentido o lo tiene plenamente. Precisamente se siente que en este capítulo habita una lucha por esa felicidad alcanzada de la protagonista y la puta y jodida realidad que le queda por delante. Esa lucha es diaria y esta nueva “My Mad Fat Diary” desea explorar ese verano en Stanford que bien pudiera ser el último de la pandilla. Estamos en 1998, la selectividad está a la vuelta de la esquina y la universidad es el objetivo de algunos de los personajes. Rae tiene trabajo en una tienda de discos, cuida de su hermana mientras la relación con su madre y padrastro es idónea e incluso vamos a comprobar que su romance con Finn sigue en perfecto estado. Además, éste ha conseguido un piso propio al que se va a mudar y espera compartirlo con el amor de su vida… ¿Quién osaría a cambiar este ‘happy-ending’ por toneladas de locura y drama? Efectivamente: los guionistas de “My Mad Fat Diary”. ¿Ha merecido la pena el rumbo que ha tomado “Who Is Stan Ford?”, primero de los tres capítulos que darán forma al epílogo y despedida de esta emblemática serie de adolescentes? ¿Se encuentra todo justificado? Repasemos el episodio…
La primera secuencia de “Who Is Stan Ford” marca la semilla de la polémica pero reincide en ese tono y estilo del show que tanto nos ha convencido y gustado a lo largo de su desarrollo. Rachel Rae corre y corre porque llega tarde a su entrevista de acceso a la universidad de Bristol. Incluso si Johnny Depp le estuviera llamando desde lo alto de una colina con su pene… tendría que esperar, nos indica una protagonista que llega ante ese tribunal a lo ‘Flashdance’ (?) para dejar claro que en su instituto se leyó Macbeth y no Hamlet. Ella vio la película… La de Mel Gibson. No la de Laurence Olivier o esa joya de Grigori Kozintsev. Ni siquiera la de Tony Richardson. No, ella vio la que protagonizó Mel Gibson. ¡Con un par de cojones, oigan! En el Instituto de Stamford falta material de lectura e incluso asignaturas… pero Rae tiene ya una labrada personalidad y, desde luego, poco tiempo extra para leer o ver películas. ¡Ella ya protagoniza una cada día de los hermanos Dardenne! En el mundo real sobran los dramas shakesperianos: hay que cambiar pañales, superar pesadillas… Pero realmente la vida de Rae pudiera resumirse en el mismo condimento y conflicto que Hamlet: una tragedia de indecisión. Si bien ese era uno de los pocos problemas mentales que no sufría, en la universidad de Bristol van a quedar encantados con esa entrevista que ella misma consideraba que había jodido y era un hasta nunca. Una carta de acceso va a propulsar esa tragedia sobre la indecisión o, lo que es lo mismo, ¿cómo te enfrentarías a dejar atrás algo que considerabas perfecto? ¿Otra auto-referencia de los guionistas a ese adiós de su serie?
“My Mad Fat Diary” quiere mirar al futuro y no quedarse en un cuento de hadas artificial. La vida no acaba antes de la selectividad sino que es el principio para enfrentarse a nuevos retos y temores. Rae sabía quién es y a dónde se dirigía hasta que una carta pone a prueba de nuevo todo lo que había conseguido. Town Records es su trabajo, el amor por Finn es su vida, su hermana forma parte de su esperanza y ha superado sus trastornos de auto-mutilación… El resto de personajes —aparte de ese independizado Finn que ama a su novia— buscan también mirar al futuro. Danny Two Hats trabaja en el bar donde se reúne la pandilla, Chop quiere hacerse un tatuaje en honor a sus amigos para acordase de ellos y es feliz con Izzy. Mientras Archie busca novio, Chloe está obsesionada por meterse en la Escuela de Negocios de Lincolnshire. Ese último verano en Stamford va a quedar estrenado con la mayor fiesta de inauguración del siglo XX y vamos a pasar de «¡La vida era tan perfecta que podía reventar!» a un drama shakesperiano para dar el pistoletazo de salida a esta tercera temporada de “My Mad Fat Diary”. La posibilidad de que Rae vaya a la universidad de Bristol es la dinamita de los guionistas. Falta prender la mecha. Kester tiene claro que debe aceptar la oferta de acceso pero Rae desea mantener todo como estaba. ¿Una alegoría y guiño a ese sentimiento de la audiencia por conservar el final de la segunda temporada de la serie? Linda va a descubrir esa carta y Rae se convierte en el orgullo de la familia, pero transformarse en cisne depende de ese pollito que se niega a crecer y madurar, de ese polluelo grandote que el único título que quiere sacar en su vida soñada actual es uno en el arte de la felación. Rae mantiene oculta a la pandilla su carta y también a su novio pero sabemos que tapar la mierda únicamente va a provocar que ésta explote en un momento inesperado más fuerte que nunca.
Todos los elementos de “Who Is Stan Ford” se amoldan al conflicto de Rae. Para empezar Kester y esa extraña ‘renovación’ en su despacho nos lleva a ese cierre de asuntos e historias pendientes. Su terapia tiene que ser una de ellas para completar el proceso y, en cierto modo, el show nos plantea su propia despedida para iniciar una nueva etapa universitaria. Rae es obvio que se niega a plantearse un cierre que no incluya el que tuvo en “Not I: Part 2” (2x07), pero mantener esos cimientos ante un nuevo terremoto en su vida va a resultar imposible. Más si el camino que se busca es el de la mentira. En el Día de las Profesiones aparece Katie Springer, a la que Rae conoció en Bristol, y su charla da la impresión de ir dirigida a nuestra protagonista. Mientras Katie es la cara y luz de la moneda Dan Smith, que habla sobre no ir a la universidad, se convierte en la cruz y oscuridad. «Nunca es demasiado tarde para ser lo que podrías haber sido». Pero Rae desea caminar entre sombras y es imposible no tropezarse o hacerse daño por esa ruta tenebrosa. Las mentiras de Rae son reveladas cuando la directora expone su historia inspiradora a todo el mundo. Estudiar Letras en Bristol es un billete de oro y sabemos que el egoísmo de Rae por mantener todo como estaba va a dañar a sus seres cercanos. Finn no quiere impedir que su novia avance pero su inmovilismo genera un distanciamiento entre ambos. Buscar ‘novio’ a Archie resulta mucho más fácil al conseguir un apaño con su ‘jefe’ de la tienda de discos. Pero precisamente el ejemplo de que Archie entre en casa de su cita — y su valentía despeje las dudas incluso si todo fuera mal dentro— no lo toma Rae al pie de la letra. Desea volver a tomar el control pero hemos visto que se volvió a hacer daño en los nudillos de una mano ante el adiós de Finn. Su vida está desestabilizada pero Rae persiste en la mentira o, lo que es lo mismo y peor, mentirse a sí misma o tratar de engañar al mismísimo avance del tiempo. No se puede volver atrás y Rae lo descubrirá en ese intento de unir a la pandilla en el que nada funciona: el tatuaje de Chop dejó a Stamford como Stan Ford, obligó a su mejor amiga a sacrificarse nuevamente por ella y se dará cuenta de que no puede recuperarse de esa herida y enfermedad mental que ha vuelto abrir. Chloe, en el viaje en coche de la pandilla a esa inauguración sorpresa al piso de Finn, verá aquello que ocultaba Rae detrás de la venda y esa posibilidad de accidente se convertirá en otro repentino. Todo se desmorona y el intento de controlar la situación, con el ‘soundtrack’ de Joy Division, quedó transformado en tragedia, en cristales estallando y su mejor amiga en estado grave… No hay nada que controlar porque todo quedó ya desmoronado. ¿Podrá reconstruir de nuevo todo Rae a lo largo de esta tercera temporada y última de “My Mad Fat Diary”? ¿Podrá volver a ser ese pegamento emocional? ¿Podrá, sobre todo, reconstruirse ella misma y subir a lo más alto de ese edificio que significa su vida para mirar al cielo y sonreír de nuevo? De momento, fucking Enya!
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