sábado, 26 de mayo de 2012

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El arte de amar: El color y la música del amor

 “El arte de amar”
(2011)
Francia
Director: Emmanuel Mouret
Título original: “L'art d'aimer”

Sinopsis (Página Oficial):

En el momento en el que nos enamoramos, en ese preciso instante, se produce en nosotros una música particular… Para cada cual es diferente, y puede sobrevenirnos cuando menos lo esperamos.


Crítica Bastarda:
«El tierno amor se alimenta de dulces palabras»
Ovidio, ‘El arte de Amar’. 
El ‘arte’ de amar hace referencia al color pero sobre todo a su música. A esa melodía que aparece en el momento de enamorarse de otra persona. Lo mejor no está al final sino al principio… en esa historia de ese pianista y gran compositor que nunca encontró la música del amor, pese a numerosas parejas, y que finalmente se reveló en sus oídos antes de morir pero sin saber su procedencia. El amor es ciego y una de las historias parece recordárnoslo en una cita (sexual) a ‘ciegas’… tal cual.

La problemática del sexo y el amor
Tal vez las historias no sean igual de sólidas o musicales, tal vez el color del amor, la música del amor o simplemente el amor, sea algo tan etéreo como meloso en la gran pantalla. El mérito de  “El arte de amar” es que genera tantas arterias directas al corazón del espectador que siempre existe alguna que conduzca correctamente la sangre. El narrador agiliza el camino, es espectador asiente con una leve sonrisa en su rostro. Es curioso que Emmanuel Mouret pariera su película de pequeñas anotaciones, ideas y conatos de historias. Como si fueran el principio de algo y el final de todo. ¿No es acaso a veces a sí el amor?

Separados y unidos
El camino que ha elegido el cineasta ha sido darles salida en una serie de historias que se cruzan para dar un sentido a un diminuto todo. Más allá de esa recopilación de instantáneas tan agridulces como amables, tan frívolas como sensibles, quedan detalles cómicos que salpican la propuesta. Los roles se alteran y el amor parece resquebrajarse tanto en parejas adultas como jóvenes para aferrarse de nuevo como si fuera el engrudo más poderoso. No se trata de hacer un “Paris, je t'aime”, puramente nacional, ni un “Manuale d'amore” a la francesa sino de hablar más de parejas que sobreponen a la trasparencia de sus sentimientos. Aquellos que dialogan, a modo de fábula con moraleja, recibirán una recompensa… o unos consejos en forma de títulos. Efectivamente «El tierno amor se alimenta de dulces palabras». Más si vienen del propio guionista. 

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