martes, 15 de mayo de 2012

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Mad Men (5x09) Dark Shadows: La Dieta de la Vida

“Dark Shadows” es el noveno episodio de la quinta temporada de “Mad Men”. ¿Han elegido el nombre porque sabían que se estrenaría la misma semana que la nueva película de Tim Burton y Johnny Depp? Más allá del marketing, la publicidad metaficcional y la suerte, la serie de Matthew Weiner se ha convertido en un híper-estilizado melodrama laboral. Las motivaciones de sud personajes son las motivaciones para su creador. La noticia, a rebufo de la utilización del tema de del disco ‘Revolver’ de The Beatles (Tomorrow Never Knows) en el anterior capítulo titulado “Lady Lazarus”, ha sido el coste y esfuerzo de poder incluir un tema de la mítica banda. Muchos antes lo habían intentado incluido el propio Weiner. Al parecer no se había producido tal acontecimiento en un lustro y se han tenido que pagar cuarto de millón de dólares. No era sólo cuestión de dinero sino también ambición, contactos y repercusión. Como si la propia serie se transformara en esos publicistas y comerciales que hacen lo indecible para conseguir a un cliente… Después de la luz pasada, llegan las sombras con “Dark Shadows”.

La insatisfacción personal, la envidia y la gula son los acompañantes de los personajes antes del día de Acción de Gracias. Las elipsis son marcadas pero muy sutiles esta vez. Por fin la serie esta temporada dedica más espacio a Betty Francis y el momento que pasa en su vida. Está intentado adelgazar y observamos su dieta: varios trozos de queso pesados a conciencia, la mitad de un pomelo y una tostada quemada y ennegrecida que podría haber salido de la tostadora maldita de “Superstar”. Betty tiene una depresión en su vida originada por su propio inconformismo. Sigue pensando en Don y envidia tanto la figura y belleza de Megan como el apartamento que tienen. Al recoger a los niños se dibuja una secuencia en la que Betty observa a una semidesnuda Megan a través de una ventana… Betty va a una terapia llamada Los Vigilantes del Peso y se encargan de pesarse para comprobar sus bajadas, mantenimientos y darse ánimos. Betty lo está pasando mal al ver los problemas laborales de su marido Henry. Apostó, al igual que su marido, por el caballo equivocado por lo que Betty se replantea tal vez, pese a su discurso cargado de amor y optimismo, lo mismo. ¿Se equivocó dejando a Don?

Abriendo puertas que deberían permanecer cerradas
Pete se entrevista con The New York Times para un reportaje de agencias de publicidad. Sigue teniendo sueños eróticos y fantasías con Beth. Finalmente no aparece en el reportaje y Pete llama a Don muy cabreado. Éste le responde que no quiere que le levante para escupirle sus fracasos a la cara. Pete se encuentra en el tren con el marido de Beth y parece pagarlo con él al ver nuevamente que pasa de su mujer incluso en el día de Acción de Gracias.

Bert Cooper y Roger Sterling son dos personajes que ahora mismo han pasado a segundo plano de la compañía. Por cierto, ¿dónde se ha metido Lane Pryce? Pete Campbell es bueno en su trabajo pero seamos sinceros: cae a todo el mundo como el culo. Bert consigue una cena con los que podrían ser unos nuevos clientes: unos judíos que van a sacar un vino para el resto de mortales. Bert habló de la mujer judía de Roger, Jane. ¿Sabíamos que era judía? Como ella le comenta a su ex marido: ahora sí te interesa que sea. Como siempre en “Mad Men” los temas raciales, sociales, religiosos e ideológicos están en un claro subtexto y explotan en leves detalles. Bert y Roger quieren conseguir la cuenta de manera un tanto confidencial. Roger, además, consigue de Ginsberg ideas a cambio de una remuneración. En los créditos nos recuerda que hizo lo mismo con Peggy con la cuenta de Mohawk, que al enterarse se molesta y se lo hace saber a Roger. Nadie es leal en el negocio, le recuerda. La cena va estupendamente y las ideas de Ginsberg encarrilan el trato. El problema es que el hijo del cliente se fija y ‘ataca’ descaradamente a Jane. Roger siente celos y al regresar seduce a su ex mujer en el nuevo apartamento de ella. Jane está molesta porque ha ‘contaminado’ el lugar de nuevo. Quería sentirse libre y desatada de él pero, como el perro del hortelano, ni come ni deja comer.

Elecciones personales y ego
Esa falta de lealtad la vemos también con las motivaciones de Megan y Don. La primera se da cuenta de que, en cierta medida, es ‘repudiada’ por sus compañeras porque no tiene nada que perder en su vida si su carrera de actriz fracasa. Todo salta por los aires con su amiga, que se está preparando para una audición para la serie “Dark Shadows”, motivo del título del capítulo y perfecto enlace con nuestra realidad burtoniana. Megan se mofa del papel y la serie por su dramatismo pero su amiga le recrimina sus ‘lecciones’: ella tiene que servir mesas mientras intenta conseguir un papel, el que sea y cómo sea. Su amiga Julia va ir en Acción de Gracias a su casa… y llevará algo ‘dulce’ ante tanta ingrata acidez. Don, mientras tanto, quiere volver a explotar su lado creativo e implicarse en las campañas. Tal vez ha delegado la responsabilidad a otros y ahora se siente en cierta medida inservible… Para la campaña de una bebida refrescante llamada Son Balls se pasa toda la noche preparado ideas y en cierta manera se enfrenta a la también buena idea de Ginsberg. Ambas opciones son muy divertidas pero finalmente Don prescinde de la idea de Ginsberg. Consiguen la cuenta pero al enterarse el joven creativo se enfada y se enfrenta a Don en el ascensor. Lucha de egos pero con Don, obviamente, como ganador con ese brutal: «Yo no pienso en ti en absoluto», y dejando a Ginsberg paralizando y dentro del ascensor que se cierra. Don seguramente piensa en él pero es la motivación perfecta para seguir innovando. En el día de Acción de Gracias Julia finalmente consigue el papel. Megan se lo comenta a Don que se muere de calor pero no puede abrir la ventana (tiene el aire acondicionado a tope) porque hay demasiada polución y podría ser tóxica. Tal vez tienen todo pero viven atrapados en una pecera (y escaparate) que ellos mismos han creado…

Enfrentamiento y duelo de ego
Mientras los niños ordenan y hacen sus tareas Betty ve en un dibujo de Bobby una nota muy cariñosa que Don escribió a Megan. Sus celos son evidentes y aprovecha que Sally está haciendo un árbol genealógico para hablarle de Anna Draper. Sally se queda descompuesta al saber que Megan no se lo reveló y que su padre nunca le habló de su primera mujer que ahora está muerta. Sally está muy molesta con Megan y su padre por esa falta de confianza en ella y las mentiras que le han contado durante todo este tiempo. Sally se enfrenta a Megan y se lo recrimina. Megan sale airosa pero al hablar por la noche con Don le obliga a que no llame bajo ningún concepto a Betty: es lo que ella quiere, envenenar su relación desde la distancia. Por la mañana Don le explica todo a Sally sobre Anna y confirma que realmente la pequeña recuerda que la conocía cuando hicieron un viaje. Esa mujer que llamó a su padre Dick… En casa Betty pregunta a su hija y sale el tema de Anna. Sally manipula a su madre y le ofrece exactamente lo que no quería escuchar: Megan y Don estuvieron muy simpáticos y amables con el asunto y le enseñaron hasta fotos… Betty seguirá a dieta. 

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