“Dark Shadows” es
el noveno episodio de la quinta temporada de “Mad Men”. ¿Han
elegido el nombre porque sabían que se estrenaría la misma semana que la nueva
película de Tim Burton y Johnny
Depp? Más allá del marketing, la publicidad metaficcional
y la suerte, la serie de Matthew Weiner se
ha convertido en un híper-estilizado melodrama laboral. Las motivaciones de sud
personajes son las motivaciones para su creador. La noticia, a rebufo de la
utilización del tema de del disco ‘Revolver’ de The
Beatles (Tomorrow Never Knows) en
el anterior capítulo titulado “Lady Lazarus”, ha
sido el coste y esfuerzo de poder incluir un tema de la mítica banda. Muchos
antes lo habían intentado incluido el propio Weiner. Al
parecer no se había producido tal acontecimiento en un lustro y se han tenido
que pagar cuarto de millón de dólares. No era sólo cuestión de dinero sino
también ambición, contactos y repercusión. Como si la propia serie se
transformara en esos publicistas y comerciales que hacen lo indecible para
conseguir a un cliente… Después de la luz pasada, llegan las sombras con “Dark
Shadows”.
La insatisfacción personal, la envidia y la gula son
los acompañantes de los personajes antes del día de Acción de Gracias. Las
elipsis son marcadas pero muy sutiles esta vez. Por fin la serie esta temporada
dedica más espacio a Betty Francis y el
momento que pasa en su vida. Está intentado adelgazar y observamos su dieta:
varios trozos de queso pesados a conciencia, la mitad de un pomelo y una
tostada quemada y ennegrecida que podría haber salido de la tostadora maldita
de “Superstar”. Betty
tiene una depresión en su vida originada por su propio inconformismo. Sigue
pensando en Don y
envidia tanto la figura y belleza de Megan como
el apartamento que tienen. Al recoger a los niños se dibuja una secuencia en la
que Betty observa a una semidesnuda Megan a
través de una ventana… Betty va a
una terapia llamada Los Vigilantes del Peso y se encargan de pesarse para
comprobar sus bajadas, mantenimientos y darse ánimos. Betty lo
está pasando mal al ver los problemas laborales de su marido Henry.
Apostó, al igual que su marido, por el caballo equivocado por lo que Betty se
replantea tal vez, pese a su discurso cargado de amor y optimismo, lo mismo.
¿Se equivocó dejando a Don?
Abriendo puertas que deberían permanecer cerradas |
Bert Cooper y Roger
Sterling son dos personajes que ahora mismo han pasado a
segundo plano de la compañía. Por cierto, ¿dónde se ha metido Lane
Pryce? Pete Campbell es
bueno en su trabajo pero seamos sinceros: cae a todo el mundo como el culo. Bert
consigue una cena con los que podrían ser unos nuevos clientes: unos judíos que
van a sacar un vino para el resto de mortales. Bert
habló de la mujer judía de Roger, Jane. ¿Sabíamos
que era judía? Como ella le comenta a su ex marido: ahora sí te interesa que
sea. Como siempre en “Mad Men” los
temas raciales, sociales, religiosos e ideológicos están en un claro subtexto y
explotan en leves detalles. Bert y Roger
quieren conseguir la cuenta de manera un tanto confidencial. Roger,
además, consigue de Ginsberg
ideas a cambio de una remuneración. En los créditos nos recuerda que hizo lo
mismo con Peggy con la cuenta de Mohawk, que al enterarse se
molesta y se lo hace saber a Roger.
Nadie es leal en el negocio, le recuerda. La cena va estupendamente y las ideas
de Ginsberg
encarrilan el trato. El problema es que el hijo del cliente se fija y ‘ataca’
descaradamente a Jane. Roger
siente celos y al regresar seduce a su ex mujer en el nuevo apartamento de
ella. Jane está molesta porque ha ‘contaminado’ el lugar de
nuevo. Quería sentirse libre y desatada de él pero, como el perro del
hortelano, ni come ni deja comer.
Elecciones personales y ego |
Enfrentamiento y duelo de ego |
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