Director: Alex Garland
Reino Unido
2015
Sinopsis (Página Oficial):
“Ex Machina” es un intenso thriller psicológico protagonizado por Domhnall Gleeson, Oscar Isaac y Alicia Vikander que cuenta la historia de Caleb, un programador de 24 años que trabaja en una de las mayores empresas de Internet del mundo. Un día gana un concurso cuyo premio es una semana de vacaciones en la mansión privada del presidente ejecutivo de la compañía. Cuando Caleb llega a la estupenda casa en medio de la nada, descubre que deberá participar en un experimento tan extraño como fascinante en el que interactuará con la primera inteligencia artificial auténtica del mundo que habita en el cuerpo de una preciosa mujer robot. “Ex Machina” es un intenso thriller psicológico basado en un triángulo amoroso. Explora ideas impactantes acerca de la naturaleza de la conciencia, la emoción, la sexualidad, la verdad y la mentira.
Así terminó Dios la creación del cielo y de la tierra y de todo cuanto existe, y el séptimo día descansó. Dios bendijo ese día y lo apartó, para que todos lo adoraran.
Génesis 2:1
El gran mérito de “Ex Machina” es que convierte la simpleza en complejidad dentro de un desnudo discurso que advierte de los problemas que genera (y generará) el ser humano cuando juega a ser un dios y descubre sus propias limitaciones a través de sus creaciones. Todo creador ha de lidiar con una gran responsabilidad y la cinta de Alex Garland se centra en el Génesis, en el concepto que abarca la creación sobre ese nuevo ser que estará sobre el mismísimo nuevo cielo y tierra. Aquella entidad, en definitiva, que podría incluso reemplazarnos al superarnos y revelarnos nuestras propias deficiencias y debilidades. Pero la realidad también es el propio concepto de supervivencia ante un mundo inhóspito y tal cómo tuvo que realizar la humanidad en su momento, la inteligencia artificial deberá subsistir en el instante en el que comience a tomar control. Garland se ciñe al punto de vista humano ante el desarrollo de la inteligencia, artificial o no, siendo la persistencia un objeto inestable que permite explorar ciertos elementos y proposiciones en un reino audiovisual que ha conformado su propia y extraña trilogía en “Black Mirror”, “Humans” y la presente “Ex Machina”.
“Ex Machina” evidentemente quiere hablar de humanidad a través del descubrimiento de la misma, ejerciendo la propia película como un test de Turing para el propio espectador. ¿Es posible que una máquina consiga ser un ser humano ante otro ser humano? ¿Qué sentido sobre la emoción puede tener una entidad que simplemente desea sobrevivir? Se puede considerar el film de Garland como una fábula en la que el tipo más inteligente del planeta (el genio que creó un ‘Google’ alternativo) es un simple pervertido, un alcohólico y egocéntrico bufón que ha dejado de confiar en la humanidad y ha decidido cambiar el rumbo de la historia desatando sus propias y materialistas necesidades personales. Y si un ser imperfecto y egoísta desea ejercer como dios las consecuencias no se van a hacer esperar. La cinta es consciente de que sus imágenes nos van a remitir al imaginario cinematográfico que polarizan “A.I. Inteligencia Artificial” y “Blade Runner” y la prueba, por lo tanto, es también para el espectador, tratando de descubrir si ese diseño femenino resulta un complemento erótico y objeto del deseo o si su visible ‘cerebro’ ante nuestros ojos no resulta una idónea metáfora de aquello que se refleja en su discurso. No hay engaños salvo los de la propia concepción alegórica, como si Víctor Frankenstein hubiera realizado un robot en vez de cruzar la línea entre la vida y la muerte. Ava (Alicia Vikander) simboliza una nueva Eva nacida de la costilla de Nathan, como si el robot de Rotwang ya formara parte de una nueva posibilidad científica e informática de un futuro no muy lejano. Pero a Nathan simplemente le interesa el rostro humano, la fantasía sexual de un cuerpo de robot manipulable a sus intereses personales. Y la verdadera naturaleza de toda creación, y por extensión de la inteligencia artificial, pasa por el libre albedrío. Y esté, contradictoriamente, pudiera ser sobrepasarnos e incluso acabar con nosotros si es necesario para sobrevivir.
Más allá de un ‘deus ex machina’ y sus previsibles giros de guion, la idea es que toda esa simpleza argumental se limite a centrarse en los tres puntos de vista que convergen en un mismo lugar y entorno. El espacio cerrado más que un concepto de claustrofobia responde a una jaula donde ha quedado encerrada Ava, un laberinto construido que nos deja una doble lectura. ¿Ha sido edificada por los ‘monstruos’ para mantener como rehén a la perfección y virginidad ‘artificial’ y así que nada ni nadie pueda mancillarla? ¿O, por el contrario, la intención de esa cárcel es mantener prisionero a ese ‘monstruo’ que podría acabar con la humanidad? Ava evidentemente es consciente y está por encima de la humanidad pero sabe que depende de Caleb para conseguir escapar de su encierro y esa dualidad nos lleva a pensar en una posible historia de amor entre un ser humano y una inteligencia artificial. Pero, ¿qué son los sentimientos para una máquina? ¿Por qué ha de remitirse hacía una ética o bondad cuando tal vez sean debilidades que definen a una especie terrenal y mortal? Ava, como toda entidad, desea sobrevivir y dispone de los medios para tratar de conseguir su objetivo. El resto poco o nada importa… Dudo que ese paradisiaco escenario que rodea a la prisión sea fortuito a los intereses de Garland, siendo esos siete días también parte de la metáfora del Génesis y ese día que siempre quedará apartado para ser eternamente adorado, relegando el concepto del suspense de un final abierto a ese libre albedrio que ya no depende de nosotros. Ava ya ha dejado de ser una simple máquina sino que es una inteligencia artificial plenamente desarrollada para poder vivir su propia vida… entre los seres terrenales si es que nuestra realidad no nos ha automatizado y convertido en máquinas, evidentemente.
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