“Mascots”
Director: Christopher Guest
EEUU
2016
Sinopsis (Página Oficial):
Una nueva película de Christopher Guest sobre un ‘inusual’ grupo de hombres y mujeres con cabezotas y trajes de peluche que compiten para ser la mejor mascota del mundo.
Con pésimas reseñas de los usuarios del propio portal de streaming en la ficha de la cinta en Netflix, enfrentarse en “Mascots” es volver a ese universo dramático/cómico que ya nos presentó Christopher Guest en la irregular coproducción de HBO y BBC Two “Family Tree”. Si bien el director y guionista ha recuperado a Chris O’Dowd, Tom Bennett, Ed Begley Jr., Jim Piddock, Carrie Aizley o Fred Willard, también podemos aquí agradecer que el autor regrese al mokumentary en el que se ha visto rodeado habitualmente en su carrera. El problema no son ni las compañías ni la carcasa y el mérito es el ejercicio de adentrarse en el cosmos de las mascotas y un campeonato internacional de esos peluches, que esconden a personas de carne y hueso con sus propios problemas y conflictos. Guest desea recrearse en ese ambiente surreal y loco que propone su premisa, presentando excéntricos protagonistas y proposiciones al relatar ese mundo alternativo de bichos raros y frikismo generalizado. ¿La especie humana es capaz de convertir cualquier trivialidad en un objeto de culto condenándolo a un espectáculo circense y televisado? ¿Habita una lectura más amplia y sociopolítica en el film o la intrascendencia es el único camino posible? Seguramente el primer y principal escollo que puede encontrarse el público para poder disfrutar de “Mascots” es su etiqueta y calificación de comedia, ya sea excéntrica, irreverente o sarcástica. Tal vez el material invitara a otro tipo de acercamiento y la sensación sea de decepción cuando “Lo que hacemos en las sombras” de Taika Waititi y Jemaine Clement, por ejemplo, aprovechó a la perfección todo los elementos y personajes en los que se recreaba su falso documental. ¿Qué podía haber hecho Christopher Guest para llamar la atención y conseguir una aceptación generalizada? Si bien su largometraje dudo que alcance cierto culto con el paso de los años, un acercamiento al espíritu de Bill Plympton (con actores reales) o una conexión con “El delirante mundo de los Feebles” de Peter Jackson podían haber salvado el tipo.
“Mascots” no llega a funcionar satisfactoriamente bajo ese descriptivo falso documental sobre las personas que se esconden detrás de las mascotas. Sus conflictos son prototípicos: la autodestrucción, el narcisismo, los problemas matrimoniales, la aceptación social y/o paternal y la búsqueda de la redención o la identidad entre algunos ejemplos. Incluso los jurados o los familiares de las mascotas no están libre de someterse a ciertas burlas del bisturí emocional de Guest. La cuestión es que ni esa satírica cadena Sin Gluten ni algunos humorísticos pasajes logran dotar de cierta solidez a un conjunto al que se le puede achacar quedar relegado a la sombra de la genial, estupenda y bastante desconocida “Razzle Dazzle: A Journey Into Dance” de Darren Ashton. Precisamente su mejor baza cómica es el propio concurso donde veremos las actuaciones de esas mascotas que previamente nos han ido presentado entre testimonios y flashbacks, como si tal acercamiento se viera respaldado por el carisma y encanto de esos seres de carne hueso imperfectos que consiguen ser algo cuando se embuten dentro de cuerpos de peluche. Otro punto de vista es su ineficacia cuando trata de vender la parodia por encima del ‘arte’ que despliegan sobre el escenario salvo en algunas ráfagas de sorprendente comicidad. ¿De verdad que Guest podía pensar que iba a funcionar burlarse de ‘O Superman’ de Laurie Anderson como simbiosis del arte contemporáneo y el aburrimiento generalizado? ¿Lanzarse a las bromas de enanos, mojones y parafilias acaba siendo infructuoso e inconsecuente o, por el contrario, lo superficial salva del tedio al conjunto? En realidad, “Mascots” en lo que sí realmente funciona como sátira de un mundo que convierte en religión todo lo que toca. Y ahí ese libro escrito por el jurado que interpreta Jane Lynch simboliza ese viaje hacia la fe de todos esos excéntricos personajes que conviven entre estereotipos y nuevas identidades de tela y algodón. El problema es que, sobre tal premisa, el espectador se convierte en un completo ateo a esa secta y sus delirios, ceremonias y creencias. ¿Acaso no hemos dejado ya de creer en los sinsentidos del reino de la ficción en un mundo real que revela cada día en las redes sociales e internet que está más chiflado y se supera en estrafalario?
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Se lee bastante mediocre, justo la estaba descargando y pensaba que estaría bien por el reparto... paso gracias por advertencia.
ResponderEliminarChuck