Llegados al quinto episodio de “American Horror Story: My Roanoke Nightmare” no cuesta demasiado comprender las intenciones de confeccionar un gran clímax plagado de (auto)homenajes para festejar las cinco temporadas anteriores de la antología planteada por Ryan Murphy y Brad Falchuk. “American Horror Story” siempre ha bebido de las referencias sobre el género y de su capacidad por conectar cada temporada con las anteriores. “Chapter 5”, quinto capítulo de la sexta entrega del cosmos de AHS, nos transporta a lo que pudiéramos definir como un largometraje de terror muy comprimido y donde el resto de episodios forman el backstory de la historia. El disfraz de “American Horror Story: My Roanoke Nightmare” ha sido el de la farsa a través de un falso documental plagado de efectismos para, de este modo, brindarnos una alegoría sobre los trucos del terror en ese enfrentamiento entre una doble engañosa y fingida realidad y réplica. Interesa el concepto de trazar una línea desde el recuerdo de la pesadilla y los traumas que ésta generó sobre aquellos que la sufrieron en sus propias carnes. Esa cicatriz siempre se ha limitado a recrear la propia herida pero pocas veces a afrontar su huella sobre la epidermis. En el caso de las terribles vivencias de los Miller no va a faltar absolutamente de nada, como si vivieran en un carrusel del horror gracias a Thomasin White, La Carnicera, y los sangrientos rituales que se desatan en el lugar en la Luna de la Hierba Moribunda… ¿Y qué ocurrirá a partir de este preciso momento? ¿Hemos llegado a la perfecta alegoría de ese sexto y desconocido pasajero de este viaje dividido y estructurado en cinco episodios? Disfrutemos del clímax que nos propone “Chapter 5” y repasémoslo.
Vayamos a la principal sorpresa que no es otra que la llegada de Evan Peters haciendo que su propio cuerpo tome toda clase de homenajes al resto de temporadas. El actor interpreta a Edward Phillipe Mott para dirigirnos al cosmos de “Freak Show” y a los orígines de esa locura familiar que finalizaría con la muerte de Dandy Mott. Precisamente la ‘liquidación’ del último miembro de tan psicótica estirpe llevó a la venta de la casa con la historia ya conocida y planteada en el anterior episodio por el Dr. Elias Cunningham. El círculo se cierra y todo está interconectado. La liberación del mundo de un monstruo como Dandy nos transportó a otro horror desatado y maldición. Y no es casualidad que, de nuevo, los destinos de Dandy y su antagonista estén relacionados en ese juego de actores/personajes. Precisamente existe una fantasmal presencia en el rostro de Edward Phillipe Mott que nos remite a esa cara pintada que lucía Tate Langdon en la primera entrega de la serie. Su relación interracial en una época poco propicia (esta vez homosexual) nos transporta a Kit Walker siendo su pareja condenada por su desaparición y supuesto crimen, sirviendo así de una extraña simbiosis entre sus personajes. Por otro lado, el tema del racismo/esclavitud nos pudiera dirigir al universo “Coven” mientras que algún guiño a esas sábanas mortuorias nos hacen viajar a los horrores del Hotel Cortez. Con toda la carne en el asador es normal que una historiadora aparezca como nuevo personaje de ese falso documental para romper definitivamente la cuarta pared e incluso dejarnos una esencia oscura en ese juego de referencias. ¿Y si todo al final pasa por una revisión de “La cabaña en el bosque” con dioses primigenios que han de ser alimentados por sangre? ¿Despertarán de su letargo y, finalmente, “American Horror Story: My Roanoke Nightmare” retratará un apocalipsis emergente?
La escenificación del terror y la pesadilla de los Miller pasan por tantas fases como nutridas referencias. Su encierro es claramente un guiño al habitual recurso que no sabemos si comenzó con “La noche de los muertos vivientes” o un capítulo “The Twilight Zone”. Sea como fuera tenemos desde dosis de terror oriental pasando por “El resplandor” hasta acabar en “La matanza de Texas” meets “Deliverance” para que tengamos el cameo de Frances Conroy y un completo catálogo de gore y brutalidad tan teatral como física. “Chapter 5” ha dejado toda la carne en el asador (en el sentido caníbal y literal) para no dejar títere con cabeza ante el encierro de los Miller y el posterior acoso y derribo que les transporta a ese sótano maldito. Solamente el fantasma de Edward Phillipe Mott ayuda a los personajes a escapar a través de esos túneles secretos que mandó construir para proteger sus obras de arte. Contrariamente el personaje vivió cómo esos fantasmas destrozaban todo a su paso y, aparte de empalarlo y quemarlo vivo, le condujeron a la locura y a perder al hombre que amaba para siempre. Su venganza pasa por salvar a los Miller junto a Flora aunque existen otras amenazas mayores y terrenales como Mama Polk y sus peligrosos hijos. Que se lo digan a lo que queda de Dr. Elias Cunningham… como nuevo guiño a temporadas anteriores. El ya ancestral pacto de los Polk con La Carnicera pasaba por hacerse con la casa de los horrores y que los fantasmas les dejarán en paz… practicando el incesto y el canibalismo, perdiendo a cada generación la total esencia de la ya poca humanidad e inteligencia de la estirpe. En ese toma y daca de los Miller con los Polk tendremos alguna impactante sorpresa como el brutal martillazo que propina el personaje que interpreta Frances Conroy al tobillo de Shelby. ¿Un guiño a “Misery”? Que nadie se asuste por el yoga de la esposa de Matt porque sabemos que ese plano ‘real’ documentalista nos informa que salieron victoriosos de esa pesadilla. La liberación de Lee, la nueva traición de Ambrose sobre su madre y la tensión de que Flora iba a ser el objetivo del baño de sangre, nos llevan a la liberación final de la pequeña y al escape de la familia en un coche (churruscado) que conduce Lee. La montaña rusa del horror nos lleva a un motel y a que Shelby plantee las huellas del terror que todavía yacen bajo su piel. La Carnicera siempre les perseguirá… y mucho nos tenemos que en el sentido literal. Ese suspense ya quebrado nos transporta a pensar que el relato de los Miller ha llegado a su final. ¿Volverán a ese lugar maldito? ¿El programa de investigación acudirá en plan “La bruja de Blair”? Las posibilidades ahora parecen incluso más ilimitadas siendo “Chapter 6” la perfecta metáfora de algo desconocido que está a punto de llegar… Comenzamos de nuevo.
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