sábado, 29 de octubre de 2016

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Black Mirror (3x05) La ciencia de matar (Men Against Fire): Soldados del futuro


La tercera temporada de “Black Mirror” pasará no solamente a la historia de la antología por establecer su propio reino dentro de Netflix sino que, además, cada uno de sus episodios ha aportado nuevos horizontes a la franquicia. Tal vez “La ciencia de matar (Men Against Fire)” (3x05) lleve la etiqueta de ser el más débil de todas las entregas pero, por el contrario, alcanza una cuota inexistente tanto en la serie de Charlie Brooker como marca sus distancias respecto al resto del material ofrecido. Se trata de una combinación de acercamiento al género bélico con toques de distopía, ciencia ficción y un discurso manifiestamente incisivo respecto a la posibilidad de aquellos que serán los soldados del futuro. Adentrándonos en el planteamiento, por encima de la carcasa, nos topamos con un concepto sobre la deshumanización del ser humano en un doble sentido. Por un lado, tenemos esos seres denominados ‘cucarachas’ que tienen la apariencia de mutantes tan salvajes como rabiosos. Unos militares se encargan de cazarlos dentro de una premisa que nos va a conducir a ese leitmotiv habitual en el espectáculo: nada es lo que parece. Ese futuro no demasiado lejano revela en cierto modo el fin de la humanidad tal y como la conocemos debido a la exterminación de esos seres y criaturas que ahora pueblan el planeta. Figuradamente todo es propicio para la victoria debido a un poderío tecnológico de esos soldados, que también elevan el concepto habitual de “Black Mirror” sobre esos elementos de ciencia ficción que definen a los soldados. 

“La ciencia de matar (Men Against Fire)” no destaca en absoluto por sus formas en el género bélico, un tanto pobres y prototípicas, sino que interesa sumergirse en el suspense de ver ese primer encuentro con las criaturas y la evolución del protagonista del episodio. Podemos pensar que la transformación de la guerra acabará siendo una ciencia de probabilidades en la que las cicatrices psicológicas y el estrés postraumático de los soldados quedarán sustituido por un concepto netamente tecnológico. ¿O no piensan que un invento que permitiera moldear a soldados perfectos sin piedad o miedo sería cotizado por las naciones más poderosas del planeta? Con un reparto conocido para los seriéfilos (Malachi Kirby de Roots, Madeline Brewer de Orange Is the New Black, Michael Kelly de House of Cards), el episodio realmente sabemos que nos conduce ante una previsible sorpresa. El planteamiento revela que siempre existirá un concepto moral en el ser humano, haciendo complicado matar a otra persona salvo que un ideal de justicia se imponga. Y el odio tampoco acaba funcionando satisfactoriamente. La idea es que la tecnología acaba resolviendo los problemas éticos de la sociedad y, sobre todo, de los militares para convertir a los soldados en auténticas máquinas de guerra desconectándolos (literalmente) del contexto. El mundo (a nivel de sentidos como el olfato e incluso el oído) queda limitado siendo ya el combatiente una mera arma a todos los efectos y, de nuevo, “Black Mirror” nos habla de las oscuras posibilidades que permite la tecnología. A todo lo anterior hay que sumar una exploración de la guerra respecto a un futuro en el que los genocidios se realizarán al rebufo de la eugenesia para erradicar a todos aquellos cuyo ADN sea deficitario. El episodio también desea indagar entre la complicidad de los soldados con el sistema de matanzas en el que son partícipes o considerarlos, por el contrario, víctimas y marionetas del mismo.


En realidad, “La ciencia de matar (Men Against Fire)” se dimensiona con su punto de giro al descubrir que todo conformaba parte de un engaño y mascarada para que esos soldados pudieran asesinar impunemente a otros seres humanos sin ninguna clase de remordimiento. ¿Cómo poder lidiar siendo consciente de que uno forma parte de la mano de obra de un genocidio? Podríamos rememorar The Act of Killing y esa arcada final de uno de los asesinos al empatizar con sus propias víctimas y aquello que sintieron pero, por otra parte, el episodio dirigido por Jakob Verbruggen desea moldear otro concepto más aterrador en el que el soldado vea sus actos sin máscaras ni mentiras. Y aquí llega la jugada respecto a equiparar esas imagen oníricas (o recuerdos edulcorados) protagonista con otra desoladora realidad discordante. Ese pasado ya es un concepto frágil e inasumible, como si la única posibilidad de olvidarlo fuera someterse a esa nueva capacidad de borrar recuerdos. Hemos cambiado, por lo tanto, esa adicción a la adrenalina que enmarcaba el género actual a la dependencia al olvido. Aquí, no obstante, no existe una bella metáfora sobre el amor a lo “¡Olvídate de mí!” sino de pura muerte y remordimiento. En realidad, el discurso antibelicista queda amparado por otro maquiavélico en el que el fin (para olvidar y convertirse en una máquina de matar) justifica cualquier medio. Una vez iniciado el proceso es más sencillo siendo, de este modo, una lectura gratificante ver cómo la sociedad se deshumaniza mientras trata de deshumanizar a otro espectro de la población. Al fin y al cabo, evitar mancharse las manos de sangre (en ese espectro que ya vimos en la quinta temporada de Homeland) no evita que esa ciencia de matar siga siendo un asesinato. Y da lo mismo que hablemos de informática o drones porque llegará un día en el que los soldados del futuro acaben siendo simples máquinas, carcasas programadas para cumplir sus objetivos sin rechistas ni ofrecer ninguna clase de humanidad. “La ciencia de matar (Men Against Fire)” no desea ofrecernos soluciones sino dudas respecto a la decisión final del protagonista. ¿Vivirá atrapado eternamente en una farsa ante la devastación que tiene realmente delante de sus ojos? ¿Dejará unos fragmentos de recuerdos en su memoria, conectados a The Entire History of You (1x03), que le hagan humano o quedará condenado a repetir el ciclo por culpa de los mismos?

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2 comentarios:

  1. Excelente análisis. Una cuestión: no me queda clara la escena final, cuando el soldado regresa a casa de su amada ¿Qué decisión tomó? ¿Sigue convertido en máquina de matar o ha vuelto a ser un humano normal?

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  2. Creo que queda claro que sigue como soldado, ya que se ve que su "mascara" sigue activa y tiene los ojos cegados por la ilusión de su casa. El final establece que, además de soldados zombies también los controlan con vidas falsas en barrios marginales para tenerlos estabilizados y mantener el proyecto en la sombra.

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